La situación crítica por la que pasa el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, que solo tiene inundadas 89 de sus 1.750 hectáreas, llevó a la Comisión Mixta de Parques Nacionales de Castilla-La Mancha a solicitar un trasvase de urgencia de 20 hectómetros cuadrados desde el río Tajo. Una petición que hicieron llegar a la Comisión de Explotación del Acueducto Tajo-Segura el pasado viernes y de la que se espera obtener una respuesta, a más tardar, el próximo mes de noviembre, para el que solo faltan unas semanas.
Esta determinación se presenta como un vaso de agua en medio del desierto que algunos organismos consideran necesario. Al menos, así es como lo asegura el presidente de la Comunidad de Usuarios de la Masa de Agua Subterránea Mancha Occidental I, Ángel Bellón, que cree que «se trata de una decisión muy acertada y más si tenemos en cuenta que, la cesión, se va a realizar a través de la tubería de la Llanura Manchega, lo que va a evitar la evaporación».
Esto, desde su punto de vista, es el complemento que le hacen falta «a las lluvias que esperamos que lleguen este otoño e invierno», de manera que las Tablas se mantengan hidratadas y «podamos estar tranquilos durante unos cuantos años».
Sin embargo, esta tranquilidad temporal estimada por Bellón es, precisamente, el punto en el que se sostienen las discrepancias de Ecologistas en Acción, desde donde su coordinador en Castilla-La Mancha, José Manuel Hernández, insiste en que «este espacio cuenta con la consideración de Parque Natural por ser un ejemplo de lagunas fluviales y no un embalse artificial».
propuestas. «Lo que hace falta es un río que corra y dejar a un lado estos parches intolerables que al final no sirven ni arreglan nada», remarcó Hernández, en referencia a los problemas que afectan al caudal «muerto» del río Guadiana y a la sobreexplotación del acuífero 23 a causa de presuntas extracciones ilegales para el regadío. Con vistas a esto, señaló a las instituciones como las responsables de hacer oídos sordos a esta problemática que, a su parecer, «se solucionaría al implementar cotos para la extracción de agua y penalizar las acciones ilegales en la misma». Una medida que, además, dictaminó como obligatoria según la directiva Marco del Agua, «que tiene como objetivo la protección de este recurso y su buen estado tanto en cantidad, como en calidad».
Y en la misma línea se encuentra el responsable de la sección de humedales del Centro regional de Estudios del Agua en Castilla-La Mancha (CREA), Máximo Florín, aunque incidió en que el problema que acecha al acuífero no es tanto una cuestión de explotación como sí de la canalización de ríos del entorno de las Tablas, como el Guadiana, el Cigüela o el Záncara. «Si estos no estuviesen canalizados, el agua no se desviaría hacia embalses extranjeros y esta ‘gran bañera’ se llenaría de forma natural», declaró el experto, que coincidió con el Hernández en la necesidad de afrontar la situación «desde la base».
No obstante, incidió en que esto «es una labor muy complicada porque parece que a las instituciones responsables del medio ambiente les cuesta aportar una información completa y detallada», una falta de transparencia y de circulación que, «en definitiva, es la que impide realizar las investigaciones adecuadas y la puesta en marcha de las medidas necesarias».