La pesadilla subterránea del ejército hebreo

S. Samhan (EFE)
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La extensa red de túneles construida bajo la Franja, controlada por Hamás y donde se teme que estén los casi 300 rehenes, supone uno de los mayores desafíos para las tropas israelíes

El grupo islamista afirma que la longitud de los corredores alcanza los 500 kilómetros. Imagen de archivo de milicias de Hamás - Foto: Europa Press/Contacto/Yousef Masoud

Uno de los problemas de las tropas terrestres de Israel para avanzar por la Franja de Gaza es el complicado desarrollo urbanístico del enclave y la laberíntica red de túneles subterráneos de Hamás, comparable con una gigantesca base militar. Pese a que el grupo armado afirmó en 2021 que había construido 500 kilómetros bajo suelo, nadie sabe a ciencia cierta cuál es su longitud. Así lo señala la experta Daphne Richemond Barak, profesora de la Universidad Reichman, en Israel, quien lleva años estudiando este tipo de infraestructura y que apunta que incluso los corredores podrían ser más largos que la extensión de la propia Franja, ya que están construidos en zigzag.

«La mayor parte de las doctrinas militares desaconsejan que los soldados se metan en túneles subterráneos y es porque les pondría en un riesgo muy alto», comenta. Barak explica que, una vez en el subsuelo, es difícil comunicarse con la superficie, ya que «normalmente el GPS no funciona abajo» y si algún soldado resulta herido sería muy difícil rescatarlo. «Obviamente Hamás sí que ha desarrollado medios de comunicarse bajo tierra», apunta la experta, que rechaza la designación de «metro de Gaza», como se conoce popularmente, y prefiere compararlo con una base militar gigantesca subterránea, con pasillos, salas más amplias y almacenes.

Según un estudio del profesor Joel Roskin de la Universidad de Bar-Ilan, estos túneles comenzaron a construirse en 1982 tras los acuerdos de paz entre Tel Aviv y El Cairo, al quedar dividida la localidad de Rafa en una parte egipcia y otra en la Franja. Fueron los residentes de la propia ciudad quienes empezaron a crear los conductos para introducir artículos de contrabando y para que las familias se unificasen.

En aquella época fueron mineros locales los encargados de horadar los pasadizos para ayudar a los vecinos de ambos lados. A lo largo de las décadas, la red fue creciendo en número y longitud, y a los bienes de primera necesidad se sumaron armas y municiones. Los túneles se expandieron por otras partes del enclave. De hecho, los militantes de Hamás que entraron en territorio israelí en el ataque del 7 de octubre lo hicieron a través de allí.

Barak destaca que, si ya es complicado destruir esos corredores, si se encuentran en un ambiente urbano con civiles, «la tarea se vuelve casi imposible». Y este es uno de los dilemas del Ejército hebreo.

Aun así, detalla, «podemos esperar que Israel llevará a cabo bombardeos para destruir y no meramente neutralizar estructuras subterráneas, con métodos como rompebúnkeres, ataques guiados de precisión, armas termobáricas y, potencialmente, incluso agua a alta presión». La cuestión está en cómo medir la fuerza ante la posibilidad de que allí se encuentren los 239 rehenes en manos de Hamás.

Además, Barak afirma que es fácil perder la noción del tiempo en esos túneles, que tienen varias plantas y donde la humedad es alta. Ya en la superficie no es tan complicado moverse, aunque Ahmed, un ingeniero civil de la ciudad de Gaza, subraya que esta urbe no es ni mucho menos homogénea a la hora de orientarse. «Es una de las ciudades con más densidad de población del mundo, con más de 750.000 habitantes en una área muy pequeña, de 56 kilómetros cuadrados», remarca Ahmed, que pide ocultar su nombre real por seguridad.

Una ciudad compleja

No obstante, muchos vecinos se han desplazado hacia el sur del enclave en busca de zonas con menos peligro. «La naturaleza de la ciudad es dispersa, es una de las poblaciones más antiguas del mundo, diferentes imperios la ocuparon», indica.

En su opinión, no se puede comparar Gaza con ninguna urbe en el mundo porque está frecuentemente expuesta a ataques y «acciones militares que han cambiado su desarrollo urbano y han borrado zonas completas», por lo que es difícil que se ordenen los barrios. La localidad se articula en dos calles principales que unen el norte con el sur -una de ellas es Salahedín, en el lado oriental, y la otra es Al Rashid, junto a la costa-. Precisamente las tropas israelíes alcanzaron ayer Salahedín, situándose en las afueras.

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