La inversión económica te garantiza un plus de tranquilidad respecto a los que no pueden hacerla o no la realizan tan cuantiosa. El club 'rico' (al que se le supone 'plantillón' y fondo de armario) puede jugar muchos minutos en servicios mínimos frente a un modesto y llevarse un triunfo incluso holgado. Al revés es inimaginable. En ocasiones, los grandes miden mal. Entregan demasiado tiempo pensando que, una vez se agoten las fuerzas, habrá de sobra para solucionar la papeleta. A veces, efectivamente, sí lo hay: el Atlético sobrevivió a un buen Mallorca con un solitario gol y sufrió relativamente, que es como lo hace el equipo de Simeone, antes de encontrarse el 2-0 con una filigrana de Griezmann. Pero el Real Madrid no sobrevivió ante un Espanyol mucho más necesitado y, por tanto, intenso. Los blancos fueron gravemente perjudicados, afirmación que no es incompatible con asegurar que pecó de indolencia porque presume (mal) parte de la hinchada merengue que teniendo una alineación coronada con Bellingham, Rodrygo, Vinícius y Mbappé permite ganar por inercia. Por mucho que el colegiado de turno te escamotee una tarjeta por allá y un penalti por aquí, jugar sin pasión, como un burócrata aburrido al borde de la jubilación, entraña estos peligros: la Liga se aviva por incomparecencia del líder.
En bloque
También se puso en servicios mínimos el Barça entregándole 45 minutos al Alavés: un solo disparo a puerta en toda la primera mitad. Lo corrigió después con un plus de entusiasmo, el que le permite coleccionar goleadas, pero la barrera vitoriana aguantó hasta que Lewandowski sacó la mejor versión del 'nueve' clásico. De todo el partido merece la pena rescatar esa jugada 'maradoniana' de Lamine Yamal zafándose de hasta siete futbolistas. Son acciones puntuales, lujos que no derivan en gol aunque lo merezcan… pero adquieren un valor enorme en sí mismas. Nunca hay que perder la perspectiva ni de que su consagración como estrella se forja en esos detalles, ni de que aún tiene 17 años.