Del anonimato al estrellato

Agencias
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La designación de Francisco Galindo como verificador de las reuniones entre Junts y PSOE ha convertido a este embajador salvadoreño, totalmente desconocido hace una semana en España, en uno de los nombres más populares de la política nacional

Del anonimato al estrellato

De un día para otro, Francisco Galindo Vélez pasó del anonimato al estrellato. Este diplomático salvadoreño será el verificador del proceso de negociación entre el PSOE y Junts abierto en Ginebra; un puesto por el que ahora, por increíble que parezca, pasa la gobernabilidad de España. En una semana cambió de ser un absoluto desconocido a ser uno de los nombres más populares de la política nacional.

Nacido en 1955 en San Salvador, es un abogado experto en protección de desarraigados y derechos humanos con una amplia experiencia en el conflicto colombiano.

Galindo Vélez, que participó el pasado día 2 en el primer encuentro celebrado entre los dos partidos en Ginebra, ejerció como embajador de El Salvador en Francia entre 2010 y 2015 y posteriormente prestó su servicio al frente de la embajada de su país en Colombia entre 2016 y 2020. 

Graduado en la licenciatura de Ciencias Jurídicas y Políticas, fue también representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Francia, Colombia, México y Egipto y representante regional adjunto para México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Cuba y Belice entre 1987 y 2008.

Además, cuenta con estudios de posgrado en la Universidad de Nueva York, la Universidad de Ginebra y el Instituto de Altos Estudios Internacionales de Ginebra.

Galindo Vélez asumió en 2002 el cargo de representante de ACNUR para Colombia, un país al que había llegado con el organismo de la ONU en 1997, en sustitución de la brasileña Leila Lima.

Jurista experto en protección de desarraigados y derechos humanos, la misión de esta institución en Bogotá informó entonces que continuaría la labor de fortalecimiento de «la protección y prevención del desplazamiento» en Colombia. «Nuestro mandato es con los refugiados, pero en casos excepcionales, como el de Colombia, trabajamos con desplazados», advirtió en 2002, un país donde «el problema de los desplazados ha venido aumentando, año a año», tal y como él mismo afirmó.

ACNUR explicó el desplazamiento forzado en Colombia como un intento de escape de una «guerra por la tierra, la ideología y las drogas entre las guerrillas marxistas, los paramilitares de extrema derecha y el Ejército».

Galindo observó ese año que «la solución al conflicto nos traería una solución al desplazamiento», pero aclaró que no podía hacer previsiones sobre esta confrontación. Según cifras de distintos organismos colombianos citadas entonces por ACNUR, en el país, con unos 40 millones de habitantes, había entre 600.000 y dos millones de desplazados por el conflicto interno, la mitad mujeres.

Cuando en febrero de 2016, junto a los nuevos embajadores en Bogotá del Reino Unido, Japón, China, y la Unión Europea, presentó sus cartas credenciales ante el entonces presidente colombiano, Juan Manuel Santos, éste agradeció el apoyo internacional al proceso de paz que desarrollaba su Gobierno con las FARC.

Guerra civil

En 2011, como embajador de El Salvador en Francia, conmemoró el 20 aniversario de la conclusión de la guerra civil en su país (1980-1992). La celebración en Francia se justificó por la importancia que este país tuvo en la consecución del acuerdo de paz que puso fin al conflicto armado en el país centroamericano.

El salvadoreño recordó que Francia estuvo, junto a México, en el origen de la llamada «declaración franco-mexicana» de agosto de 1981, la primera de carácter internacional que reconoció al Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) como interlocutor político. «Esa declaración llegó en el momento más frío de la Guerra Fría», destacó para reconocer que tanto México como Francia «corrieron un gran riesgo» al firmarla.

La «declaración franco-mexicana» aseguraba que el conflicto salvadoreño no tenía una solución militar e instaba al diálogo político entre ambas partes.

Hubo que esperar todavía 11 años para que el Gobierno y el FMLN suscribieran en el castillo de Chapultepec, en México, los acuerdos que pusieron fin a la guerra y sentaran las bases de la futura paz.

Entre los actos de conmemoración hubo mesas redondas con representantes del Gobierno entonces del FMLN y de la oposición. «Estarán los negociadores de aquel acuerdo y también los mediadores», destacó entonces este mediador ahora en un nuevo debate.

Esta dilatada trayectoria diplomática ha culminado ahora, a sus 68 años, con su designación como el verificador internacional de las negociaciones entre el PSOE y la formación que abandera el fugado Carles Puigdemont.