A principios de 1933 solo había un instituto en la provincia de Ciudad Real, ubicado en la capital, y a él acudían todos los estudiantes que tenían que examinarse, llegados de cualquier punto de la provincia. Por este motivo, en una comarca dedicada al mundo del vino, pujante en la economía provincial, se hizo necesario abrir un segundo instituto de la provincia, primero como elemental, y después, en 1934, con el nombre de un escritor ilustre de Valdepeñas, Bernardo Balbuena, quien llegó a ser obispo de Puerto Rico. Este instituto celebrará a primeros de diciembre sus 90 años y el equipo directivo encabezado por Juan Miguel Calderón ha implicado a todo el centro en recopilar libros, objetos y el legado de los pioneros del instituto, para archivarlo, conservarlo y solicitar la declaración del instituto histórico. La petición, de ser concedida, convertiría a este centro en el undécimo instituto con esas características de Castilla-La Mancha. El reconocimiento implicaría contar con personal para mantener un amplio legado y fondos que posibiliten reformar el actual edificio, inaugurado en 1967, bajo el diseño del arquitecto más aclamado de la provincia en el siglo XX, Miguel Fisac, y que tiene un elemento diferencial, que está sin uso por su mal estado: una capilla, donde se observan todos los elementos característicos del arquitecto, pero que ahora hace las veces de almacén, con una zona en la que apenas se puede acceder.
Para el director, el Bernardo Balbuena es una muestra de que la educación era y es «el centro de la vida cultural». «Valdepeñas, si tiene una vida cultural que sobresale respecto de otras localidades, es porque ha tenido un instituto desde el 33, que realmente ha fomentado que aquí se valoraran muchas cosas que, a priori, no se valorarían en otros momentos». En este sentido, recordó que hay muchos puntos donde se ha progresado materialmente, pero no culturalmente, como «lo ha hecho Valdepeñas y los alrededores». Por poner un ejemplo, casi una anécdota, su salón de actos es el segundo espacio con mayor capacidad del municipio.
Estos 90 años del instituto son, por lo tanto, «el reconocimiento de este recorrido, la historia de este centro, que es la historia también de una comarca». En este sentido, hay «una identificación» del Campo de Montiel con el Bernardo Balbuena porque toda persona que tuvo estudios superiores en los años 30 o 40 tuvo que pasar por este instituto. «Si se hace público lo que tenemos y se empieza a proteger todo, se empieza a cuidar la historia», indicó el director, recordando que aún hay mucho por conocer, porque el centro cuenta con un archivo en el que quedan por verse nombres ilustres. «Sabemos que el hermano de Francisco Nieva estudió aquí», pero no se ha localizado al dramaturgo. Sí que se ha encontrado la ficha del poeta Juan Alcaide o de Manuel Alía Medina, que fue quien descubrió las minas de Bucraa, en el Sáhara Occidental, las que más contenido en fosfatos tienen, un geólogo destacado que dio clase en la década de los 40 en el centro.
Preservar un legado de 90 años - Foto: Rueda VillaverdeA ese reconocimiento a la historia, el director suma la necesidad de preservar un legado que se podría perder. Por ejemplo, el instituto cuenta con libros del siglo XVIII o XIX, pero también del XVI y antes, que ha tenido que ceder para que se conserven de la mejor manera posible. Hay una copia de las Siete Partidas de Alfonso X que es propiedad del instituto, por ejemplo. También tienen parte de su historia repartida por Valdepeñas, como los bancos de la capilla, que fue desacralizada, y que se ubican en la iglesia del Lucero. Un ejemplo de ese legado que puede desaparecer está en el piano, que algunos profesores jubilados señalaron que existía, y se incluyó en un inventario, pero no se encuentra en el edificio.
Por este motivo, en cualquier aula del centro aparecen elementos de esta historia, como unos microscopios de finales de siglo o carteles de anatomía que cuelgan en las paredes del laboratorio. José Valenzuela, jefe del departamento de Biología, va desgranando, como hacen el resto de profesores, lo que se encuentra en su ámbito, con minerales o una centrifugadora manual, que están en un laboratorio sin apenas cambios respecto al momento en que se construyó.
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Historia y modernidad.Esa conexión entre una institución creada hace 90 años, en un edificio del 67, se combina además en el Bernardo Balbuena con el interés por modernizarse. Así, junto a la radio, una de las novedades del centro, es que se mantienen las ampliadoras para el revelado de fotos. Igualmente, junto al edificio de Fisac hay nuevas aulas construidas, fruto de una ampliación, donde se ha seguido el estilo de grandes ventanales y de clases con luz natural, pero con elementos modernos, como la preinstalación de la luz o las pizarras digitales. Espacios que modernizan una institución que la próxima semana celebrará sus 90 años de historia con una exposición de algunos de estos elementos y la reivindicación de que se le designe como el undécimo instituto histórico.