El estallido de la guerra abierta entre Sánchez y Page es tan solo cuestión de tiempo. Declarada ya está y solo falta el que él uno o el otro vean llegado el momento de iniciar abiertamente las hostilidades. Por ahora, lo que va 'in crescendo' son las escaramuzas. Las cada vez más claras y punzantes críticas por parte del presidente de Castilla-La Mancha y el aumento del diapasón, dureza y el mayor rango y cercanía al jefe de los legados de parte del señor de la Moncloa, que le responden y admonizan. El estacazo en toda la cresta del gallo supremo del corral propinado por el electorado gallego ha hecho aumentar la tensión en proporción directa al numero de votos y escaños perdidos allí por los socialistas.
A las palabras de Page jugando con que el 'ciclo' de tropiezos se podía convertir en ciclón devastador que arrasara al PSOE y llamando a la reflexión, solo les faltaba una conclusión, que en realidad está implícita.
Porque la reflexión Emiliano ya la tiene muy hecha. Sánchez está sacrificando al partido, a todas las organizaciones territoriales y a su propia esencia, principios y pilares del partido, entregándose al doctrinario separatismo y a sus solicitados chantajes todas las peanas que le exijan para seguir siendo el santo. El diagnóstico no es nuevo y el remedio propuesto tampoco se escapa: devolver al PSOE a la senda del partido nacional, fiable y constitucional que ha presumido ser desde el restablecimiento de la democracia hasta los arrimones de Zapatero y ahora el ya obsceno encame de Sánchez. Ambos convertidos ya en 'pareja de hecho' para pregonar el uno e imponer el otro este nuevo modelo en el cual el socialismo ha cambiado ya por entero de bando en cuanto a su idea, vertebración y unidad de España y adoptado como propio el doctrinario de la extrema izquierda y el separatismo, hasta llegar a convertirse en subordinados suyos como acaba de suceder en estas últimas elecciones.
La reflexión esta más que macerada y es obvio también que de la pelea uno de los dos ha de acabar 'muerto'. Así de primeras está muy claro que el uno es mucho más fuerte que el otro y por eso Emiliano debe hurtar el cuerpo y hacer todas las fintas que puede hasta que vea llegado el momento. Pero ha de andarse con cuidado. Sánchez puede estar ya pensando que visto lo visto, y por donde caza la perrita, lo mejor puede ser adelantarse. Sin embargo. Eso también es complicado. Page es un presidente electo y por mayoría absoluta. No es nada fácil descabalgarle. Y tendría, de intentarse, un coste terrible. Así que también ellos tienen que contenerse.
Emiliano, así de primeras dadas, está muy solo en el conjunto del PSOE. Es casi el único de los que están en activo y con poder que rechista. Eso parece en la superficie: todos sanchistas. Pero cada vez hay más boqueos y ondas. Sobre todo fuera de los dos ámbitos bajo férreo control presidencial, Gobierno, en toda su extensión y decenas de miles deja cargos y Parlamento, los sumisos y arrobados diputados aplaudidores.
Alejados de esos núcleos de poder establecido y pastoreado por Moncloa y, despojados en su caso del poder mismo en la hecatombe autonómica y municipal de mayo pasado, es por el resto del país por donde el descontento empieza a cundir de manera larvada pero con cada vez más sarpullidos. Ya hasta algún dirigente regional se ha atrevido a opinar parecido a Page. Poquita cosa. Pero un síntoma. El aldabonazo del 18-F les ha empezado a despertar y a barruntarse que esto tiene para el partido y para ellos cada vez peor pinta. Y alguno ha empezado a pensar que algo tendrán que hacer, o mejor que alguien haga algo y ellos ver que pasa y, si eso, apuntarse.
Ese cuando es el momento es en lo que debe estar también pensando Emiliano. Ahora puede ir subiendo el tono, perseverar en los picotazos y responder a los mandados y mandadas, encabezados por el Puente y la Montero, con aguijonazos cada vez mas fuertes. Pero no ir mas allá por ahora.
¿Y cuándo entonces?.
Pues me atreveré a dar una fecha si lo que sucede resulta de las siguientes convocatorias electorales, las vascas, el 21 de abril y europeas en junio. Sobre todo de estas últimas. Habrá de ser entonces, pues será ahí o no será nunca. Si en junio el PSOE, en unas elecciones donde vamos a votar todos los españoles y en circunscripción única, pierde y lo hace con estrépito, es cuando, y ello es algo que ya empieza a tomar cuerpo de posibilidad en el interior del partido socialista, el movimiento de Page puede pasar de las palabras a los hechos y encontrar ya mayores apoyos. Quizás muchos mas de los que se supone.
Será su día D y su hora H. Aunque tal vez y muy en contrario, en Moncloa ya tienen prevista otra y aún antes.