Veleta Roja se quedaron a las puertas de llevarse el Grammy con su proyecto ¿Y si pido que me cuentes? Un proyecto audiovisual tras el que hay un proceso de improvisación musical y de narrativa oral que se editó en 2021. La parte escrita del proyecto, los cuentos de Aldo Méndez, ha sido más compleja de editar, recopilándolo en tres volúmenes, donde el texto se ve ampliado, mediante códigos QR, con la música de Hernán Milla (piano) y Carlos Cano (flauta). El primero de esos libros fue Canturia, al que siguió Donde nacía la lluvia y este viernes , a las 19 horas, se conocerá el tercero, Laberintos.
¿Esta es la última parte de una trilogía?
«Estos libros son como fotografías» - Foto: Rueda VillaverdeAldo Méndez (A. M.): Cuando empezamos no sabíamos cuántos libros iba a haber. La duda era cómo organizar todo el material que teníamos. Cómo concierto era un todo orgánico, pero como libro era imposible. Había un sustento de todo el texto: la memoria emotiva, los afectos, la convivencia, pero había textos que iban desde niños de 5 años a otros para adolescentes y otros inclasificables.
¿Y esta trilogía estaba pensada desde el inicio?
Hernán Milla (H. M.): Toda la colección la hemos llamado 'Y si pido que me cuentes', que comenzó en 2021. Nos parecía que para que estuvieran reunidos no acababa de funcionar con una sola identidad a nivel de estilo en el formato impreso. Así decidimos mantener esa unidad de colección, pero articularlo en tres volúmenes diferentes, ilustrados por tres mujeres diferentes, para que cada uno tuviera una visión.
A. M.: Cada uno de los volúmenes tiene además del texto que aparece en el disco, otros textos. En este último aparece un texto inédito que se utilizó como enlace para articular los otros textos poéticos que eran muy pequeños y por dimensión no daban para un libro. Entonces lo que hemos hecho es jugar con cosas impresas, con códigos QR, para sacar a la luz el espectáculo en un formato que permitiera ver las diferentes posibilidades que tiene. No es un espectáculo ni para niños, ni para adultos, ni para adolescentes, sino que es un espectáculo para todos.
¿Por qué el nombre de Laberintos?
A.M.: Se llama Laberintos porque precisamente este es el texto más complejo de todos. Este libro habla de la mirada inocente sobre la sexualidad, con preguntas sobre de quién debo enamorarme, qué es enamorarse, por qué tenemos que sexualizar siempre el amor. Habla de esas cosas que muchas veces hay gente que la mira con las uñas levantadas, desde posicionamientos ideológicos más fundamentalistas o menos, pero es un texto muy bonito, muy hondo y creo que habla de esas dudas que todos tenemos desde la infancia. Qué es querer, qué es mirar, qué es amar. Se llama Laberintos porque al final la sexualidad y los afectos son una suerte de pozo sin fondo en el que muchas veces cuesta ver la luz.
H. M.: Hay una cosa que a mí me llamó la atención desde el principio de ese texto, cuando lo hicimos, creo recordar que fue en 2021, en Alcázar, para unos institutos. Era un texto con preguntas abiertas. No hay ningún dogma, ninguna imposición de pensar ni de sentir, es simplemente como el que deshoja una margarita, pero lo deja todo abierto y la música que hacemos, creo que tiene la sonoridad muy diferente a la que hemos venido haciendo acompañando otro tipo de historias. Son todos finales abiertos.
Han cumplido ya una década de proyecto, ¿qué queda de aquella Veleta Roja que comenzó?
A. M.:Yo cada vez estoy más alejado de muchas cosas porque no me interesa el ruido. A mí lo único que me gusta es subirme al escenario sin saber qué va a pasar, consciente de que hay un camino, pero de no saber cómo es el camino. Hemos elegido estos cuentos, pero si siento que no funciona con el público, lo voy a cambiar por uno que lo conozca. Para mí no ha cambiado eso, las ganas de seguir jugando, de seguir haciéndolo. El asombro no está pautado, tiene su estructura, pero no es una estructura rígida y eso para mí es lo más significativo. Seguimos lanzándonos al vacío solo desde la confianza y desde el respeto.
H. M.:Comparto con él esa sensación, porque esa es la esencia de un arte efímero como es la música y es la narración oral, si lo comparas con la publicación impresa. Él dice que no se siente escritor, pero, sin embargo, en el escenario puede ser un tornado de literatura en vivo. Creo que eso en el fondo es lo que articula todo lo que acabamos haciendo. Cuando uno piensa en improvisación siempre lo asocia a lo caótico, pero cuando tiene más o menos un camino claro, se puede permitir el lujo de hacer equilibrismo por ese cable y eso es precisamente lo que hace la magia. En el fondo todos estos productos, sobre todo los que estamos haciendo últimamente, tratan de ser fotografías de un momento concreto. Como el fotógrafo que llega a un momento de un evento que está ocurriendo y ahí se quedó. Quedarse solo con una fotografía sería reducirlo, pero tenemos comprobado que cuando tenemos un producto nuevo siempre se articula movimiento alrededor que es lo que más disfrutamos. Lo gozas porque es un trabajo al fin y al cabo que está terminado, pero lo que realmente te alimenta es el espectáculo en vivo.