Carmelo Gómez trae un Pacífico hijo de Delibes

D. A. F.
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El actor leonés protagoniza junto a Miguel Hermoso la adaptación a la escena de la novela 'Las guerras de nuestros antepasados', que se presentará el jueves en el Teatro Quijano

Carmelo Gómez trae un Pacífico hijo de Delibes

Carmelo Gómez se convertirá el jueves sobre las tablas del Teatro Quijano de Ciudad Real en la voz y el cuerpo de Pacífico, para poner en escena junto a Miguel Hermoso el montaje de Las guerras de nuestros antepasados, adaptación de la novela homónima de Miguel Delibes, en un espectáculo dirigido por Claudio Tolcachir (20.30 horas).

Gómez reconoce que la adaptación para la escena es fácil, puesto que la novela «está escrita en diálogos», a lo que se suma una adaptación anterior para el teatro escrita por el propio autor vallisoletano, aunque a juicio del actor, lo hizo con «espíritu realista, que para mí contrasta mucho con lo que yo creo que es la idea de la novela».

El actor, nacido en Sahagún (León), detalla que esta propuesta está más cerca de una farsa valleinclanesca. En ese sentido, señala: «Esos personajes están viviendo situaciones completamente irreales a los ojos de hoy, pero que en aquellos días y en aquellos tiempos eran de lo más natural» en España. Una circunstancia que, en su opinión, «explica muchas cosas del comportamiento que tenemos hoy, sobre todo en lo social».

Gómez precisa que toda la obra se presenta «desde la mirada de Pacífico, que es un personaje que podría considerarse en aquel tiempo y en este, el tonto del pueblo, pero no tiene nada de eso, simplemente es un ser muy sensible, y rechaza todo lo que es la violencia, y todo lo que es el rencor, el odio, y claro, se encuentra solo», pero al final es «un grito irrefrenable hacia la paz».

El actor se muestra muy satisfecho de la reacción del público ante esta obra, que además es muy variada en función de las ciudades que recorre. «Hay un disfrute también por encontrar algo del pasado, de aquellas voces, de aquellos gestos, de aquel tiempo que se vivió», al tiempo que recuerda que la posguerra fue una época dura, «muy difícil», así como la fuerza que tienen los ancestros «para llevarnos a pensamientos que no son nuestros». El público se ríe inicialmente con estas situaciones, «hasta que se da cuenta de que es una tragedia», comenta.

Por otro lado, el actor señala la sobriedad de su personaje como el elemento más difícil a la hora de darle vida. «Es un personaje que debe ser muy sobrio porque viene de una tierra seca, árida, difícil, y dura, que saca a los hombres el máximo esfuerzo para muy poco rendimiento», no tanto así las emociones de Pacífico, que según detalla, «vienen solas».

Carmelo Gómez se confiesa influido sobre todo por Miguel Narros como director, de quien fue alumno en la escuela de teatro, del que recuerda una anécdota. «Un día salí a hacer una entrevista, bueno una cita pequeña, y me salieron los colores; estaba entre los grandes del teatro y yo era un alumno, todavía no sabía ni afrontar una escena, cuanto más un personaje; entonces él se empezó a reír y me dijo, en cuanto pierdas el rubor, perderás lo mejor que tú tienes». De ahí que en su carrera se ha esforzado por mantener «ese impulso de chaval de pueblo». Parte de esa empatía, apunta, es que la ha encontrado de nuevo en Claudio Tolcachir.

Gómez confiesa su predilección por el teatro como medio de expresión y admite que llegó a decir que nunca más volvería a participar en una serie de televisión, aunque actualmente está valorando una propuesta en este sentido a la que todavía no sabe qué respuesta dar.