Samuel Trives: «Vivir la transición de un equipo modesto a uno de estrellas mundiales fue un privilegio»

Pilar Muñoz
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Samuel Trives ha sido capitán del BM Ciudad Real

Samuél Trives - Foto: /Fotos Juan Lázaro

Llegó a Ciudad Real de rebote, se quedó nueve años y pasados otros tantos no duda en afirmar que han sido los mejores de su vida. Samuel Trives llegó al BM Ciudad Real cuando el equipo peleaba por no bajar y lo dejó en la élite del balonmano europeo. Entremedias le dio tiempo a tener dos hijos, cursar Magisterio en la UCLM, ostentar la capitanía del club y hacer un montón de amigos manchegos. Luego se marchó al BM Alcobendas y realizó un máster en Comunicación y Periodismo Deportivo de CEU-Marca y otro de Gestión y Administración de Entidades Deportivas que le han hecho más fácil la transición de la pista al despacho. La familia y la mountain-bike apuran su tiempo libre, aunque siempre hay ocasión para recordar con indisimulada emoción los años que vivió en Ciudad Real.

Samuel Trives (Madrid, 1972) empezó a jugar al balonmano a los 13 años. Fue en su colegio y porque no pudo dedicarse a lo que le más le atraía, el deporte rey. «Ese año no había fútbol y todos mis amigos se apuntaron al balonmano, y yo, que era la primera vez que podía inscribirme, también lo hice y ahí empezó todo. Y menos mal, porque al fútbol soy muy malo», confiesa soltando una carcajada.

Tras pasar por el Juventud Alcalá y el Teka de Santander, aterrizó en Ciudad Real «en el último momento y por los pelos». Cuenta que en 1996 acabó su contrato con el Teka y desechó algunas ofertas antes de aceptar de la un club que le dejó tirado dos semanas antes de que empezara la liga. En agosto y sin equipo, la cosa pintaba mal, pero «fue entonces cuando una de las personas más importantes de mi vida deportiva, Rafa López León, excelente entrenador, profesor y sobre todo, amigo, se acordó de mi y me trajo a Ciudad Real». A un equipo que no era ajeno «porque habíamos jugado contra el Caserío Vigón y porque mi primer título como jugador de balonmano, la Copa del Rey, lo conseguí en Ciudad Real con el Teka. Así es que mi relación con la ciudad se estableció mucho antes de fichar por el equipo».

Trives habla con cariño de aquellos años y comenta que «mi primera impresión fue buena, porque era un equipo que se estaba formando y empezaba una nueva etapa con una afición que apoyaba al máximo. La primera impresión de la ciudad fue algo más complicada, porque compararla con Santander la ciudad de la que venía, se hacía duro, pero a cambio, la comodidad, las facilidades y la gente hizo que rápidamente todo fuera fantástico».

Tanto es así que «sin duda -prosigue- los nueve años en Ciudad Real son la mejor época de mi vida en todos los sentidos, deportivos, personales y formativos. En Ciudad Real me formé y desarrollé como persona y como deportista, nacieron y se criaron mis hijos, hice amistades que ya son parte de mi familia y sentí el cariño, la hospitalidad y la cercanía de muchísima gente que aún hoy considero amigos y que en muchos sentidos han marcado mi vida», dice con emoción.

Desde el punto de vista estrictamente deportivo, afirma que «el hecho de haber vivido la transición de un equipo modesto y pequeño, casi una familia, que llega a pelear con los grandes y meterse en una final europea, a un mega equipo con estrellas mundiales que luchaba por todo ha sido un privilegio y un orgullo. He sido muy afortunado porque todas las personas implicadas en cada momento en el club me permitieran vivirlo y creyeran que yo encajaba allí», señala agradecido.

los Hitos. En el palmarés de Samuel Trives están casi todos los títulos: Liga Asobal, copas del Rey, copas Asobal, recopas, supercopas de España. Sólo falta la Champions, «el partido que perdimos contra el Barça en los últimos 15 segundos, fue una pena y estuvimos muy cerca. Mis excompañeros la lograrían al año siguiente pero yo ya no estaba», recuerda.

De aquellos grandes momentos tiene grabados tres muy especiales. El primero, curiosamente, no es una victoria sino una derrota, «la de la final de la Copa City contra el Flensburg: allí empatamos contra un equipo que tenía cinco veces nuestro presupuesto y una plantilla de internacionales daneses, alemanes y rusos de un nivel increíble. Y nosotros, un equipo en el que estábamos Hermida, Lubián, Jordi Núñez, Jorge, Bebeshko, Manrique, entre otros, y gente joven de Ciudad Real, que habíamos ido creciendo como jugadores, como equipo y como familia, les plantamos cara. La semana fue bestial y nunca vi así el Puerta de Santa María, con aquel ambiente increíble; dolió la derrota pero ahora lo veo como uno de los mejores momentos de mi vida. Luego está la primera Recopa, porque ya era hora de lograr un título, por la fecha, fue el mismo día que nació mi primer hijo, y por la recompensa a la afición, y, por supuesto, la Liga. Aunque todos son importantes, esos son los tres hitos con los que me quedó», concluye.

Además, Samuel vivió aquellos días de gloria del Balonmano Ciudad Real como capitán del equipo, aunque intenta no darle excesiva importancia. Y es que dice que a lucir el brazalete se llega «por casualidad, por estar más tiempo y porque la gente confió en mí, primero Rafa López León, que creyó que podía ser un buen capitán y mis compañeros también, y después, cuando llegó el desembarco de superjugadores, tanto el presidente Domingo Díaz de Mera como los entrenadores y mis compañeros pensaron que aún podía seguir siéndolo. Era una situación curiosa, porque a mi alrededor estaban los mejores jugadores del mundo y yo estaba a años luz de ellos y por eso ser capitán fue un orgullo y una responsabilidad porque no sólo estás para recoger copas y trofeos, hay mucho más que no se ve y que es muy importante, y estoy encantado de haber podido serlo», dice dibujándose en su rostro una amplia sonrisa.

El triste final de su equipo. Tras nueve temporadas en «el equipo de mi vida», Trives fichó por el Balonmano Alcobendas, club en el que pondría fin a su carrera en el deporte de alta competición en 2010. Un año después, el BM Ciudad Real abandonaba su casa y emigraba a la capital de España bajo el que debía ser manto protector del Atlético de Madrid. Sin embargo, la aventura duró sólo dos temporadas, un final que a nuestro protagonista le causó «pena, dolor, tristeza, incredulidad, no me lo podía creer…», asevera, y que achaca «a la época de crisis y a un montón de factores que desde fuera desconocemos y que llevaron a que la situación del club fuera insostenible. Lo vemos a diario dentro y fuera del deporte pero es cierto que ninguno hubiéramos apostado por ello si nos lo hubieran preguntado. Se tenía todo, apoyos, instalación, masa social…es el día a día del deporte actual», se lamenta.

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