El salón de actos de la Oficina Comarcal Agraria (OCA) de Almodóvar del Campo albergó el sábado la última charla del ciclo que este mes ha homenajeado el emblemático edificio de 'Los Capataces', organizado por la Asociación de Amigos de la Historia. Lo fue en otra "multitudinaria" convocatoria que, bajo el título 'Escuela de Capacitación Agraria y Oficina Comarcal Agraria; 1970-2024', quiso brindar un especial homenaje a la trayectoria de este centro formativo y a quien fuera su primer director, Antonio Galán Gil, indicó el Consistorio en un comunicado de prensa.
A él se refirió en particular su hijo, Antonio Galán Gall, que formó parte de una mesa de intervinientes que, moderada por Javier de la Fuente, presidente del colectivo, reunió también a Jesús Ángel Cuesta Sahuquillo, profesor del centro y responsable de su internado; a Daniel Rodríguez Acebedo, alumno de una de las primeras promociones; y a Antonio Carrero Lobato, actual jefe de la OCA.
La cita, que alternó momentos distendidos y emotivos por espacio de casi hora y media de animado coloquio, estuvo marcada por el recuerdo de anécdotas entrañables y el impacto del centro en las vidas de los jóvenes que se formaron y aprendieron lecciones de vida.
Una charla une a profesorado y alumnado de 'Los Capataces' - Foto: ENTREMEDIOS by Paco AceroEn la última de las etapas del recorrido histórico de este edifico que se ha venido abordando, se recordó que no fue sino hasta 1970, bajo la dirección de Antonio Galán Gil, que pudo funcionar como Escuela del Capacitación Agraria, tal y como se había concebido en la década de los años 30 del pasado siglo, cuando fue construido.
Durante los 16 años que pudo funcionar como tal, impartiendo una Formación Profesional de primer grado, entre los años 1970 y 1986, 435 alumnos del medio rural tuvieron la oportunidad de obtener una educación que les permitió labrar un futuro mejor.
En el recinto de la hoy calle del Doctor Fleming, pudieron acceder a una formación académica y práctica en áreas como Tecnología Agrícola, Física y Química, Taller de Motores y Soldadura, o cuidado de Huertos y Frutales, entre otras disciplinas.
El hijo de Galán Gil recordó la determinación de su padre por ampliar la segunda planta del edificio para alojar un internado, así como por innovar con la primera parábola solar de la región que, por otro lado, entrañó dificultades técnicas en la España de la época, destacando el afán pionero de su padre.
Galán Gall expuso asimismo el esfuerzo de su progenitor por acercar la formación a los jóvenes de toda la comarca del Valle de Alcudia, compartiendo además el alojamiento temporal de un equipo deportivo francés durante una inundación en Valdepeñas y subrayó el compromiso de su padre con la versatilidad de la escuela.
Así lo reconocía el veterano profesor Jesús Ángel Cuesta Sahuquillo, quien también tiene muy vinculada su propia trayectoria vital con la del centro y con la misma localidad de Almodóvar del Campo, donde tuvo la ocasión de ejercer durante toda su vida laboral.
Recordó cómo llegó en 1970, con solo 23 años y recién licenciado, para cubrir una plaza en el centro, inicialmente pensada como algo temporal, ya que su contrato era de solo un año. Sin embargo, las circunstancias y el ambiente de la escuela lo cautivaron y terminó asentándose con una vida completamente dedicada a la formación de los jóvenes.
Durante los ocho primeros años, Cuesta estuvo conviviendo de cerca con los estudiantes, compartiendo no solo las clases, sino también actividades diarias como juegos y comidas. Este vínculo le permitió conocer a fondo a los alumnos, no solo en lo académico, sino también en lo personal y emocional.
Lecciones, también de vida
Expresó una gran satisfacción al saber que muchos jóvenes llegados con escasa educación básica, lograron avanzar y progresar en sus estudios, unos dedicándose al campo y otros convirtiéndose en ingenieros o mandos destacados de cuerpos y fuerzas de seguridad.
Cuesta aludió a la disciplina y rigor instaurados por el primer director de la escuela, Galán Gil, quien se aseguró de que las clases fueran sagradas y de que los alumnos mantuvieran el respeto y la puntualidad en todo momento.
Según Cuesta, Antonio sentó sólidas bases en la enseñanza de la Formación Profesional y para él, como jefe de internado, fue todo un reto manejar cada curso a 64 chicos de entre 14 y 16 años, lo que requería un gran nivel de responsabilidad, llegando a inculcarles tareas tan cotidianas como hacerse sus propias camas.
El profesor recordó además anécdotas sobre la construcción de las instalaciones para el alojamiento, comentando cómo en los primeros tres años hubo otras mejoras, como la creación del jardín y el patio, que diseñó el propio Galán.
También subrayó la labor del personal femenino en la escuela, especialmente la señora Miguela, cocinera y gobernanta, y a quien los alumnos querían mucho por la excelente comida que preparaba. Cuesta relató cómo algunos estudiantes llegaban a sus casas en Navidad tras ganar varios kilos debido a alimentación que recibían en el internado.
Rememoró así, con humor y nostalgia, cómo llegó al centro por solo doce meses y acabó quedándose cuarenta y dos años, agradeciendo el haber podido dedicarse a educar y convivir con generaciones de jóvenes que, como él mismo describió, lleva en el corazón.
Vivencias en primera persona
Sentimiento mutuo según apostilló desde la mesa Daniel Rodríguez Acebedo, recordando su experiencia como uno de los alumnos más jóvenes en ingresar en esta escuela con solo 13 años, donde encontró ambiente familiar y compromiso de docentes y, especialmente, de la propia Miguela, a quien consideraban una madre por sus cuidados y cariño.
Rodríguez evocó la emoción y responsabilidad que sintieron al aprender a manejar maquinaria agrícola, como tractores y otras desde muy jóvenes, aprendiendo soldadura, horticultura y otras habilidades prácticas de manera que, para muchos, salir de la enseñanza básica e ingresar a la Escuela de Capacitación Agraria fue una gran aventura.
Rememoró vivencias como cosechar aceitunas en el olivar de El Raso, donde manejaban grandes escalerones y recogían a mano el fruto y por las que obtenían contraprestación económica, o un viaje a Fuengirola que hicieron con ganancias por estas tareas.
Se da la circunstancia de que aquella campaña de 1974 fue particularmente buena y los estudiantes lograron cosechar alrededor de 36.000 kilos de aceitunas en el olivar, pero también pudieron hacer lo propio en la recolección de manzanas en Alcolea de Calatrava.
Todo ello sufrirá un giro de 180 grados cuando, en 1987, se rubrica un nuevo cambio de usos en el edificio, el definitivo, pasando a albergar la Oficina Comarcal Agraria (OCA), con alcance a una docena de municipios en el amplio entorno comarca, dedicándose a inspeccionar y asesorar en temas agrícolas y ganaderos o la gestión de ayudas.
Un cambio radical que, en opinión de Jesús Ángel Cuesta, fue consecuencia de la falta de apoyos administrativos y en lugar de la formación reglada, se comenzaron a ofrecer cursos especializados, adaptándose a la demanda de la hoy denominada Unión Europea.
Algo a lo que la Escuela de Capataces no era ajena, porque fue pionera en cursos monográficos sobre incorporación a la agricultura para jóvenes agricultores, que incluían módulos de porcicultura, ganadería caprina y bovina, olivar y cultivos de secano.
En total se impartieron 68 de estos cursos, con una duración de entre 120 y 200 horas, asistiendo 1.407 alumnos en total. Además, hubo otros de 25 a 35 horas sobre diversas técnicas, como el manejo de tractores, con el que muchos jóvenes obtuvieron el carné de conducir y de esquileo de ganado.
Cuesta calcula que, durante casi 20 años, entre enseñanzas regladas y estos otros cursos de capacitación, más de 6.694 alumnos pasaron por las aulas de la escuela almodovareña, dejando un legado de progreso y formación para el campo y el ámbito rural en la comarca.
Competencias de hoy en día para agricultores y ganaderos
De su etapa presente, Antonio Carrero Lobato describió las funciones actuales de la OCA de Almodóvar del Campo, que encontró en el edificio de 'Los Capataces' la que era ya su definitiva ubicación, tras pasar antes por las calles Corredera y Real, sucesivamente.
Su actual jefe explicó que, con la entrada de España en la Unión Europea en 1986, la oficina comenzó a aplicar normativas de la Política Agraria Común (PAC) y servicios burocráticos sobre las alrededor de 355.000 hectáreas a las que presta cobertura en la que es la mayor comarca agraria de toda Castilla-La Mancha.
Carrero detalló que la agricultura en la zona se centra en cultivos de cereal, que ocupan unas 58.000 hectáreas y el olivar, con 11.000 hectáreas, además del viñedo, que ha disminuido a solo 300 hectáreas por costes de mano de obra y precios reducidos de uva. Sí reconoció el incremento en cultivo de pistachos y almendros, sumando 350 hectáreas.
En cuanto a la ganadería, dijo que la OCA atiende la mitad del ganado de toda la provincia, con más de 200.000 vacas, de las que 24.000 son madres y junto a sus teneros alcanzan las 35.000 cabezas, además de unas 7.000 cabras.
También se contabilizan a lo largo y ancho de tan vasto territorio, 15.000 colmenas y subrayó asimismo Carrero Lobato el gran peso que representa el sector cinegético, generando numerosos puestos de trabajo y contribuyendo a la economía del territorio.
Su plantilla técnica, entre ellos veterinarios y titulados agrarios, se encarga de verificar que los agricultores y ganaderos cumplan con las normativas europeas para recibir subvenciones, además de dar asesoramiento para ayudar a los propietarios a gestionar sus explotaciones de manera rentable.
Antonio también aludió a otras tareas más específicas, pero menos conocidas, como la inspección de plagas de langosta en el Valle de Alcudia o la monitorización de la mosca del olivo, gestionando las guías de movimiento para el transporte de ganado y trabajando en la prevención de enfermedades animales, como la lengua azul actualmente.
La antigua faceta formativa la prolongó la OCA un tiempo con cursos no reglados, pero especializados en materias como el transporte de animales vivos o el uso de productos fitosanitarios, pero desde la pandemia de la covid-19, esta labor se ha externalizado.
Última semana para ver la exposición
Al término de la charla-coloquio, De la Fuente quiso avanzar que la que este lunes se inicia va a ser la última semana en que se podrá acudir al edificio para visitar la exposición 'Historia de un edificio: Los Capataces', abierta desde el pasado 11 de octubre.
El presidente de la Asociación de Amigos de la Historia de Almodóvar del Campo valoró el trabajo de todo el equipo que, junto a él, ha hecho posible tan concienzuda iniciativa y recibió la felicitación de miembros de la Corporación municipal que han estado estos días.
La singularidad de este inmueble, al margen de sus vicisitudes históricas y los diversos cometidos que ejerció, es que como escuela de capacitación agraria fue la única en toda la provincia tan meridional, pues como ayer se refirió, los otros se situaron en localidades como Tomelloso o Daimiel.