Sigo perplejo con el asunto del aeropuerto de Ciudad Real. No acabo de entender lo que ha hecho el Gobierno ni lo que quiere hacer. Y me parece que ni siquiera ellos ni la parva de ministros atolondrados, que han salido a decir y a desdecir ni el propio Sánchez que permanece callado, lo saben tampoco. Porque en realidad lo que se barrunta es que lo único cierto es que no saben qué hacer y que la única verdad en todo esto es que mienten a calzón quitado.
La cosa suena a ocurrencia de quien se encuentra incapaz de hacer frente a algo que se les ha ido de las manos y que cada vez va a a peor. Europa le ha dicho muy claramente ya que lo que estaban haciendo no puede seguir así y que o hacen algo o tendrán que tomar medidas duras. Encima la Presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, y 15 gobiernos de la UE les han arreado un sartenazo en toda la crisma con un giro radical de sus políticas, abrazando al plan de la italiana Meloni, que por mucho que la tachen, aunque cada vez menos, de ser una ultra derechista resulta que está demostrando ser muy eficaz, mientras que el supermegaprogresista gobierno español es un coladero multiplicado y cada ves más descontrolado.
Vamos que lo del aeropuerto de Ciudad Real fue algo así como el «anda mira tú lo que se me acaba de ocurrir y de paso lo que le va a joder a Page, para que se entere por andar tocándonos las narices». Pero lo malo fue que Emiliano se enteró antes casi de que echaran a andar y sin que tuvieran siquiera preparado cómo le iban a llamar al engendro que así de entrada lo que se viene a la cabeza es «Campo de Concentración» y,claro, el presidente castellano-manchego se la ha liado parda y les ha dejado con el culo al aire cuando intentaron salir con engaños llamándoles a la cara lo que son. Unos mentirosos pregonados.
Me llega también que la reacción en Ciudad Real es de un cabreo transversal, generalizado y que llega a todos los estratos y sectores de la sociedad. Vamos que están que trinan y da igual el signo político de cada cual. La revuelta es general. Una Fuenteovejuna. Y mejor que la ministra Isabel Rodríguez no asome el flequillo, porque no son pocos las que la señalan a ella como la protagonista primera del desaguisado.
En la Junta, sin embargo, creen que la pronta reacción ha pillado a los monclovitas por sorpresa y con el pie cambiado, por lo que no les va a quedar otra opción que batirse en retirada antes siquiera de haber empezado. Hacerlo sería suicida y si se les ocurre empezar por allí una obra se pueden encontrar con que tienen que traer las máquinas de muy lejos y ponerles día y noche escolta. Y estando aquello donde está y en medio de la nada un par de regimientos les iban a hacer falta. Porque sí. Los ánimos están encendidos de verdad.