La guerra desatada en Sudán el 15 de abril de 2023 entre el Ejército sudanés liderado por Abdelfatá al Burhan y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) de Mohamed Hamdan Dagalo, acompañadas del consiguiente repunte de la violencia intercomunitaria en su región de Darfur cumplen seis meses en medio de una catástrofe humanitaria que ONG como Médicos sin Fronteras describen como "un fracaso de la humanidad".
La incapacidad entre el Ejército y los paramilitares para consensuar unas futuras fuerzas regulares acabó por terminar de descarrilar un moribundo proceso de transición tras el derrocamiento en 2019 del presidente Omar al Bashir después de 30 años en el poder. Las fuerzas de la sociedad civil han denunciado a ambos bandos por su falta de voluntad para alcanzar un acuerdo y por reprimir con dureza cualquier petición para ello.
El resultado ha sido un conflicto que, según ONG especializada en el seguimiento de conflictos armados ACLED, ha dejado ya más de 9.000 muertos en todo el país, 5,6 millones de desplazados y refugiados, brotes de enfermedades, violencia sexual, desapariciones forzadas y detenciones arbitrarias, en palabras de la Representante Especial Adjunta del Secretario General de Naciones Unidas y Coordinadora Residente y Humanitaria en Sudán, Clementine Nkweta-Salami.
"La crisis de Sudán personifica un fracaso catastrófico de la humanidad, marcado por el fracaso de las partes beligerantes a la hora de proteger a los civiles o facilitar el acceso humanitario esencial, y por la terrible negligencia y deficiencias de las organizaciones internacionales a la hora de ofrecer una respuesta adecuada", afirma el doctor Christos Christou, Presidente Internacional de MSF.
"Sin una escalada inmediata y sustancial de la respuesta humanitaria, lo que estamos presenciando ahora será el comienzo de una tragedia aún mayor que aún está por desarrollarse, lo que significa que más personas seguirán muriendo innecesariamente", añade.
El frágil sistema de salud al límite: las salas de emergencia están congestionadas y muchos hospitales han cerrado por completo. En la capital, Jartum, los equipos médicos de MSF son testigos de uno de los conflictos urbanos más intensos que se están produciendo actualmente en todo el mundo y gran número de heridos llegan a los hospitales con heridas que ponen en peligro sus vidas, lo que a menudo deja al personal médico sin otra opción que amputar, dice la organización.
"Tanto en Jartum como en Darfur, muchos pacientes están gravemente heridos hasta el punto de necesitar múltiples operaciones de cirugía", lamenta Shazeer Majeed, cirujano de MSF. "Solo en septiembre, en más de siete ocasiones, los hospitales donde opera MSF recibieron una afluencia significativa de personas heridas tras bombardeos, ataques aéreos y explosiones", añade.
45 trabajadores humanitarios asesinados o detenidos
El secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios y coordinador del Socorro de Emergencia de Naciones Unidas, Martin Griffiths, reitera que los civiles, en particular de Jartum, Darfur y Kordofán "llevan seis meses sin conocer una tregua en el derramamiento de sangre" y entre "horripilantes informaciones de violencia sexual".
La ONU recuerda además que al menos 45 trabajadores humanitarios, casi todo personal nacional, han sido asesinados o detenidos desde el 15 de abril, y avisa que sus actividades están prácticamente paralizadas por la violencia y la falta de fondos: este año sólo se ha recibido el 33 por ciento de los 2.600 millones de dólares necesarios para ayudar a los necesitados en Sudán, donde 25 millones de personas necesitan ayuda urgente.
"¿El resultado? Comunidades desgarradas. Personas vulnerables sin acceso a ayuda vital. Crecientes necesidades humanitarias en los países vecinos donde millones han huido. Esto no puede continuar", zanja Griffiths.