El ruido de la precampaña catalana, todos contra todos y con un pacto casi imposible, va a eclipsar los comicios vascos y las elecciones europeas. El retrato, a día de hoy, de la política catalana es un pandemonio donde las descalificaciones llegan desde dentro e incluso desde Francia.
Puigdemont, que volverá si gana, ofreció un pacto al independentismo para ir juntos y revivir el "procès", pero Junqueras, que le profesa una antipatía lindando con el "no te soporto", le ha dicho que ni lo sueñe. Su expectativa, también la de Pere Aragonés, es repetir la fórmula: ellos en la Generalitat y el PSOE apoyando. Incluso si Salvador Illa gana las elecciones. Porque entonces recurrirán al chantaje a Pedro Sánchez de que dejan de apoyarle en Moncloa. Es más, un informado analista como Enric Juliana, no descarta una moción de censura del PP y Junts.
Precisamente, la tardanza del PP en confirmar a Alejandro Fernández como su candidato en Cataluña, se debe a su enfrentamiento con Feijóo por sus encuentros con Junts para intentar que le apoyaran en su intento de investidura que fracasó. Si ya se tantearon una vez, ¿Quién dice que no lo van a intentar otra? Independentismos al margen, la ideología de Puigdemont está mucho más cerca del PP que del PSOE.
Así, la situación a día de hoy es la siguiente: Junts y ERC compitiendo para demostrar quien está más dispuesto a intentar, otra vez, la independencia y reprochándose unos a los otros el fracaso de la intentona anterior. Salvador Illa, con la parsimonia que le caracteriza, descalificando al secesionismo. Los Comunes (SUMAR) desaparecidos. La CUP en extinción. El PP con su candidato recién designado y Ciudadanos... ¿existe? Y, por si faltaba algo en este pandemonio, Jaume Collboni, alcalde de Barcelona con el PSC, ha perdido la moción de confianza a la que se ha sometido este miércoles, para intentar salvar los presupuestos que se cargó Ada Colau. Ahora deberá incorporar a ERC en su equipo municipal.
Pese a que Moncloa vende que la pérdida de fuelle del independentismo en Cataluña se debe a su gestión de mano tendida, a los indultos, y a la amnistía, lo cierto es que los votantes catalanes lo que están es hartos de la mala gestión de sus últimos ejecutivos, más dedicados a la soflama que a gastar con acierto los ingentes traspasos económicos del Estado.
Prueba de ello son: la pésima gestión del agua, la falta de medidas ante la más que anunciada sequía, que va a dejar sin agua a miles de viviendas. Los datos del último informe PISA que describe como "catastrófica" la situación de la enseñanza en Cataluña, colocándola a la cola de España. El estado de los grandes hospitales, antes punteros en atención médica e investigación. El conflicto en las cárceles, etc. etc.