El gran duelo que cambiará el mundo

SPC-Agencias
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Todas las miradas están puestas en los comicios más reñidos de los últimos tiempos, en los que las urnas eligen entre un segundo mandato de Donald Trump o convertir a Kamala Harris en la primera presidenta del país

El gran duelo que cambiará el mundo - Foto: Brian Snyder

El camino se bifurca en dos sentidos totalmente opuestos y solo uno de ellos llega a la meta: la Casa Blanca. Y cada sendero tiene a su propio competidor. Por un lado, el magnate Donald Trump, que podría volver a sentarse en el Despacho Oval cuatro años después de ser derrotado en las urnas, pese a las causas judiciales que pesan en su contra. En el otro, la actual vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, quien tiene posibilidades de continuar el legado dejado por Joe Biden -obligado a renunciar en plena campaña-, y convertirse así en la primera mujer en ocupar la Presidencia del país.

Lo cierto es que tanto el candidato republicano como la demócrata poseen opciones para hacerse el próximo martes con la victoria en unas elecciones que se perfilan como las más ajustadas del siglo. Según los últimos sondeos divulgados por Emerson College, se prevé para la cita un empate técnico con el 49 por ciento de apoyo.

Conscientes de que cada voto cuenta, los aspirantes han tratado de convencer a los ciudadanos con numerosos discursos y propuestas de todo tipo que les han hecho chocar en estos últimos meses.

Guerras

Harris: La todavía número dos de Biden llama a poner fin a la guerra desatada en la Franja de Gaza, al tiempo que promete seguir apoyando militarmente a Israel, aunque apuesta por la solución de los dos estados.

También ha dejado claro que mantendrá su respaldo a Ucrania con el envío de armamento estadounidense para que pueda hacer frente a la invasión rusa.

Trump: El magnate neoyorquino, que protagonizó en su mandato un total alineamiento con Israel, urge al Gobierno de Benjamin Netanyahu a «terminar rápido el trabajo» y, a diferencia de su rival, no apoya la creación de un Estado palestino.

Más recelo muestra respecto al apoyo a Volodimir Zelenski, criticando en numerosas ocasiones el envío de armas a Kiev y amenazando, incluso, con abandonar la OTAN. En su opinión, Vladimir Putin no se habría atrevido a invadir Ucrania si él fuera presidente y sostiene que lograría terminar la guerra en apenas 24 horas si vuelve al poder, aunque no ha explicado cómo.

Política exterior

Harris: La Administración de Joe Biden y Kamala Harris alivió temporalmente las sanciones a Venezuela para facilitar una negociación entre Nicolás Maduro y la oposición para la convocatoria de las presidenciales, celebradas finalmente el pasado 28 de julio. Tras la cita con las urnas, la demócrata he reconocido la victoria de Edmundo González frente al líder chavista, al que amenaza con nuevas sanciones si no publica las actas que certifiquen su supuesto triunfo electoral.

China es, a su juicio, el principal rival de EEUU, aunque opina que ambas potencias podrían cooperar en retos globales como la crisis climática. Además, respalda al autogobierno de Taiwán.

Trump: El antiguo inquilino de la Casa Blanca, que durante su mandato intensificó las sanciones a Caracas y reconoció al opositor Juan Guaidó como presidente interino, afirma que los comicios «no fueron libres ni justos», algo de lo que culpa a los demócratas. Todo ello mientras mantiene una dura retórica contra los inmigrantes venezolanos.

En cuanto al gigante asiático, apuesta por una fuerte guerra comercial con Pekín mediante la imposición de aranceles. Cree, asimismo, que Taiwán debería pagar a EEUU para tener su protección y se desconoce si enviaría soldados para ayudar a la isla en caso de una invasión por parte de Pekín. 

Inmigración

Harris: Uno de sus objetivos es hacer permanentes las restricciones al derecho de asilo que instauró el actual Gobierno ante las cifras récord de migrantes en la frontera, aunque se muestra muy crítica con las propuestas del aspirante republicano, al que acusar de representar una idea «retrógrada» de lo que es la nación norteamericana.

También aboga por ofrecer un «camino a la ciudadanía» para los dreamers que viven en el país, sin dar detalles de cómo planea alcanzarla. En su opinión, el sistema de migración está «roto» y se necesita una «reforma integral» para regularizar a millones de personas, una iniciativa que ya intentó la Administración Biden pero que se quedó por el camino.

Trump: La retórica antiinmigración del exmandatario es una de las señas de identidad de su política. En su programa, promete llevar a cabo la mayor deportación en la historia de EEUU, donde viven más de 11 millones de personas en situación irregular.

Es también partidario de retomar la construcción del muro y eliminar beneficios para aquellos que huyen de sus países, a pesar de los retos legales que supondrían estas medidas. Otro de sus compromisos que está en entredicho es su intención de firmar una orden ejecutiva para que los hijos de inmigrantes indocumentados nacidos en el país no obtengan la ciudadanía, un derecho consagrado en la Constitución.

Economía 

Harris: Los dos candidatos a la Presidencia son conscientes de que la economía y el alto coste de la vida preocupan, y mucho, a la ciudadanía. Por eso, han planteado recortes de impuestos, aunque sus enfoques son distintos. Mientras Trump se centra en las grandes compañías, Kamala quiere reducir la carga fiscal a más de 100 millones de hogares de clase trabajadora y media.

El plan económico de la vicepresidenta incluye un bono de 25.000 dólares para quienes compren una vivienda por primera vez y ha prometido que restaurará el Crédito Tributario por Hijos introducido en la pandemia, de hasta 3.600 dólares por niño.

Trump: El magnate quiere extender el recorte de impuestos a las grandes empresas que aprobó el Congreso cuando se sentaba en el Despacho Oval (2017-2021) y su objetivo es bajar la tasa impositiva del 21 al 15 por ciento a aquellas compañías que fabriquen todos sus productos en Estados Unidos.

Además, el controvertido político busca convertirse en el salvador de miles de puestos de trabajo con la imposición de aranceles de hasta el 20 por ciento a todos aquellos productos importador, y del 60 por ciento para aquellos provenientes de China.

Aborto y sanidad

Harris: Quien podría convertirse en la primera mujer presidenta de EEUU ha hecho todo lo posible estos meses para movilizar el voto femenino bajo la promesa de proteger el derecho al aborto, legal durante medio siglo hasta que en junio de 2022, el Tribunal Supremo falló a favor de terminar con las garantías sobre la interrupción del embarazo.

Por otro lado, quiere extender una serie de subsidios de la reforma sanitaria de 2010, conocida como Obamacare, que permitió la cobertura médica a personas de bajos recursos

Trump: Enfocado en una campaña que abraza una suerte de hipermasculinidad, el expresidente celebra que cada estado es libre para restringir el aborto, si bien ha prometido que vetará una aprobación nacional de esta práctica si la aprobara el Congreso.

En cuando al sistema de la salud, asegura que recortará los impuestos a las prestaciones de la Seguridad Social, lo que aceleraría que se quedara sin fondos.

Armas de fuego

Harris: En un evento de campaña en la televisión estadounidense, reveló, para sorpresa de muchos que posee una pistola semiautomática. Eso sí, defiende controles de antecedentes más estrictos para los compradores de armas de fuego.

Trump: Es un firme defensor de la Segunda Enmienda de la Constitución, que consagra el derecho a la posesión de estos artefactos, y ha acusado en numerosas ocasiones a Harris de querer prohibirlos. Precisamente, el magnate ha sido víctima en los últimos meses de al menos dos intentos de asesinato con armas de fuego.

Las cartas ya están sobre la mesa. Y las jugadas de los competidores son conocidas por todos. Ahora, el último movimiento corresponde a los 244 millones de estadounidenses mayores de edad que tienen derecho a votar en una cita electoral llamada a transformar y a sacudir el tablero geopolítico.

Porque no solo está en juego el futuro de EEUU, sino de un mundo cada vez más agitado por decisiones que, en buena parte, dependen de la Casa Blanca.