"Nacho era un ser de luz"

J.M.Beldad
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Nacho sólo estuvo dieciséis días en su nuevo destino, el IES Consaburum de Consuegra, pero esos pocos días fueron suficientes para dejar una huella

Homenaje a Nacho Hervás en el IES Consaburum de Consuegra - Foto: LT

Nacho, como así lo llamaba su gente, era más que un profesor. Era una personalidad luminosa, tanto en lo personal como en lo profesional. A sus 35 años, acababa de iniciar su segundo curso como docente de Lengua y Literatura en Castilla-La Mancha tras aprobar las oposiciones en 2023 y tras varios años de experiencia profesional en la Comunidad de Madrid. 

«Era un ser de luz», expresa su tía, Cintia García. «Fiel a sus convicciones, muy familiar, el amigo preferido de sus amigos, y un buen consejero». Amante de la astronomía, pasaba horas mirando las estrellas y contaba historias sobre las constelaciones con una pasión que era «difícil de ignorar». Su alegría era contagiosa, y quienes compartieron momentos con él siguen recordando su risa, siempre «genuina y duradera».

Nacho decidió quedarse en Castilla-La Mancha pese a haber aprobado también las oposiciones en Madrid. Prefería estar cerca de Miguelturra, su lugar de origen, y de su familia. Aunque la distancia seguía siendo un reto, cada día hacía el trayecto desde su pueblo hasta Consuegra, compartiendo el coche con su compañera Ana Belén (32), a la que había conocido en la carrera y con la que quería trabajar. Era parte de su rutina, de esa rueda interminable a la que muchos docentes se ven abocados por las distancias en Castilla-La Mancha. «Nacho brillaba y hacía todo por hacer brillar a sus alumnos», señala Isabel Carmona, una de sus amigas y compañera de carrera de Nacho y Ana Belén. «Enseñó español a inmigrantes que venían sin saber el idioma en su etapa madrileña; él enseñaba lengua desde la razón y literatura desde el alma; lo hacía todo por ellos. Ningún compañero o alumno podía decir nada malo de él, porque siempre decía sí para ayudar a los demás». Como profesor, Hervás siempre encontró la forma de conectar con quienes le rodeaban, tanto dentro como fuera del aula. Por eso las muestras de cariño de compañeros y alumnos han sido infinitas.

Su pasión por la docencia no era sólo una vocación, sino una forma de vida. «Era increíble en la gramática, sabía explicarla de una manera que te dejaba sin palabras», asegura Isabel. «Era muy inteligente, y disfrutaba tanto de enseñar que incluso fuera del aula seguía compartiendo su conocimiento con todos». Esta dedicación incansable se reflejaba en su vida diaria y en sus conversaciones con amigos o compañeros, que se acababan conviertiendo en una oda a la literatura.

Nacho sólo estuvo dieciséis días en su nuevo destino, el IES Consaburum de Consuegra, pero esos pocos días fueron suficientes para dejar una huella. «Estaba muy contento», comenta su tía Cintia, «tenía buenas sensaciones y estaba deseando conocer a sus nuevos alumnos». Su entusiasmo por la docencia y por su asignatura siempre estuvo presente, y quienes lo conocieron coinciden en que era una persona insustituible.