La ofrenda a la Virgen del Prado y la convidá del pandorgo son los elementos esenciales que dan origen a la fiesta de la Pandorga. Alrededor de ellos se fueron añadiendo actividades que son las que acabaron por configurar el perfil actual de la celebración. «La ofrenda es la base de toda la tradición», con ese especial vínculo a la devoción por la Virgen del Prado, señala el presidente de la Hermandad de Pandorgos, Agustín Cantero.
Explica que hay noticias de esta celebración que se remontan al siglo XVI, aunque al mismo tiempo cree que es posible que venga de incluso de épocas anteriores, pero que no se han conservado referencias documentales sobre esa celebración.
Cantero relata que el 31 de julio de cada año, al caer la tarde, «los trabajadores de las fincas agrícolas regresaban a Ciudad Real y eran recibidos por uno de los propietarios que les ofrecía un refresco, la limoná.
La ofrenda a la Virgen, el núcleo esencial de la fiesta - Foto: Rueda VillaverdeEsta figura recibía el nombre de pandorgo y era el que en ese momento se ponía al frente de los braceros para conducirles hasta la iglesia de Santa María del Prado (todavía no era catedral), «donde se realizaba la ofrenda de las flores y frutos del campo a la Virgen en agradecimiento por las buenas cosechas», precisa Cantero. Por supuesto, era ese propietario el que encabezaba y dirigía la ofrenda a la patrona.
Al finalizar la celebración religiosa, los participantes en la ofrenda se reunían fuera del templo, en el Prado «y empezaba la música y los bailes», en los que tenía especial relevancia la seguidilla, una pieza musical con origen en La Mancha, mientras que el pandorgo repartía el puñao entre los asistentes. Aquellas danzas son hoy en día las que dan pie al espectáculo folclórico que se desarrolla en el Prado, con la intervención de los tres grupos con sede en Ciudad Real: Coros y Danzas Mazantini, la Asociación Nuestra Señora del Prado y la Asociación de Coros y Danzas María José Melero.
Cantero llama la atención sobre el hecho de que lo único que ha cambiado la costumbre respecto al siglo XVI es que el refresco a los trabajadores que llegaban del campo ha pasado de ofrecerse al principio del acto al final, pero en cambio el concurso de limoná, con el mismo producto se desarrolla en la jornada anterior, el 30 de julio.
Evidentemente, lo que sí ha cambiado a lo largo de los siglos ha sido la figura del pandorgo. Ya no es un propietario que anima a quienes llegan de trabajar en las fincas, sino una persona elegida por sus predecesores.
La ofrenda a la Virgen, el núcleo esencial de la fiesta - Foto: Rueda VillaverdeEl cambio se produjo a partir de 1980, por iniciativa de Tomás Valle Castedo, recuerda Cantero. Es entonces cuando se empieza a organizar la limoná en los jardines del Prado, después de años en los que la tradición había prácticamente desaparecido. Valle acabaría siendo el primer pandorgo de la era moderna al ser elegido como tal en 1980.
Agustín Cantero recuerda que en la recuperación y potenciación de la fiesta tuvieron un lugar destacado varias personas que siguieron ligadas a la fiesta muchos años, como también el entonces alcalde, Lorenzo Selas, y dos de los concejales que integraban su equipo de Gobierno, Javier Naharro y el ya desaparecido Rafael Romero.
Otro de los cambios que se ha producido respecto a los orígenes de la fiesta, recuerda el presidente de la Hermandad de Pandorgos, es que la comitiva que realiza la ofrenda a la Virgen del Prado ya no está formada por los trabajadores del campo, sino que la forman las asociaciones de la ciudad. En la actualidad son unos 60 grupos los que participan en el desfile, en una actividad que se controla directamente desde la Concejalía de Festejos, detalla Cantero.
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Sea cual sea la procedencia y la motivación de sus integrantes, la comitiva llena el trayecto desde la plaza Mayor hasta la Catedral, en una demostración de la relevancia que las asociaciones de la ciudad dan a llevar su propia ofrenda ante la presencia de la Virgen del Prado, la patrona.