Debido a la sequía y a las inclemencias meteorológicas, se espera una campaña de aceituna desigual en la región. Esto, sumado a las estimaciones de una menor cosecha a nivel mundial y un enlace de campaña reducido, ha provocado que los precios se eleven, y que aumente la preocupación y el miedo entre los olivareros a sufrir robos en sus explotaciones.
Luis Alberto López Santos es un agricultor de Fernán Caballero. Desde hace unos días ha empezado a recoger las variedades tempranas de picual y arbequina con el temor de que otros lleguen antes y saqueen sus olivos. Está en alerta. «En esta fecha nunca ha habido robos de aceituna, y ya se están produciendo», lamenta, al tiempo que asegura que la presencia de la Guardia Civil es «fundamental» como lo es también, señala, el servicio de Guardería Rural que «actúa las 24 horas del día» y está en constante contacto con los pueblos cercanos de la zona, como Malagón. «Si nuestro guarda ve alguna persona o vehículo sospechoso, da parte a la Guardia Civil y avisa a otros municipios», apunta mientras trabaja en la recolección de uno de los olivares. La coordinación, continúa diciendo, es primordial ante una campaña olivarera que se presenta este año «muy fuerte» en cuanto al número de robos, que «no solo se producen por la noche, también por el día». «La explotación es muy amplía, y pueden pasar perfectamente desapercibidos», añade.
Destaca el perjuicio económico que suponen estas acciones delictivas para el bolsillo del agricultor y también por los daños irreversibles que los ladrones ocasionan en los árboles, destrozando ramas e incluso en el terreno de alrededor. Unos daños que llegan para un sector ya de por sí muy castigado y con la perspectiva de una campaña que será especialmente corta debido al poco fruto que hay en los árboles. Por ello, las labores de control y vigilancia en los olivares para minimizar este tipo de acciones son «fundamentales».