A casi 10.000 kilómetros de sus lugares de nacimiento, una colonia de argentinos se ha asentado en Ciudad Real con una pasión común, el balonmano. Equipos como el Caserío, Alarcos, Soliss Pozuelo y Bolaños han ido integrando en sus plantillas a jugadores de este país, que se muestran encantados en España, donde han encontrado en sus compatriotas a una segunda familia. De hecho, su unión va mucho más allá del deporte. Algunos viven juntos, tienen proyectos de futuro en común y no ocultan que comparten buena parte de su tiempo libre. Cuando no hay asado, no falta el mate, comidas o dulces de su país de origen, una forma de sentirse muy cerca de los suyos, a los cuales no ven desde hace muchos años.
Valentina Learreta, jugadora del Soliss Pozuelo, lleva seis años en España y admite que, por ejemplo, echa mucho de menos no haber podido ver crecer a sus sobrinos. Un caso semejante al de Santi Canepa, del Caserío.
«Al final estamos aquí para cumplir un sueño y este es uno de los sacrificios que hay que hacer», apunta Nicolás Barceló, jugador del Caserío. «Sabemos a lo que venimos», apostilla Learreta, mientras que 'Pato' Orlandi, también jugador del equipo amarillo, recuerda que un deportista «está sacrificando cosas toda su vida: cumpleaños, vacaciones, veranos…».
Los jugadores y el técnico argentinos, en el pabellón Quijote Arena. - Foto: Rueda VillaverdeAhora siguen el camino que hace unos años emprendieron Eric Gull en el BM Ciudad o Román Bravo en el Manzanares y Alarcos.
Mariano Martín Muñoz es integrante del cuerpo técnico del Caserío y lleva en España desde 2018. «Los jugadores vienen desde Argentina con ese sueño de jugar en Asobal y para mí, como entrenador, la motivación fue venir a aprender de la escuela española, que es donde están los mejores técnicos del mundo».
Rocío Alpuy y Lucas Lozano han sido los últimos en llegar al Caserío y Alarcos, respectivamente. Apenas llevan dos semanas en Ciudad Real, pero se sienten totalmente integrados. De hecho, confiesan que coincidir con compatriotas en la ciudad fue uno de los motivos que les llevó a tomar esta decisión.
De izquierda a derecha, Santi Giovagnola, Nico Barceló, Rocío Alpuy, Mariano Martín Muñoz, Santi Canepa y 'Pato' Orlandi, todos ellos del Caserío. - Foto: Rueda VillaverdeLa motivación para venir a España es fundamentalmente deportiva, pues aunque en realidad sí pueden vivir del deporte, tampoco el balonmano nacional permite grandes desembolsos económicos. «En Argentina no se puede vivir del balonmano», recuerdan, encantados de poder vivir esta oportunidad en España.
«En Argentina no cobrarían, pagarían por jugar», afirma Mariano Martín Muñoz, que recuerda que «no es fácil dejar tu familia, amigos, tu casa, para emprender una nueva aventura que inicias con mucha incertidumbre».
Por ello, tiene claro que en España se apuesta por los argentinos por «nuestra ambición y la ganas de crecer. A los españoles les gustamos pues saben del esfuerzo que hacemos de estar tan lejos de nuestra gente y que si lo hacemos es para trabajar duro».
Valentina Learreta, del Soliss Pozuelo. - Foto: Rueda VillaverdeUna idea que comparte Julián Amores, presidente del Caserío. «Argentina es un país exportador de jugadores por varios motivos. Gracias al idioma y a la forma de ser de los españoles se adaptan rápido. Tienen nivel porque allí las ligas son competitivas y, además, lo que les ofrecemos económicamente es importante para su país. Lo que no podemos traernos es a alemanes o franceses», reflexiona.
Prefieren no hablar de política, aunque siguen con atención las noticias que llegan de su país.
Santi Giovagnola y Nico Barceló, jugadores del Caserío, viven juntos en un piso, al que suele acudir otro casi recién llegado, Patricio 'Pato' Orlandi, que vive con otros estudiantes y que hace muchos días las labores de cocinero para sus compañeros.
Mariángeles de Uriarte y Zoe Turnes, del Balonmano Bolaños. - Foto: Rueda VillaverdeSanti Canepa, también jugador del Caserío, está afincado en Ciudad Real con su novia, también argentina y exjugadora, mientras que en el Balonmano Bolaños militan Zoe Turnes y Mariángeles De Uriarte, con una larga trayectoria en equipos españoles.
Muchos de ellos ya se conocían de su país, pues habían sido incluso adversarios o compañeros. «La rivalidad que podíamos tener allí, aquí se ha convertido en amistad», asegura el más joven de todos, Nico Barceló, que llegó este verano al Caserío y que ha tenido que superar ya dos lesiones importantes.
Todos ellos se muestran encantados de estar en España y no se ponen fecha de regreso. Algunas como De Uriarte tienen claro que volverán a su país, pero solo en vacaciones. Y es que en España, y ahora más en concreto en Ciudad Real, han encontrado un lugar donde cumplir su sueño deportivo y una estabilidad que en su país ven muy difícil de alcanzar.