El pregonero de la Semana Santa llega con chaqueta y corbata, y abrigo encerado para el día frío de invierno en primavera. Impoluto. Paraguas negro, largo, en mano después de este marzo en el que ha llovido todos los días en Ciudad Real, llega al bar España, enclave cofradiero de la capital y comenta: "Me he arreglado, que hay que cuidar las formas". En su corbata, unos pequeños penitentes con capirote se amontonan en los hilos de seda.
Francisco José Turrillo Moraga nació el 31 de octubre de 1977, en la víspera de Todos los Santos, un dato simbólico que casi anticipa una vida muy vinculada al mundo cofrade. Licenciado en Historia y posteriormente en Historia del Arte por la Universidad de Castilla-La Mancha, Paco Turrillo, como así se le conoce en el mundo cofrade, ha dedicado su vida profesional a la enseñanza, actualmente ejerciendo como profesor titular de Geografía e Historia en el I.E.S. Hernán Pérez del Pulgar en Ciudad Real.
Su recorrido personal y profesional está marcado profundamente por su devoción y compromiso con las tradiciones cofrades de la ciudad, habiendo ocupado cargos de gran responsabilidad como Hermano Mayor de la Cofradía de Jesús de las Penas durante catorce años y como Presidente de la Asociación de Cofradías entre 2016 y 2020. Además, y fuera del ámbito cofrade, pero relacionado con la tradición popular de la capital, fue elegido Pandorgo en 2015, un honor reservado a figuras emblemáticas y representativas la sociedad ciudadrealeña. El Magno Pregón se celebrará el 29 de marzo en el Teatro Quijano de la capital a las 20.00 horas.
Durante su mandato en la Asociación de Cofradías llegó la imagen de Jesús Resucitado - Foto: Rueda Villaverde¿Cómo recibió la noticia de que sería el pregonero de la Semana Santa?
La recibí con gran sorpresa, alegría e ilusión. Yolanda Gómez, presidenta de la Asociación de Cofradías, me convocó para comunicarme la noticia en un ambiente distendido, tomando algo juntos. Lo acepté con mucha ilusión y encantado. Lo siento como un reconocimiento a mi trayectoria en la Semana Santa, aunque ahora estoy más en un segundo plano, disfrutando de este mundo desde una perspectiva más tranquila y menos activa.
¿Qué significa para usted asumir esta responsabilidad?
Es un honor y una responsabilidad enorme. El pregón representa un acto solemne y muy serio para todos los cofrades de Ciudad Real. He preparado un pregón desde la humildad, buscando reflejar toda la riqueza y diversidad de nuestra Semana Santa. Espero transmitir emociones, recuerdos y devoción, pero sobre todo que sea un pregón sentido y cercano. Y un pregón de Ciudad Real que le guste a todo el mundo.
¿Qué destacaría de su etapa como presidente de la Asociación de Cofradías?
Fueron años especialmente intensos y enriquecedores. Para mí, han sido los cuatro mejores años de la Semana Santa en Ciudad Real. Conseguimos implantar la carrera oficial y llevamos a la Catedral la nueva imagen de Jesús Resucitado y, sobre todo, por dejarlo en la Catedral expuesto al culto público durante todo el año. Fue un periodo de gran unión entre las hermandades, creando un grupo de amigos del que ha salido hasta un Pandorgo, que es Julio. Con un consiliario magnífico que ayudó mucho. Y pese a las dificultades de la pandemia; creo que tengo el "triste honor" de haber suspendido la Semana Santa, logramos alcanzar objetivos importantes que han fortalecido la Semana Santa.
Durante ese mandato de la asociación se acometieron diferentes cambios de recorridos, se instauró la carrera oficial… ¿Cuál era su objetivo?
Queríamos racionalizar los horarios y los recorridos. Ciudad Real tiene, en su mayoría, una Semana Santa de centro, que puede recorrer sus calles llenas y en horarios más asequibles y con recorridos más cortos. La Carrera Oficial, de hecho, nace con ese objetivo: favorecer a las cofradías e intentando evitar situaciones poco decorosas al tránsito de una imagen sagrada.
La Asociación de Cofradías y su gestión siempre suscita debate en el mundo cofrade esté quien esté. ¿Qué opina sobre externalizarla?
La gestión debe mantenerse dentro del ámbito cofrade. Pero estoy esencialmente de acuerdo. Quienes llevan la responsabilidad deben estar comprometidos plenamente, y un hermano mayor tiene responsabilidades en ambos lados. Tras haber experimentado ambas partes, veo esencial que las personas implicadas sean miembros activos y conscientes de las hermandades, pues así garantizamos que las decisiones reflejen realmente las necesidades y sensibilidades de la comunidad cofrade. Pero es cierto que puede ser gente que no pertenezca a juntas de Gobierno, por ejemplo.
¿Cuál será el mensaje principal de su pregón?
El pregón lo he titulado La vida son siete días, haciendo referencia a las distintas etapas vitales en paralelo con la semana de pasión. El pregón es esencialmente poético, con mucha lírica y métrica, buscando conectar con todos aquellos que lo escuchen. Todas las hermandades van a tener su sitio.
¿Cómo ha sido el proceso creativo?
Al ser profesor, tengo las tardes disponibles para ponerme a escribir. Empecé con él en octubre y lo terminé el día de San Blas. Todo el mundo tiene un pregón en la cabeza. Tú tienes un pregón que darías, y cada uno el suyo. Y depende de la etapa vital de cada uno.
¿Lo ha leído alguien?
Solamente lo ha leído mi mujer, que es mi mayor crítica. Y le gustó.
¿Cree que la Semana Santa sigue siendo relevante para la sociedad actual?
Vivimos tiempos complicados para la fe y la tradición. Percibo cierta distancia o desinterés de las generaciones jóvenes hacia el ámbito cofrade. Es necesario adaptarse a los nuevos tiempos sin perder la esencia. La Semana Santa debe seguir siendo un referente social y espiritual, pero esto requiere un compromiso renovado y quizá cambios en cómo nos relacionamos con la sociedad.
¿Cómo percibe la actual relación entre las cofradías y la Iglesia?
Existe un acercamiento mucho mayor que en el pasado, pero sigue habiendo desafíos. Las cofradías deben estar plenamente integradas en la vida parroquial. Es fundamental un diálogo constante y sincero con el clero para que las hermandades puedan desarrollar plenamente su labor evangelizadora y social. En este sentido, aún queda camino por recorrer.
¿Qué recuerdos guarda de su infancia relacionados con la Semana Santa?
Guardo recuerdos muy bonitos, sobre todo de vivirla en familia. Mi padre siempre estaba muy presente en esos días, recuerdo perfectamente cómo esperábamos el Domingo de Pasión para escuchar los primeros tambores. Todo era diferente, mucho más sencillo. No había tantas rivalidades como percibo ahora, era una Semana Santa más tranquila, más auténtica, donde lo importante era compartir la fe y la tradición en familia. Ahora se ha creado esa pequeña competición, inherente al crecimiento, y que no es productiva. Iban más hermanos en las cofradías que ahora, fíjate.
¿Cómo vivía esos días en casa, con su familia?
Los vivíamos con mucha intensidad y recogimiento. Tengo muy presente cómo íbamos todos juntos a ver las procesiones, cómo mi padre me transmitía su devoción. Él se fue con su túnica del Silencio. Son recuerdos que aún hoy, después de tantos años, permanecen intactos en mí, y creo que forman la base emocional de mi relación con la Semana Santa actual.
¿Ha cambiado su forma de vivir la Semana Santa desde tu juventud hasta ahora?
Ahora la vivo con más serenidad y madurez, quizás con un sentimiento más profundo, volviendo de algún modo a las sensaciones de mi infancia. Cuando era más joven estaba muy involucrado activamente en las hermandades, en cargos directivos, en la banda, en la organización. Ahora disfruto la Semana Santa con más calma, apreciando más los detalles, la espiritualidad y el recogimiento que ofrecen estos días.

Desde su perspectiva como historiador, ¿qué destacaría de la Semana Santa de Ciudad Real?
Como historiador, destaco la enorme riqueza patrimonial e histórica que tiene nuestra Semana Santa. Tenemos hermandades centenarias, algunas con más de cuatro siglos de historia, lo que refleja una tradición muy arraigada que debe ser respetada y cuidada. Es importante que valoremos y protejamos adecuadamente todo este patrimonio porque es parte fundamental de nuestra identidad. Los 60 y los 70 fueron años que hicieron muchísimo daño, pero se venía de años de esplendor a principios del siglo XX. Y ya, cuando llega la Hermandad de la Flagelación a principios de los 90, es cuando todo cambia. Ciudad Real ha sido un enclave íntimamente relacionada con sus hermandades y cofradías. La Hermandad del Cristo del Perdón y de las Aguas es la tercera institución más antigua de la ciudad, después del Cabildo y las tres parroquias. Ni siquiera las escribanías.
¿Cómo valora la estética y la belleza de las cofradías en Ciudad Real?
La evolución estética de nuestras cofradías es realmente notable. Hemos visto un gran cambio desde los años ochenta hasta ahora. El influjo de Sevilla ha enriquecido mucho la Semana Santa de Ciudad Real, aportando belleza estética a los pasos y cuidado en los detalles. Aunque ha habido cierta polémica en algunos momentos, creo que la evolución ha sido positiva, especialmente en la dignificación de los desfiles procesionales.
¿El papel de los párrocos respecto a las hermandades que presentan problemas internos o dificultades en su funcionamiento es un melón por abrir?
Creo firmemente que los párrocos tienen la responsabilidad y la capacidad de intervenir si una hermandad no funciona bien o presenta problemas serios. Deberían, quizás en algunos casos, ejercer un papel más activo, quizá mediante comisariados o asesoramiento, con la intención siempre de revitalizar y mejorar la situación de la hermandad. Es fundamental que exista una colaboración estrecha entre las parroquias y las cofradías para garantizar su correcto funcionamiento y fomentar una vida cofrade sana y fructífera. Ahora hay mejor relación entre el clero y las hermandades, aunque sigue habiendo Titulares fuera de sus sedes canónicas, cuando son vehículo para que la gente vaya a la iglesia, a la parroquia, y participe.
¿Qué supuso para usted ser elegido Pandorgo en 2015?
Fue algo profundamente significativo, especialmente por mi vínculo personal y familiar con la Virgen del Prado. Sin embargo, debo admitir que para mí fue aún más relevante la presidencia de la Asociación de Cofradías, por la implicación emocional y el desafío que representaba. La Semana Santa de Ciudad Real es un tema muy serio. Pero ser Pandorgo también supuso poder representar a Ciudad Real y vivir intensamente sus tradiciones. Aunque hay que tener cuidado, el Pandorgo es algo relativamente en comparación a la Semana Santa.
¿Considera que en Ciudad Real se respeta suficientemente la tradición?
Creo que a veces existe una visión demasiado superficial de lo que realmente significa la tradición. Las hermandades tienen siglos de historia, una tradición profundamente arraigada que merece mayor valoración y respeto. Es importante cuidar nuestro patrimonio histórico y cultural, pues es la esencia que también da sentido y valor a nuestra identidad ciudadrealeña.
En su opinión, ¿qué papel tiene Dios en la sociedad actual?
Lamentablemente, veo una sociedad cada vez más alejada de Dios y del compromiso religioso. Dios no interesa a la sociedad. Como profesor, observo una pérdida significativa de la fe y de la relación con la Iglesia entre los jóvenes. Están alejadísimos, por norma general, de todo esto. Cada vez hay menos jóvenes bautizados, que hacen la comunión… Es fundamental que desde las familias, las parroquias y las cofradías trabajemos juntos para recuperar y fortalecer estos vínculos.
¿Qué opina de los colegios que hacen procesiones?
Creo, por norma general, que es banalizar algo muy serio. Es cierto que en algunos casos, si el colegio tiene hermandad, puede servir como cantera. Pero en otros casos… El chaval pasa por ahí y luego el porcentaje que se vincula a una hermandad es bajo.
¿Dónde quedan los grupos de jóvenes que nacen ahora como Hakuna, Effetá, Emaús, etc.?
Muchos de ellos, igual que ciertas partes del clero, ven las hermandades y cofradías como una antigualla. Le cuesta involucrarse porque lo ven anacrónico. Algunos hay, pero pocos. No les da por trabajar la hermandad desde la parroquia.
Una de las cosas que siempre se le achaca a la Semana Santa ciudadrealeña es la falta de nazarenos o de penitentes. ¿A qué se debe?
No existe esa tradición como sí puede existir en otras localidades o en el sur de España. Hay personas que pasan por las cofradías durante unos años, pero luego desaparecen. Es cierto que hay generaciones con las que es posible que empiecen a coincidir tres o cuatro generaciones de un familia vestidas con la túnica de la hermandad, pero de momento es complicado y uno de los grandes debes de nuestra semana de Pasión.
¿Qué le queda a la Semana Santa de Ciudad Real? ¿Cuál es su estado de salud?
Le queda hacer estación de penitencia a la Catedral. Y, respecto a la segunda pregunta, entendiéndola como un todo, hay una frase de Sabina que me gusta mucho: tiene una mala salud de hierro.