Diez años de la captura de un monstruo

Laura Camacho (EFE)
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Hace una década, la Policía dio carpetazo a la 'Operación Candy' tras detener a Ángel Ortiz Martínez, un pederasta que raptó y violó a cuatro niñas de entre cinco y nueve años y mantuvo en vilo a toda Madrid

El agresor, que fue arrestado en Santander, cumple actualmente una pena de prisión de 70 años y seis meses en la cárcel de Jaén. - Foto: EFE

El 24 de septiembre de 2014 la Policía Nacional atrapaba a quien durante meses sembró el miedo por toda Madrid por los atroces delitos que cometía. El monstruo capturado respondía al nombre de Antonio Ángel Ortiz Martínez, un pederasta en serie que secuestró y violó a cuatro niñas de entre cinco y nueve años. El arresto del criminal aseguró que no volvería a hacer daño y alivió a familias de una ciudad entera que, por momentos, temieron que sus hijas salieran a la calle.

Aquel día de septiembre, un desahogo recorrió la capital desde primera hora de la mañana cuando la Policía daba cuenta de que el Grupo Especial de Operaciones (GEO) habían irrumpido en un domicilio de Santander -era la casa de un tío de Ortiz- para capturar al que muchos calificaron como el «enemigo número uno».

Actualmente, el pederasta se encuentra desde hace meses en una celda de la prisión de Jaén tras pasar casi una década en la de Herrera de la Mancha (Ciudad Real). En la localidad andaluza sigue cumpliendo la condena de 70 años y seis meses de cárcel que le impuso en 2016 la Audiencia Provincial y que confirmó dos años después del Tribunal Supremo por cuatro delitos de agresión sexual y otros cuatro de detención ilegal.

Su arresto hace 10 años ponía fin a la Operación Candy, que llegó a movilizar a decenas de policías de paisano en parques y zonas de afluencia infantil de los distritos de Hortaleza y Ciudad Lineal. Con la imagen de él tumbado en el suelo y engrilletado, también se callaban las bocas de quienes clamaron el auxilio del FBI y cuestionaron la capacidad del equipo policial, que vivió por y para detenerle sin descanso.

Esa decena de agentes -alguno sigue teniendo contacto con familias de las víctimas- se formó tras encenderse las alarmas el 10 de abril de 2013, cuando una niña de nueve años era secuestrada mientras iba a comprar golosinas -candy en inglés, de ahí el nombre de la operación- cerca de un frecuentado parque de Ciudad Lineal.

Horas después, apareció sola y aturdida. Su captor la había agredido sexualmente en el bautizado como «piso de los horrores» de la calle Santa Virgilia, donde abusaría también de otra niña tras suministrarles Lorazepam (orfidal). Hasta 10 horas tardó la Policía Científica en rastrear palmo a palmo la vivienda para hallar pruebas tras su detención.

El cruce de otros casos y las posteriores pesquisas determinaron que la primera víctima de Ortiz fue una niña de cinco años abordaba en otro parque el 24 de septiembre de 2013. Sin embargo, el 17 de junio y el 22 de agosto de 2014 el pederasta volvió a actuar contra otras dos pequeñas de seis y siete años. Las cuatro, cuya identidad fue protegida, reconocieron sin dudar a aquel monstruo que las había hecho daño tras abordar a algunas con el engaño de gastarle una broma a un familiar.

Reincidencia y croquis

La Policía llegó a manejar nueve líneas de investigación y tener un listado de 50 sospechosos. Conscientes de que, desgraciadamente, en este tipo de delitos, la reincidencia arroja más pistas porque el delincuente puede cometer errores, los agentes comenzaron a «afinar» después de la tercera agresión, la más grave.

Para empezar, disponían ya de un croquis dibujado por la segunda víctima de la vivienda de la calle Santa Virgilia y de detalles de su aspecto físico que dio una niña de 11 años a la que supuestamente el acusado abordó en un intento fallido media hora antes de la segunda agresión.

Esta pequeña, la segunda víctima, ofreció muchos datos de la casa del acusado, de la que dibujó un plano: tenía puertas blancas, un aparcamiento semicircular, fachada de ladrillo y recordó el número ocho que había en el ascensor, en alusión a las plantas que tenía el inmueble. El detalle de las puertas blancas volvió a salir a escena en la tercera violación, el 17 de junio, donde los investigadores redujeron la lista a tres sospechosos.

El 22 de agosto, Ortiz cometió la cuarta agresión y los agentes lograron tacharle de su listado de criminales más buscados el 24 de septiembre, gracias a una descripción física más exacta de la víctima. 

En un primer momento, fue identificado el 28 de agosto saliendo de un gimnasio en un control preventivo, donde se mostró impasible pero consciente de que estaba en peligro. Apenas una semana después emprendió su huida a Santander. Antes de eso, los investigadores tuvieron en el coche usado por el sospechoso, en la descripción de la vivienda y en sus antecedentes criminales los elementos clave para detener al monstruo que sembró el pánico en Madrid durante meses.