María José y Julián, ambos de 39 años, viven la maternidad con una mezcla de satisfacción y desafíos. Son padres de Julia, de cinco años, y Lucía, de siete meses. Decidieron tener un segundo hijo convencidos de que "lo más bonito que me ha dado la vida ha sido mi hermano", como cuenta María José. La idea de que sus hijas se tengan la una a la otra en el futuro fue determinante en su decisión, aunque el camino no ha sido sencillo. "Hemos tenido dos abortos y ya... nosotros hemos cumplido con la nota", relata con sinceridad.

El día a día de esta familia en Miguelturra está marcado por la diferencia de edades entre sus hijas, lo que conlleva necesidades y ritmos distintos. "Me hubiera gustado que se llevaran menos tiempo, porque creo que al final se crían más juntos", explica. Sin embargo, esta diferencia de edades también les ha permitido organizarse mejor. María José no trabaja actualmente, lo que, según detalla, facilita la conciliación. "Si estuviera trabajando, tendríamos que hacer malabares, porque como dicen muchas madres, ahora los niños necesitan un chófer para ir a todas partes".

Julián, profesor e investigador en la Universidad, cuenta con cierta flexibilidad en su trabajo, pero reconoce que "al final es un trabajo que tienes que hacer igual, aunque no sea en horario de oficina". María José, por su parte, es maestra y se ha planteado retomar su profesión en el futuro. "Ahora mismo no me compensa, porque tendría que contratar a alguien y al final el sueldo se iría en pagar a esa persona". Asegura que en unos años, cuando sus hijas sean más independientes, espera poder reincorporarse al mercado laboral. Añade que ha tenido alguna estancia en el extranjero, para investigar, como por ejemplo en Bélgica, "y allá que nos hemos ido todos". 

La familia Caba Ruiz-Peinado en su casa de Miguelturra - Foto: Tomás Fernández de Moya

Uno de los mayores retos a los que se enfrentan, según aseguran, es la paciencia. "Vivimos en un mundo de locos y la culpa es nuestra, vamos con prisa, estresados, y ellos simplemente son niños". Asimismo, creen que "tenemos que ser conscientes de que no se puede llegar a todo", reflexiona María José. También la falta de una red de apoyo ha sido un obstáculo: "No tenemos abuelos cerca que puedan echar una mano si surge algo, así que nuestra red somos nosotros dos".

La maternidad también les ha llevado a replantear su estilo de vida. "Nosotros éramos de viajar mucho y de improvisar, pero ahora lo hacemos de otra manera, buscando planes más familiares", cuenta Julián. A pesar de los cambios, ambos coinciden en que la experiencia ha valido la pena. "Si alguien nos preguntara si merece la pena ser padres, diría que sí, pero hay que tenerlo muy claro", asegura María José. "Es una persona que depende de ti, no sólo económicamente, sino sobre todo emocionalmente y para la que serás su referente", dicen. 

En estos cinco años han notado algunos cambios, especialmente en la percepción del tiempo y en su nivel de exigencia. "Con la primera, todo el tiempo era para ella; con la segunda, tienes que dividirlo y es complicado", explica. También han percibido diferencias en el entorno: "Cada vez hay más productos para bebés, pero realmente necesitan poco o, mejor dicho, necesitan lo de siempre, porque muchas veces los culpables del consumismo somos los padres". A pesar de las dificultades, María José y Julián no se arrepienten. "Lo importante es ser feliz con lo que eliges", afirman.