Más de la mitad de los casi 8.500 edificios de la provincia de Ciudad Real que cuentan con un certificado de eficiencia energética tiene una letra 'E' o inferior. O lo que es lo mismo, suspenden en el examen de eficiencia porque son edificios que consumen mucha energía y emiten mucho CO2, lo que implica un alto coste económico y ambiental. En esa situación se encuentran hasta 5.389 inmuebles que aparecen con esta 'nota' en el recuento que realiza el Gobierno de Castilla-La Mancha, a través de su portal de datos abiertos.
La eficiencia energética de un edificio es la capacidad de reducir el consumo de energía y las emisiones de CO2, manteniendo el confort y la calidad de vida de sus ocupantes. La eficiencia energética de un edificio se mide mediante una calificación que va desde la letra A (la más eficiente) hasta la G (la menos eficiente). El sobresaliente, en la provincia, lo tienen unos 550 inmuebles. Son edificios con una calificación A que consumen un 90% menos de energía que uno con una calificación G, lo que supone un gran ahorro económico y una menor huella ecológica. Además, los edificios eficientes suelen tener un mayor valor de mercado y una mayor demanda por parte de los compradores o arrendatarios. En la capital, por ejemplo, se concentran uno de cada cuatro inmuebles con más nota energética, más de un centenar. La mitad son construcciones que se levantaron en la última década.
En la provincia, sin embargo, hay más inmuebles con la categoría más baja, la G, que sobresaliente, A. Estos edificios suelen ser antiguos, con mal aislamiento, mala construcción y sistemas de calefacción ineficientes. Y en ese punto es donde las 'notas' energéticas caen. Al hablar de la calefacción hay aún más deficientes: 772 tienen la letra G, casi un millar, la F y cerca de 4.000 tienen el suspenso que se traduce la letra E. La excelencia, para 483 edificios de la provincia, con la letra A. Esa calificación, precisamente, es la mayoritaria al referirse a las condiciones de refrigeración que también mide la eficiencia energética de los inmuebles de la provincia. En un territorio que acumula, en 2022 y 2023, los dos años más calurosos que se recuerdan en el último siglo, los sistemas de refrigeración cumplen con el impacto ambiental. Uno de cada tres saca la mejor nota: casi 3.000 llegan a la calificación A frente a los apenas 24 de casi 8.500 deficitarios, con la G.
Sin opción de vender o alquilar. A una mayor factura de la electricidad, gas y agua, una menor valoración de mercado y una mayor responsabilidad ambiental, los edificios calificados con una nota energética E o más baja, unen una mayor dificultad para vender o alquilar, ya que a partir de 2030, la nueva Directiva de Eficiencia Energética de la Edificación prohibirá la comercialización de los edificios con una calificación equivalente al suspenso.
El paso lo ha dado la Comisión, que ha acordado que a partir de ese año, en poco más de media década, todos los edificios nuevos sean neutros en emisiones de carbono. Para aprovechar el potencial de una acción más rápida en el sector público, todos los edificios públicos nuevos deben ser neutros en emisiones de carbono a la atmósfera a partir de 2027. Esto significa que los edificios deben usar poca energía, estar alimentados por fuentes renovables tanto como sea posible, no emitir directamente emisiones de carbono de combustibles fósiles y el certificado energético debe contemplar la eficiencia energética.