Aunque la provincia de Ciudad Real no tiene playas, al menos de agua salada, está manteniendo el tipo en los últimos veranos en cuanto al número de viajeros y pernoctaciones gracias al turismo rural, especialmente en el entorno del Parque Natural de Las Lagunas de Ruidera. Las previsiones del sector hostelero para este oasis en mitad de la llanura manchega también son positivas para esta temporada, sobre todo a partir del 20 de julio. El empresario Raúl Ares, que cuenta con dos establecimientos en el entorno de las Lagunas de Ruidera, explica que los alojamientos del parque, desde mediados de julio, «están 40 o 45 días a tope», con un 100% de ocupación los fines de semana, las noches del viernes y el sábado, prácticamente llenos el resto de días. Insiste en que las perspectivas son «buenas» para este verano, ya que el parque natural se encuentra en unas condiciones hídricas «óptimas», sobre todo después de las lluvias caídas en Semana Santa, que ayudaron a recuperar los vistosos saltos de agua de este paraje. El objetivo, apunta, es ir aumentando el periodo de alojamiento de los turistas, puesto que las estancias «suelen ser cortas, de un fin de semana como máximo», excepto para aquellas personas que vienen de fuera de la región (la mayoría procede de la Comunidad Valenciana). El potencial turístico de otras zonas de la provincia se resiente durante el periodo estival, aunque en el entorno de Cabañeros están trabajando e innovando para intentar sumar más visitantes cada año en los meses de julio y agosto. Así lo remarca el presidente de la Asociación de Turismo Sostenible de Cabañeros, Eladio Gómez, que asegura que el número de visitantes, en este caso de la propia provincia u otras cercanas como Madrid y Toledo, «se va afianzando año tras año gracias a una mayor oferta de actividades e infraestructuras». Gómez hace hincapié en que en verano también se puede disfrutar, a primera hora de la mañana o a última de la tarde, de las rutas de senderismo de Cabañeros y que cada vez hay más establecimientos rurales y casi todos cuentan con piscina. Además, existe en el entorno, en el término municipal de El Robledo, una playa de interior bañada por el río Bullaque y áreas recreativas en El Torno y Pueblonuevo del Bullaque. En el entorno del Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel son más pesimistas. Jesús Pozuelo, presidente de la Asociación Turística Tablas de Daimiel, resalta que «enero y julio son los peores meses del año», y hasta mediados de septiembre «no se empieza a recuperar el turismo», salvo que exista algún evento aislado. Ni siquiera la celebración del Festival Internacional de Almagro ayuda a mejorar las cifras de visitantes. El número de turistas sube o baja cada verano en función de «la lámina de inundación que tenga el parque nacional», aunque muchas veces lo que más influye es «la percepción que tenga el turista». «El año pasado no había sensación de sequía y, sin embargo, Las Tablas estaban más o menos igual que este año», apostilla. La gerente de la Asociación Provincial de Hostelería reconoce que el verano no es temporada baja para los alojamientos clásicos (hoteles y hostales), pero hace hincapié en que «el turismo rural presenta cada vez unos niveles de ocupación más altos». En los dos últimos años, la provincia ha superado la barrera de los 7.000 viajeros entre julio y agosto, con una presencia cada vez mayor de turistas internacionales (405 en 2018). El pasado año, además, se batió en agosto el récord de pernoctaciones en casas rurales con 11.898, un total de 1.640 más que en 2017.

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