La campaña catalana ha quedado anestesiada por la pantomima de Sánchez de hacer que se hacía el muerto para luego hacer como que resucitaba. De primeras dadas, y allí, parece que le ha venido bien pues solo se habla de lo que ahora ha sacado, supongo que de su paseo entre los difuntos, eso de la máquina del fango y los bulos que le ha robado, era su mantra, al cataléptico Iglesias. Pero no sé yo si, a pesar de la abducción fanática instalada en las barras bravas de la política y en especial del sanchismo, eso puede calar entre el gran público. Me malicio que poco y en general lo que la gente percibe, porque es lo obvio, es que ha sido una patochada. Pero hay "gente pa tó" que decía aquel torero de nombre de apodo El Guerra. El de su partido desde luego que no se lo ha comprado.
Lo que, al menos a vista del personal con ojos, quien salga con esas sea esas el campeón mundial de la mentira y el engaño, es de aurora boreal. Porque a Sánchez en su ejecutoria lo que resulta milagro es lograr sorprenderle en verdad alguna. Vamos que habría que bregar mucho por las hemerotecas para conseguir encontrar una declaración solemnísima que al cabo de unos años o incluso de unos meses o semanas se vea ratificada por otra donde la mantenga. Lo normal es que a nada haya hecho y justificado, con aún mayor engolamiento si cabe, justamente lo contrario. Que se enmiende a la totalidad a sí mismo y con obscena desvergüenza no solo no se inmute, sino que se ría mucho de habérnosla colado.
Vamos, que aunque ahora se llame a eso, a la mentira cochina de toda la vida, y según doctrina de su ahora encollerado y ahora aspirante a relevarle, Zapatero, cualquier cosa que no suene fea, en mentira se queda como la mona vestida de seda y Pedro Sánchez ese estigma no se lo quitará jamás de encima. Otra cosa es que los "suyos", como verdaderos adictos, igual les da, que les da lo mismo. Que bien lo tiene comprobado.
Una de las cosas que anunció muy campanudamente es que traería a Puigdemont de las "orejas" ante la justicia. Y ya se ve en lo que ha quedado. Eliminó la sedición como delito y ahora le ha hecho una amnistía a la carta y con las guindas que el prófugo ha querido ponerle. La tienen ya cocinada y emplatada. Pero la cosa no está tan clara para poder servirla en el comedor porque por mucho que se desgañiten diciendo que es buenísima y fresca echa un tufo que apesta y la Justicia, la española y la europea, las de veras y no el toga manchada Conde Pumpido, dispuesto a constitucionalizar lo que el jefe le diga, van a tener mucho que decir sobre el asunto. Y va a durar bastante más de lo que les gustaría.
Puigdemont, por el momento no puede venir a España. Sería detenido de inmediato. Pero se le puede votar para ser presidente de Cataluña. Cosa más que extraña, pero que va a misa.
Y es en este punto donde podría saltar la liebre. ¿Y si este próximo viernes, por ejemplo, se presenta en el mitin central y final de la campaña? ¿Qué pasaría? ¿Lo detendrían o no lo detendrían? ¿Lo meterían en la cárcel de manera preventiva? ¿No sería el golpe de efecto más potente y que dejaría eclipsado todo y lo convertiría para los suyos en héroe? ¿Por qué no va a hacerlo si el rédito puede ser muy grande y el riesgo no excesivo?
Tras las dádivas sanchistas, la sedición ya no es delito y era lo que podía acarrearle más pena. Solo, y en principio, habría que responder por prevaricación y malversación de fondos. Y esto tan solo hasta que se convierta en ley la amnistía. O sea, que podría, tal vez, entrar en el juzgado o como mucho pasar unos días detenido y ser puesto en libertad luego. Vamos, entrar por una puerta y salir por otra. La rentabilidad electoral sería muy potente y la campaña sufrir sino un vuelco, sí un tarantantán de mucho cuidado. Sánchez desde luego se vería en un brete, pero de los gordos.
Sin embargo, el propio Puigdemont no parece tener tan clara la cosa. Secretean por los medios y conciliábulos presuntamente enterados que tiene pánico, verdadero pavor, a la cárcel y que no va a exponerse a ello. Hasta me ha llegado que hay además algo desconocido, algo de tipo físico que todavía le pone más difícil el tránsito. Y es cierto que su situación, una vez puesto a disposición de la justicia podría complicarse mucho. Está García Castellón en la Audiencia con el "caso Tsunami" y la posible imputación de relación con una organización cuyos actos violentos y coactivos pudieran ser considerados terrorismo. Está que la entrada en vigor de la Ley de Amnistía se demore meses y hasta más de un año y nadie le puede garantizar, ni Sánchez todavía, que los jueces no lo van a dejar "guardado". Que Puigdemont tiene miedo es, al cabo, lo que me dicen y que lo más probable es que no asome y se quede trasconejado al otro lado del Pirineo.
Pero no lo descarten. Yo no lo hago, aunque claro, no hay nada más libre que el miedo. Pero el botín podía ser muy cuantioso y se lo han puesto bastante a huevo.