Antonio Torres, reconocido director escénico de proyección internacional y amante declarado de La Solana y su Semana de la Zarzuela, será el pregonero de la 41ª edición de este emblemático festival. Con una trayectoria que incluye la dirección de numerosas obras líricas dentro y fuera del país junto a grandes intérpretes como Jorge de León, Nancy Fabiola Herrera y Rocío Ignacio, y colaboraciones con destacados directores de escena como Emilio Sagi y La Fura dels Baus, Antonio nos revelará en esta ocasión su faceta más íntima: la de escritor y poeta.
Galardonado en 2017 con el «Juan Pedro Mayor», su pasión y dedicación prometen un pregón que tocará el corazón de todos. En esta entrevista, La Tribuna profundiza en su visión sobre el presente y futuro de la zarzuela y su especial vínculo con La Solana.
¿Qué supone para usted ser pregonero de la Semana de la Zarzuela? ¿Cómo se enteró?
Me lo comunicaron desde la Asociación Cultural Amigos de la Zarzuela en una reunión de trabajo que teníamos y que nada tenía que ver con el pregón. Acepté emocionado, agradecido y feliz porque hace ya unos años me entregaron el 'Juan Pedro Mayor' y ahora con esto... Muy honrado. Es la primera vez que voy a ser pregonero.
¿Qué supone La Solana para usted?
Tengo un vínculo muy especial con esta tierra. El festival, la Semana de la Zarzuela, es muy importante para mí. Lo que hacen es una labor única en el mundo. Llevo siendo invitado como cantante diecisiete años. En esta edición, cuando se haga la ceremonia de apertura, después de que lea el pregón, arrancaremos con un espectáculo que escribí y dirigí hace dos años en Las Palmas de Gran Canaria con Celso Albelo, Sofía Esparza y Nancy Fabiola Herrera. Lo traigo a La Solana en formato reducido por cuestiones de tiempo. Y esta es la primera vez que participo como director de escena, lo que me hace mucha ilusión.
¿Por dónde se va a encaminar su pregón?
Siempre he sido muy aficionado a escribir, toda mi vida. Quiero combinar dosis de realidad con un poco de absurdo y mucho humor. Con humor y con amor. El pregón va a hablar de zarzuela, lógicamente, y está enfocado desde el presente hasta el futuro. Este es un eslogan que robo de una fundación: Zarzuela Colombia. A su vez, es la que produce el espectáculo de la gala inaugural. Hay que mirar que nos sirve y que no nos sirve en la actualidad para poder hacer que la zarzuela viaje por todo el mundo y se consiga, por fin, su internacionalización. Y todo esto en un contexto solanero que salpicará el pregón en todo momento.
¿Cómo definiría su carrera hasta llegar aquí?
Mi padre era muy aficionado a la música, aunque no era músico. Me traía de sus viajes guitarras, laúdes, flautas... Él cantaba muy bien, era un gran aficionado al flamenco. En mi casa siempre había música. En un momento dado, alguien me escuchó cantar años después, con la guitarra, y me dijo que mi voz era para cantar ópera. De ahí me presenté a una audición de cara. Me hice un hueco en ese coro y ahí empecé a cantar, en Huelva hace treinta años. Al año siguiente, ya era el solista y cada vez iba creciendo más. Me presenté a audiciones en óperas, con paqueles pequeños al principio, hasta que hace veinte años me fui a vivir a Madrid y conseguí hacer carrera como barítono tanto a nivel nacional como internacional. He cantado en Latinoamérica, Estados Unidos, Asia, muchos países de Europa y esa ha sido la trayectoria de treinta años que me ha hecho ser lo que soy. Y desde hace diez años también comencé mi carrera de director de escena. Además, nunca las mezclo. Creo que son dos disciplinas muy exigentes y hay que centrarse en una de ellas.
¿Se considera afortunado?
Sí. He podido llevar la música y, sobre todo, la zarzuela, a muchos rincones del mundo. Cuando procede, siempre meto una pieza de zarzuela.
¿Qué supone para usted la zarzuela?
Creo que no está reconocida popularmente al nivel que merece. Y eso es por los complejos que tenemos en España para tantas cosas. Musicalmente es excelsa, gigante. Y como espectáculo lo tiene todo, como la ópera o como el cine. La zarzuela destaca en las artes escénicas. Lo primero porque su idioma es el español, que abarca a muchísima población en el mundo. Después, porque los cantantes españoles tenemos una obligación con la zarzuela. Todos los cantantes de ópera tenemos que cantar zarzuela. Afortunadamente, hay cada vez más extranjeros que cantan zarzuela en sus conciertos. Debería ser un estandarte artístico en España y necesita el reconocimiento debido, como el de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y que esté presente en todos los rincones del país. Es un género elevado a la vez que popular. Y lo popular no es ni menos, ni más, es simplemente popular.
¿Cómo ha visto evolucionar la Semana de la Zarzuela en estos diecisiete años?
Ha habido mucho crecimiento sobre todo en lo relativo a la asistencia de pública. Es muy significativo todo lo que se crea en el entorno de la Semana de la Zarzuela. Se hacen muchas actividades más allá del teatro. Sacar 'La rosa del azafrán' a la calle con todo el pueblo de La Solana es un gran acierto. Y son 41 años de zarzuela. Sólo eso tiene un merito tremendo por hacerlo posible. Además de eso, creo que con la nueva junta directiva han hecho un gran esfuerzo por seguir avanzando en la calidad de todo lo que se presenta alrededor de la Semana de la Zarzuela: cartel, artistas, producciones diversas e innovadoras, etc.
¿Cuáles son las expectativas de futuro de la zarzuela y de los llamados géneros clásicos en España?
Si las cosas se siguen haciendo con el mismo interés por parte de los profesionales y de los aficionados, vamos bien. Pero hace falta que el resto de elementos también progresen. Y con ello me refiero a las administraciones, autoridades, instituciones, políticos, empresas privadas... Y, sobre todo, buscar la calidad, que de eso hablo en mi pregón. No vale conformarse con lo que sea. En estos treinta años de carrera puedo decir que no recuerdo ver que el público nunca haya aplaudido, pero hay distintas formas de hacerlo. Uno sabe cuando el aplauso es de verdad, sentido y honesto, y cuando es de cortesía y de trámite. Hay muchos profesionales, desde empresas o festivales hasta los propios artistas, que se conforman con ese aplauso, y estoy decidido a que eso no sea así. Hay que buscar la excelencia. Para eso se necesitan presupuestos, más horas en el trabajo, desde el estudio hasta la práctica, y dedicar la vida a esto.