El pasado 14 de marzo se celebraba el 94 aniversario del estreno de la zarzuela La rosa del azafrán, en el teatro Calderón de Madrid. La acción transcurre en la localidad de La Solana. Es una obra en dos actos y sus principales protagonistas eran el barítono Emilio Sagi Barba, en el papel de Juan Pedro; y Sagrario, protagonizada por Felisa Herrero, como soprano dramática. Una de las páginas más conocidas de la obra, de las más populares, dentro de la historia de nuestro género lírico es Las espigadoras. Cuentan las crónicas que el maestro Jacinto Guerrero no quedó muy satisfecho de este número y la chica de servicio que estaba en casa, andando de allá para acá, escuchó el fragmento y le dijo al maestro: «Señor, este número es muy bonito». Jacinto Guerrero, al escucharle, no volvió a corregir ni una coma del mismo. También es conocida la romanza del barítono El sembrador, que canta y de qué manera el componente de la Acaz José Manuel León, que como agricultor que es ha abierto en más de una ocasión el Día de Castilla-La Mancha. Y este año, con más motivo, al celebrarse en Toledo, capital de nuestra comunidad autónoma. Es un número valiente y de lucimiento. Las cientos de veces que ha sido interpretado en las semanas de la zarzuela y fuera de la localidad en la mayoría de las ciudades de nuestra provincia y región, ha sido recibido con entusiasmo por miles y miles de espectadores y espectadoras que ya lo tienen como himno oficioso, capaz de levanta a los espectadores de sus asientos cuantas veces sea interpretado. Recuerda Luis Sagivela qué su madre, Luisa Vela, era la encargada de darle clase de dicción y expresividad. Cuando iba a interpretar la canción de El Sembrador le decía: «Tienes qué sentir la llamada de la tierra y latirla en tu corazón. Todo lo que dices son llamadas de la tierra. El que cuida un jardincito, aunque sea pequeño o el que cultiva una parcela mayor son agricultores. Y tú, cuando cantes, no hay empresa más gallarda que el afán del sembrador, siente ese afán de la tierra. Y se ha cumplido esa respuesta a esa llamada de la tierra, porque en mi vida he plantado miles y miles de árboles dedicándome ilusionadamente a la agricultura y ganadería como si aquel cantable de La rosa del azafrán hubiera sido una premonición». Por expreso deseo del autor y del entonces alcalde, Adelín del Rey, se representó La rosa del azafrán en las vísperas de la feria de Santiago Apóstol, en la plaza de toros. El lleno en las dos funciones estuvo asegurado. En plena canícula veraniega hizo en esas dos jornadas un frío casi polar que no evitó que los espectadores disfrutaran de la función, ovacionando con entusiasmo. Eso sí, pertrechados de prendas de abrigo. Nadie habló del cambio climático. Y en esas estamos.