Desde Las Ventas de San Julián, al noroeste de Toledo, hasta Guadalmez, al suroeste de Ciudad Real, Castilla-La Mancha comparte con Extremadura 400 kilómetros de fronteras. Desde el punto de vista práctico, esas fronteras deberían dejar de existir cuando haya que abordar una emergencia. Así ha quedado plasmado en un protocolo que hoy han firmado en Mérida el presidente castellanomanchego, Emiliano García-Page, y su homóloga extremeña, María Guardiola.
«En situaciones de emergencia, la rapidez es crucial», explicó la presidenta extremeña, «cada segundo cuenta». Por eso este protocolo coordinará a ambas comunidades para que se envíen los recursos que estén más cerca, aunque la emergencia se haya producido en una región y el recurso más cercano esté en otra.
«Hay un margen de mejora», reconoció Guardiola, que explica que ante una llamada de alerta del 112, ambas comunidades tendrán los recursos geolocalizados para saber cuáles son los que están más cerca para intervenir. El protocolo tendrá también un apartado específico para incendios, clave precisamente en una zona fronteriza marcada por áreas boscosas. A partir de este acuerdo los órganos competentes en prevención y extinción de incendios no tendrán que hacer una solicitud previa de ayuda a la comunidad vecina. Y cuando un dispositivo llegue al lugar del incendio, mandará la ubicación exacta y la magnitud del mismo a la central de coordinación de su comunidad, que se lo trasladará también a la homóloga.
Emiliano García-Page espera que a partir de este acuerdo puedan suscribir otros en más materias. Es más, echa en falta un «planteamiento proactivo de estrategia de armonización» por parte del Estado, para coordinar mejor a las comunidades autónomas en este proceso de descentralización de competencias.