David Pastor es el protagonista este jueves de un concierto que está a punto de llenar el teatro Quijano. El espectáculo de febrero de la asociación Real Jazz propone un viaje por la historia del género, a través de un homenaje a uno de los grandes, el trompetista Dizzy Gillespie, realizado de la mano de otro de los grandes trompetistas del género, el propio Pastor. Se trata de un músico de los que crea escuela, que vive el jazz en todas sus facetas y que hará disfrutar junto a Bobby Martínez, al saxo; Francisco López, al contrabajo; Germán Kukich, al piano; y César Frías, en la batería.
¿Qué significa para un músico de jazz tocar ante más de medio millar de personas como este jueves?
Es emocionante. Yo soy un tipo de músicos que igual estoy tocando para 30, para 300 o para 3.000 y la verdad es que el sentimiento que me embriaga es igual.
«Cada trompetista de jazz ha tenido su voz»¿Es distinto tocar para 500?
Cuando hacemos conciertos en clubs, el público lo tienes más cerca. La sensación es diferente, es como si estás tocando para unos amigos. Cuando te subes a un teatro o al escenario de un festival, esa distancia impone más, tanto al músico como al público. Cuando cierras los ojos y empiezas a tocar, verdaderamente tocas de la misma manera. Es lo bonito que tiene el jazz, que lo disfrutas tanto si estás en un gran escenario como si estás en uno pequeño.
¿Y qué se va a encontrar el público el jueves?
«Cada trompetista de jazz ha tenido su voz»Este concierto comenzó, un poco antes de la pandemia, como un encargo que me hizo el club de jazz Jamboree, de Barcelona, porque era el centenario de Gillespie y me dijeron si podía hacer un tributo. Para mí, Gillespie ha sido uno de los padres del bebop, junto a Charlie Parker, y era una responsabilidad muy grande, pero fue muy bien. La suerte que tenemos los músicos del siglo XXI son las redes sociales, pues a lo que haces un concierto bueno, da igual donde estés, siempre salen vídeos. La cosa empezó a expandirse hasta el punto que ya llevo unos cuantos años que dentro de mis repertorios, este es uno de ellos y es bastante solicitado. Yo sigo con el mismo gusanillo, que va por dentro, por la responsabilidad de que estás haciendo un tributo a uno de los grandes nombres de esta música.
¿Y por dónde va el concierto dentro de la carrera de Gillespie?
Hago una retrospectiva, siempre basándome en el lenguaje del bebop. Empezamos con el tema que precisamente le da nombre al estilo y luego hacemos una pasada por la estética más latina de Gillespie. Luego, hacemos otra vuelta por estándares y solemos hacer también Donna Lee, como la tocaban ellos, a una velocidad vertiginosa.
Llama la atención que un músico de jazz homenajee a otro. No sé si en el concierto David Pastor toca a la manera de Gillespie...
Es una revisión, evidentemente estaremos dentro del contexto del bebop, pero no pretendo ser Gillespie, ni mucho menos.
¿Qué tiene la trompeta para el jazz?
Uno de los padres del jazz, si no es el padre supremo, era trompetista y cantante: Louis Armstrong. Creo que el sello de la trompeta siempre ha estado en el jazz desde sus orígenes, aunque tampoco es que sea mucho más importante que un saxofón, o que un piano, o que una batería. Yo sí que comparo muchas veces los instrumentos de viento con la voz. Son monofónicos, con una trompeta no puedes tocar acordes, tienes que cantar esos acordes, las líneas melódicas que acompañan a esos acordes que toca el piano. Lo bonito del jazz es que cada trompetista ha tenido su voz. En la música clásica puedes escuchar a grandes intérpretes, como Maurice André o Éric Huguier, que son excelentes trompetistas, y a no ser que seas muy experto, te cuesta diferenciar qué trompetista es cada cual, porque hay como un lenguaje, una sonoridad, muy estándar. Sin embargo, en el jazz puedes distinguir, perfectamente, a Miles Davis, a Chet Baker, a Dizzy Gillespie, a Claude Terry. Cada uno tiene una voz muy personal. Hago otra comparativa: es muy difícil distinguir a una soprano cantando una ópera, porque el timbre que utilizan es muy similar. En cambio, las voces del jazz, como Billie Holliday o Ella Fitzgerald son totalmente diferentes. Y esto es lo bonito que tiene el jazz, que te permite ser más tú.
Y de cara al jueves, ¿cómo dirías a la gente que se acerque a verle?
Aunque sea un repertorio de, digamos, homenaje, decirles que lo van a disfrutar y se lo van a pasar muy bien. Siempre lo digo, no hace falta que seas un gran entendido en jazz para disfrutar de un concierto. Igual que no hace falta que seas un experto en pintura o en arte modernista para ir a disfrutar de un museo. Van a salir a un concierto, van a disfrutar, lo van a pasar bien y creo que va a ser memorable.