Una buena corrida en Alcázar sin llegar a las cotas del día anterior en Daimiel. Había ambiente en los aledaños de la plaza que cubrió más de tres cuartos del aforo permitido. En chiqueros, seis ejemplares de Daniel Ruiz, correctos de presentación, que dieron buen juego en líneas generales, con el pero de la blandura en más de uno. Al cuarto, ‘Emperador’ de nombre, se le dio la vuelta al ruedo. Incluso, se le llegó a pedir el indulto. El segundo, algo playero, que dobló las manos, justo de fuerzas, logró darle las distancias De Justo, lo llevó a media altura en los primeros compases y a partir de ahí, el astado encastado, se vino arriba y mostró gran clase en la faena. El quinto, que llegó a hincar los pitones en la arena varias veces, transmitió menos pero fue bueno y se mantuvo en pie porque Emilio le dio sitio y lo entendió perfectamente.
El primero ‘encastaíto’ y tercero y sexto, bajaron en su comportamiento. Digamos que a contraestilo de su matador.
Una vez más, Emilio de Justo, estuvo en figura, cortando tres apéndices que pudieron ser cuatro si la espada no hubiera resultado caída en el quinto. Demostró inteligencia en la lidia del segundo, desde los lances iniciales hasta el mimo con el que llevó los primeros compases de faena. A media altura como dijimos en los redondos y obligándole más en la segunda mitad de faena. Trasteo de menos a más, con el toreo fundamental como bandera. Apostó por el toro y éste le correspondió. Naturales encajados, y redondos sin el estoque en plan dominador, dieron paso a una estocada delantera con derrame. En el quinto, por delantales a la verónica y chicuelinas al paso al ojo de perdiz. Buenos pares de banderillas a cargo de Morenito de Arles y de Pérez Valcárcel, que saludaron. Derechazos de mucho fuste, seguidos de naturales despaciosos, ‘echándole de comer’ y ligando al cornúpeta.
Triunfo De Justo en los toros de Alcázar de San Juan - Foto: Fotos Rueda Villaverde¡Qué bien dibuja el extremeño el trazo de los muletazos! Los de pecho son marca de la casa, para cerrar una faena completa y maciza. Estocada caída, tras aviso. Oreja. Suma y sigue.
Abría plaza Antonio Ferrera, que estuvo muy bullidor toda la tarde, haciendo gala de su heterodoxia, que algunas veces cobra un exagerado protagonismo. Así ocurrió en el cuarto, con inicios de rodillas en las tablas, para a continuación torear por redondos curvando la figura para alargar el recorrido del pase. Enseguida conectó con el tendido, sobre todo después de una serie de mano baja con la izquierda. Sacó a relucir su escenografía, esta vez le tocó a la banda de música; le dijo no sé qué al maestro, y al poco arrancó con ‘Ópera flamenca’, Ferrera se echó la muleta al hombro haciendo arabescos conforme iba a la cara del toro. Echó las rodillas en tierra, dio pases mirando al tendido aderezado todo con gestos que provocaron el delirio entre el público. Montó la espada rápido y cortó las dos orejas entre ovaciones. Fue avisado. ¡Anduvo listo Ferrera!
Roca Rey, apenas pudo lucirse en el sexto, pues a decir verdad le tocó el peor lote, muy a contraestilo digamos. Necesita un toro con más recorrido y fuerza al que domeñar. En el tercero, un’puyacito’, pases por alto hasta el centro en una labor que fue a menos; demasiados tiempos muertos por los intentos de escarbar de su enemigo. No alcanzó relieve alguno su labor. Pinchazo y media. Silencio. En el sexto, cortó un apéndice, tras las verónicas y chicuelinas. Quitó por Caleserinas. Ya de noche, el toro se fue a la puerta de cuadrillas y allá que se fue su matador, basando su labor en la mano diestra. Faena dominadora, con el público a favor, pero faltó la chispa. Pinchazo, estocada y descabello. Aviso.
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El público salió satisfecho pese al excesivo metraje, pues el espectáculo comenzó con quince minutos de retraso. Hay que subsanar eso.