El sol ya ha caído. Es la hora en la que Félix Gutiérrez baja la verja de su negocio familiar, en Piedrabuena, para continuar con otra de las tareas que le ocupan estos días. En una bolsa de plástico lleva algunas viandas para los que, como él, dejan durante unas horas su profesión para convertirse en modistos, bailarines, pintores y albañiles. Con su furgoneta se dirige al lugar en el que hace años era el gimnasio. Es la primera parada de la ruta. Allí, en una sala alejada de las bicicletas, las cintas y las pesas, un grupo de mujeres no para de dar puntadas. Telas de diferentes materiales y colores dan forma a los trajes que la Peña Los Tunantes de la localidad lucirán en el Carnaval de este año. 

En el calendario, una fecha marcada en rojo. El 10 de febrero. Ese   día, en Toledo, comenzarán a desplegar por toda la región el montaje en el que llevan trabajando desde hace seis meses, cuando en el pasado verano arrancaron los preparativos. Fue entonces cuando el tema se sometió a votación. Después tocaba elegir la música, diseñar los trajes, también las carrozas, y estudiar la coreografía. Todo está analizado y pensado al milímetro. No hay detalle que pase desapercibido. Este año, los más de 120 integrantes de la peña bailarán al compás de los dioses nórdicos, el tema seleccionado. Durante el desfile sacarán doce trajes diferentes, cuyo patrón es cortado por las modistas de la peña. Una de ellas, es Ana Rodríguez, quien lleva viviendo los entresijos del Carnaval siendo ya una adolescente. Ante la mirada de sus compañeras y rodeada de tejidos, hilos y tijeras, asegura que pensar en el diseño y plasmarlo en la tela es de las telas «más difíciles», aunque «la experiencia te da tablas», reconoce con orgullo su hermana, Montse, quien empezó ya a vivir esta tradición familiar carnavalera con solo doce años, «y ya tengo 49», puntualiza con cierta nostalgia.  

A pocas semanas para dar el pistoletazo de salida al Carnaval, en estos días la peña piedrabuenera estira la noche para rematar los últimos detalles. «Tenemos nuestro trabajo, nuestras casas y nuestra vida», por lo que la maquinaria empieza a funcionar a partir de las ocho de la noche. A sus espaldas, numerosas horas de trabajo y plena dedicación para vivir al máximo una tradición que se transmite de padres a hijos. El cansancio ya se va notando en los rostros, pero «cuando llegamos a Toledo, al primer desfile, merece la pena los meses y las noches de frío que pasamos en las naves. Se nos ve felices», señala Montse.   

Los entresijos del Carnaval - Foto: Fotos Rueda VillaverdeAl gran número de horas que cada día se dedican a realizar el vestuario se suman las dedicadas a la coreografía y a las carrozas. A unos cuantos metros de la sala que estos días hace las funciones de sastrería, en el polígono industrial, en una nave municipal, tampoco cesa la actividad. Bajo el aroma que desprende el poliéster, se lija, se corta, se pinta, se suelda, .... Allí, convertida en un auténtico taller, un grupo de personas, trajeadas con mono de faena, se convierten en carpinteros, soldadores, electricistas y pintores para dar forma al Carnaval. Todo tiene que estar a punto para esa fecha marcada en rojo, y se ha pisado el acelerador. Se trabaja a contrarreloj. 

Los 'carroceros', como así se les conoce en la peña y en el pueblo, son otra de las piezas fundamentales en estos días. Ponen especial atención en las carrozas, en su elaboración, montaje e instalación, pero también en la música, otra parte esencial. «Todo es importante», manifiesta David Hernández, quien lleva en la peña catorce años, los últimos cuatro confeccionando las carrozas. Con orgullo comenta que el tema que él presentó ha sido el seleccionado, por lo que supervisa hasta el más mínimo detalle. Y es que, el Carnaval «te engancha». Hasta tal punto, manifiesta, que en  su mente ya tiene la música de los  próximos carnavales. «Esperemos que salga todo bien y que a la gente le guste. Mientras disfrutemos nosotros y la gente, los premios son secundarios», añade.    

Cada uno tiene una función, pero todos buscan un mismo objetivo: pasarlo bien. Y son muchas las ocasiones que su imaginación, creatividad y trabajo ha sido reconocido por el jurado en numerosos desfiles que acoge la provincia y la región. Este año, como siempre, van a por todas. Así lo reconoce su presidente, Félix Gutiérrez, quien lleva treinta años ostentando la presidencia de Los Tunantes, que se fundó hace ahora cuarenta años. Desde entonces, son muchos los premios de su palmarés. Incluso «un año hicimos pleno», manifiesta. Fue, cree recordar, en 2008, año en el que se hicieron con el primer premio en «todos los sitios». Incluso el Arlequín de Oro, la máxima distinción que otorga el Ayuntamiento de Ciudad Real en su día grande, el Domingo de Piñata. Un arlequín que les ha dado la alegría en más de una ocasión. Pero quieren una más. Y ganas no les falta. «Hay mucha competencia, y el jurado tiene que afinar muy bien. Todo puntúa, desde la coreografía y la música hasta las carrozas y el vestuario. Es un conjunto. Tenemos la ilusión de ir a por todo, y ganar todo lo posible», declara a La Tribuna. Hay que lograr la excelencia.    

Los entresijos del Carnaval - Foto: Rueda VillaverdeAsegura que nunca piensan en los premios, pero es un aliciente para cubrir unos gastos que pueden llegar a alcanzar los 20.000 euros. Por ejemplo, solo en madera,  se han empleado más de 200 kilos. 

A los doscientos euros del traje, hay que sumar otros muchos como los bocadillos, los autobuses, el transporte ... Es el momento de sacar la calculadora. Los premios no ayudan para cubrir la inversión, reconoce, pero las rifas y las actividades culturales  durante todo el año se destinan a la peña. El objetivo, ayudar al peñista a sufragar lo máximo posible los gastos. «Antes el traje nos costaba 500 pesetas, y ahora un dineral». 

Los Tunantes no es la única peña de la localidad, pero sí la más antigua, y quizás también una de las más activas. No solo participan en el Carnaval, también lo hacen en otros muchos eventos a lo largo del año como es en Navidad pero este es el «más especial» y donde la imaginación se sirve en grandes de dosis.    

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