Horas antes de que se conociese la alineación del Atlético de Madrid en Montjuïc, un conocido seguidor rojiblanco publicaba en sus redes algo parecido a: «Como si lo viera, el culo atrás y no pasamos del centro del campo». Adoran al 'Cholo' pero conocen sus tics, y uno de los más insoportables es el de no haber ido a por el Barça en su casa (todavía no conoce la victoria allá) como sí hizo en su momento con el Real Madrid, equilibrando un poquito la enorme deuda moderna que gastaba el 'Atleti' con su vecino blanco. 
Simeone optó por el 5-3-2, un sistema que sí hizo daño al Barcelona este curso en manos del Celta, el Mallorca, el Granada… Pero erró el tiro. Xavi se lo sabía. Los equipos buscan antídotos y el día que uno de ellos funciona, se convierte en el patrón de los siguientes rivales hasta que el grande halla cómo atacarlo. Es la bendita condena de ser el 'rival a batir': todos los estrategas maquinan pertinazmente cómo anular tus virtudes. 
El bloque rojiblanco suma ya 18 años sin ganar en el Camp Nou (y Montjuïc, ese monstruo inerte, semivacío y sin alma por culpa de una ubicación a desmano y unos precios de escándalo) porque el técnico sigue aplicando el mismo método de siempre con la intención de que algún día funcione y poder decir que ese era el camino correcto. Lo de «no tocar nada para que nada cambie» se aplica, creo yo, cuando las cosas efectivamente funcionan… y no en la permanente decepción. 
Se equivocó el 'Cholo' (o eso pareció y así lo recogían decenas y decenas de críticas al día siguiente) y recibió la más dolorosa de las medicinas: el gol de su némesis (Joao Félix) y la sensación de que vuelve a estar un peldaño por debajo de sus dos grandes rivales justo el año en que más sólido y ágil parecía.