Visto para sentencia el juicio que ha sentado en el banquillo a cuatro personas acusadas de los delitos de detención ilegal y robo con fuerza e intimidación, tras una extensa segunda sesión en la Audiencia Provincial que concluía pasadas las 15.30 horas. Jornada en la que declaraban tanto los agentes de la Policía Nacional responsables de la investigación como los propios cuatro encausados, tres hombres y una mujer. Después, en el turno de las conclusiones, todas las partes mantenían sus posturas: Fiscalía solicita para Israel A. C. y María Teresa M. R. cinco años de cárcel, y para Agustín B. B. y Álvaro L. M., cuatro años y seis meses. Por el contrario, sus abogados reiteraban la petición de libre absolución para todos ellos.
Ahora, el tribunal, presidido por el magistrado Ignacio Escribano, deberá ponderar las declaraciones y pruebas practicadas en el plenario. Hoy testificaban los agentes de la Policía Nacional que llevaron a cabo la investigación sobre los hechos sucedidos en marzo de 2020 en Ciudad Real, además de los cuatro acusados. "Creo que fue un ajuste de cuentas entre delincuentes", decía de forma gráfica Pedro Castiblanque, quien fuera entonces jefe del grupo de Estupefacientes.
Por su parte, los acusados coincidían en describir que lo que pasó durante aquellas horas no fue lo que ayer sostenía el denunciante, que acusaba a Israel A. C. de haberle asaltado en la calle Mata, haberle metido en su coche contra su voluntad y haber provocado su retención hasta que no le pagara una deuda que había contraído con él en la cárcel de unos 2.500 euros. Por eso, según la presunta víctima, le habrían llevado a la fuerza y bajo coacciones a cajeros y dos oficinas bancarias para que intentara retirar efectivo, y también llegó a visitar a su padre al hospital y llamar a sus hermanos para pedir que saldaran esa deuda para que le dejaran el libertad.
El acusado principal ha asegurado que fue el propio denunciante el que se unió a ellos en un pub de la capital y compartió una noche de fiesta "cordial, afable y con buen ambiente", en la que él le invitaba a cocaína y alcohol con la promesa de que después se lo pagaría, junto con la deuda contraída cuando coincidieron en la cárcel. La situación se puso tensa cuando "le corté el grifo, pero él quería más", después de asegurarles que sacaría dinero del banco cuando abrieran por la mañana. Tras dos intentos, no pudo hacer esa retirada de efectivo, y fue entonces cuando le dijo al director de una de las sucursales que había sido secuestrado por cuatro personas. "Cuando llegó la Policía a mi casa y después me llegó el auto, me parecía una película", decía el acusado principal, que reiteraba que "siempre tuvo libertad de movimientos" y se pudo haber marchado cuando hubiera querido, pues lo único que hicieron ellos fue "acompañarle" a los cajeros y las oficinas.
En los mismos términos se expresaba María Teresa M. R., que también negaba haber llevado a la presunta víctima a La Atalaya y amenazarla con tirarle a un pozo. Ella fue la primera señalaba cuando él denunciaba lo sucedido en marzo de 2020, pero durante el juicio cambiaba su declaración, exculpándola a ella y a los otros dos acusados de cualquier responsabilidad en la autoría de esa supuesta detención ilegal. "Cuando vi que la cosa se ponía tensa porque Israel le reclamaba lo que le debía, salí corriendo del coche y me fui atemorizada a mi casa", decía en la sala.
Ante la falta de pruebas concluyentes y la debilidad del testimonio del denunciante, las defensas solicitaban la absolución de sus clientes. El letrado Ramón Alén, representante legal de María teresa, matizaba que en el caso de que fuera condenada, pedía que fuera de manera subsidiaria por una "mera colaboración" en los hechos, además de tenerse en cuenta los atenuantes de haber estado bajo los efectos de sustancias estupefacientes, las dilaciones indebidas durante estos cinco años que se ha tardado en llevar al plenario el caso, y que se valore también su intento de "reparación del daño" al haberse desentendido de lo que estaba pasando a tiempo.
En unos días se conocerá la sentencia.