José Rivero

Doble Dirección

José Rivero


Antes, durante, después

05/02/2025

Formulaba Carlos Boyero su particular obituario sobre la desaparecida Marianne Faithfull –musa y algo más que musa de Mick Jagger y antes de Brian Jones, groupie de los Rolling Stones, avistada por Andrew Oldham en el Londres pop y en el swinging London de los 60–, con un toque severo sobre las primicias y regalías del presente arrugado y enflaquecido. Y así, dejaba ver que: «En el cine, los libros, la música, casi todo [lo que parece interesar e interesarme] pertenece al pasado, a ese mundo de ayer», entrevisto por Stefan Zweig, dando un portazo ruidoso al presente, no menos ruidoso, con esa divisa de apariencia neoconservadora de que los mejores frutos proceden de arados campos viejos. 
Y ello, esa afirmación sobre el valor de las expresiones del pasado se producía en la antesala de la creciente y publicitada banalidad musical del resucitado Festival de Benidorm, en formato neomoderno como Benidorm Fest, heredero del desarrollista Festival Internacional de la canción de Benidorm de 1959, celebrado en Manila Park de la localidad alicantina y tras el señuelo del festival de San Remo, buscando la promoción de la ciudad en vías de transformación. De tal forma que la relación del Benidorm Fest es a la música pop-rock canónica, la misma que el urbanismo turístico de sol y playa de Benidorm es a la teoría de la ciudad histórica y a la ciudad planificada. Recorrido, el del Benidorm Fest, por experiencias musicales de formatos diversos, como los enunciados por el doliente Boyero. Que entre «el rap, el reguetón, el hip hop» no descubría más que ruido inconsecuente y letras del musiqueo y del caderazo. Baste ver la nómina de integrantes de la gran final tan publicitada como jaleada por la televisión pública, para comprender la espesura del pasmo. Lachispa, Lucas Bun, J KBello, Kuve, Daniela Blasco, Melody, Mawot y Mel Ömana componen la alineación mixtificada de ese recorrido desde la nada a la más absoluta pobreza musical. Cosa ya habitual del repetido Benidorm Fest
Y esa es la pobreza del presente que disecciona Manuel Vicent en su columna del pasado domingo, Ser viejo, ser joven, donde concluye que «ser joven consiste en verlas venir, ser viejo consiste en ver cómo se van». Y en ese trayecto irreversible advierte el maestro valenciano que «había que luchar para que no fuera arrebatado el sentido. Todo da a entender que esa batalla se ha perdido, puesto que la confusión de lenguas, la maldición de Yahvé a los constructores de Babel persiste más que nunca».