La natalidad crece por primera vez desde la generación COVID

R. Chavarri / J.M.Beldad
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La provincia registró 3.227 alumbramientos durante el pasado año, 54 más que en 2023, aunque es la segunda cifra más baja de partos desde 1975. El 63% de las madres superaban la barrera de los 30 años

La natalidad crece por primera vez desde la generación COVID - Foto: Tomás Fernández de Moya

Hasta 3.227 bebés, 1.733 niños y 1.544 niñas, vinieron al mundo el año pasado en la provincia, que anotó el primer aumento del número de alumbramientos desde la generación del covid, los nacidos en 2021. Durante el año pasado vieron la luz 54 ciudadrealeños más que en 2023, cuando la natalidad tocó fondo en la provincia, con la cifra más baja de partos que se recuerda. En 2024 subieron, pero el dato que ofrece el Instituto Nacional de Estadística, el INE, es el segundo más bajo del último medio siglo. Ahora nacen, por ejemplo, menos de la mitad de los niños que nacían en los años 70.

Esa crisis de natalidad no es nueva. En los últimos 50 años el número de nacimientos ha bajado en Ciudad Real en 40 años si se compara con el ejercicio anterior. Por ejemplo, desde 1979 hasta 2002 se 'perdieron' 2.800 nacimientos. En 1980 se bajó de los 7.000 partos, en 1990 hubo menos de 6.000; en 1996 se anotaron menos de 5.000; en 2018 la estadística estuvo por debajo de los 4.000 y las cuentas van ya por 3.200. Solo en la última década hay 1.000 nacimientos menos, pese a que el INE contabilizó un incremento de los alumbramientos en 2024, en 2021 y en 2015.

Nacimientos que cada vez se dan entre menos mujeres veinteañeras y más entre las que pasan de la barrera de los 30. La maternidad se retrasa. Las menores de 30 años suman ahora el 25% de los alumbramientos recogidos en la provincia. Uno de cada cuatro. En 1996 eran la mitad. El año pasado, según el INE, aunque hubo más partos con mujeres de 25 a 29 años, se marcó el mínimo histórico de nacimientos de madres de menos de 24. Las causas, desde la prolongación de la formación académica, a la estabilización laboral y la inseguridad económica que afecta especialmente a las generaciones más jóvenes.

Mamás treintañeras.

En el lado contrario se encuentran las ciudadrealeñas que fueron mamás con más de 30. Desde 1998, esta franja de edad es la mayoritaria en los paritorios y cada vez pesan más en la estadística de natalidad. Las treintañeras suman ya el 63% de todos los partos que se producen en la provincia. Mujeres a las que se añaden las de más de 40 años que se convirtieron en madres. Desde 1979 no había tantas. Más de 300. Casi el 10 por ciento de todas las ciudadrealeñas que dieron a luz.  Y más allá. Las madres de más de 50. El año pasado fueron tres. En la última década, han sido 12 las mujeres que han estrenado una maternidad tardía pasado el medio siglo de vida. Tantas como en los 20 años anteriores.

 

«La maternidad es paciencia»

María José y Julián, ambos de 39 años, viven la paternidad con una mezcla de satisfacción y muchos retos en el día a día. Son padres de Julia, de cinco años, y Lucía, de siete meses. Decidieron tener un segundo hijo convencidos de que «de lo más bonito que me ha dado la vida ha sido mi hermano», como cuenta María José. La idea de que sus hijas se tengan la una a la otra en el futuro fue determinante en su decisión, aunque el camino no ha sido sencillo. «Hemos tenido dos abortos, y ya nosotros hemos cumplido con la media de natalidad», bromean.

El día a día de esta familia en Miguelturra está marcado por la diferencia de edades entre sus hijas, lo que conlleva necesidades y ritmos distintos. «Me hubiera gustado que se llevaran menos tiempo, porque creo que al final se crían más juntos», explica María José. Sin embargo, esta diferencia de edades también les ha permitido organizarse mejor. María José no trabaja actualmente, lo que, según detalla, facilita la conciliación. «Si estuviera trabajando, tendríamos que hacer malabares, porque como dicen muchas madres, ahora los niños necesitan un chófer para ir a todas partes».

Julián, profesor e investigador en la Universidad de Castilla-La Mancha, cuenta con cierta flexibilidad en su trabajo, pero reconoce que «al final es un trabajo que tienes que hacer igual, aunque no sea en horario de oficina». María José, por su parte, es maestra y se ha planteado retomar su profesión en el futuro. «Ahora mismo no me compensa, porque tendría que contratar a alguien y al final el sueldo se iría en pagar a esa persona». Asegura que en unos años, cuando sus hijas sean más independientes, espera poder reincorporarse al mercado laboral.

Uno de los mayores retos a los que se enfrentan, según aseguran, es la paciencia. «Vivimos en un mundo de locos y la culpa es nuestra. Vamos con prisa, estresados, y ellos simplemente son niños y a veces no se puede llegar a todo», reflexiona María José. También la falta de una red de apoyo ha sido un obstáculo: «No tenemos abuelos cerca que puedan echar una mano si surge algo. Nuestra red somos nosotros dos».

La maternidad también les ha llevado a replantear su estilo de vida. Eran de «viajar mucho y de improvisar», pero ahora lo hacemos de otra manera, «buscando planes más familiares», cuenta Julián. A pesar de los cambios, ambos coinciden en que la experiencia ha valido la pena. «Si alguien nos preguntara si merece la pena ser padres, diría que sí, pero hay que tenerlo muy claro», asegura María José.