La falta de mano de obra impulsa la vendimia mecanizada

A. Criado
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Alrededor del 80% de los socios de las grandes cooperativas trabaja ya en viñedos en espaldera en busca de más rentabilidad y por la dificultad de contratar temporeros

La vendimia mecanizada tiene cada vez más presencia en las explotaciones de la provincia - Foto: Rueda Villaverde

La vendimia, generalizada ya en toda la provincia, se presenta con buenas perspectivas de cosecha y un problema que se ha convertido en estructural con el paso de los años: la falta de mano de obra. Un contratiempo que no sólo pone en jaque al sector vitivinícola, sino al campo en general. La consecuencia directa de este escenario de dificultad para contratar temporeros, unida a la búsqueda de una mayor rentabilidad, está propiciando una rápida transformación de los viñedos de vaso a espaldera, sustituyendo las tradicionales cuadrillas de vendimiadores, flanqueadas por tractores y remolques, por máquinas recolectoras.

Hay comarcas ciudadrealeñas donde la vendimia tradicional ya es minoritaria. En Manzanares, en Jesús del Perdón-Bodegas Yuntero, el 80 por ciento de los socios (más de un millar) trabaja ya en viñedos en espaldera. Además, subraya su presidente, Felipe Rodríguez, la presencia en la zona de otros cultivos importantes, como el melón, la sandía y la cebolla, hace que muchos temporeros vayan enlazando campañas y haya menos problemas a la hora encontrar mano de obra.

El factor económico es la otra gran pieza que completa el puzle. Los costes de producción, disparados en los últimos años, y el precio de la uva, más bajo del deseado, hacen que el viticultor busque una mayor rentabilidad con la espaldera y la vendimia mecanizada. El ejemplo que pone Felipe Rodríguez es revelador: «Recoger con máquina una hectárea con 15.000 kilos de uvas cuesta una media de 300 euros, mientras que de la forma tradicional se necesitarían 15 jornales y el gasto se elevaría a unos 1.200 euros». Cuatro veces más. Los sueldos oscilan esta campaña entre 60 y 70 euros al día , más la Seguridad Social.

El escenario es similar en Virgen de las Viñas (Tomelloso), otra de las cooperativas más importantes del país: más del 75% de sus 3.000 socios echará mano de las máquinas para vendimiar esta campaña. Así lo resalta su presidente, Rafael Torres, que augura que, «en unos cuantos años, ya no quedarán viñedos en vaso», a excepción de las pequeñas parcelas que proliferan en la zona norte del país.

A pesar de esta circunstancia, son muchos los viticultores que le trasladan las dificultades que están encontrando para contratar temporeros. «Y lo mismo ocurre para conducir los tractores y manejar las máquinas vendimiadoras, e incluso para trabajar en la bodega», enfatiza Torres, que considera que «el problema de la falta de mano de obra se ha acentuado este año».

Modernización. En Asaja también existe preocupación por la falta de mano de obra en el campo, «un problema que irá cada vez a más, si las explotaciones agrarias no se modernizan y se adaptan a la realidad actual», afirma el secretario provincial de esta organización, Florencio Rodríguez. A su juicio, la solución pasa por la reestructuración y reconversión, en este caso, del viñedo, en una apuesta por la espaldera y la mecanización.

Rodríguez recuerda que la dificultad para encontrar temporeros es un problema que se viene arrastrando desde hace años y que esta campaña, además, se agrava por el incremento previsto de la producción, alrededor de un 20 por ciento más que en 2023. «La mayoría de la mano de obra contratada son trabajadores inmigrantes que vienen de otras campañas agrícolas», apostilla.

De hecho, este verano, la Seguridad Social marcó un récord de empleo extranjero en Ciudad Real. En total, casi 14.000 cotizantes, de los que uno de cada cuatro lo hace a pie de campo. La agricultura es la actividad laboral que más depende de la inmigración en la provincia. Si los inmigrantes representan el 8% de la población, en el sector agrícola, el trabajador extranjero se queda con el 40% del empleo. Son más de 3.500 y de ellos, cerca de 1.900 llegaron de países fuera de Europa.

La falta de mano de obra no es ajena a otros territorios vinícolas, como Castilla y León, La Rioja y el sur de Galicia.