La bajada del nivel freático en zonas del Acuífero 23 y las condiciones climatológicas que se han dado en los últimos meses ha propiciado la aparición de nuevos incendios de turba en el cauce del río Guadiana, a «unos diez kilómetros» del Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel y aguas arriba del molino hidráulico de Zuacorta. Ante esta situación, el director del parque, Carlos Ruiz de la Hermosa, explicó que a pesar de que los niveles de inundación que registra el parque son «muy bajos», en torno a las 70 hectáreas inundadas, esto hace que el parque aún tenga «zonas con agua», por lo que ve «difícil» que se puedan reproducir en los próximos meses los incendios de turbas que ya afectaron al parque en el año 2009. A fecha de hoy, insistió, «no es factible que se produzca esa autocombustión porque el poco agua que tenemos está justamente en la zona de las turbas, por lo que en estos momentos están humedecidas».
En declaraciones a La Tribuna, Ruiz de la Hermosa recordó que en esta zona ya se han registrado otros incendios de turbas importantes, si bien en 2011 el nivel freático del acuífero en esta zona subió hasta hacer ver volver manar agua en algunos de los conocidos como Ojos del Guadiana. En 2015 la zona volvió a quedar seca y tras varios años secos, «el guión se ha vuelto a repetir» con la aparición de incendios de turbas.
La comisión mixta mantendrá un nuevo encuentro, dentro de sus reuniones periódicas, en las próximas semanas. En esta ocasión se volverá a debatir las posibles cuestiones que pueden impedir que los incendios de turba se reproduzcan en el interior del espacio protegido. Una de ellas, será el trasvase de 20 hectómetros cúbicos desde el Acueducto Tajo-Segura al Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel, que ya se solicitó el pasado mes de octubre, y la posibilidad de llevar a cabo una batería de sondeos de emergencia que «se pondrá en marcha en pocos meses» si el escenario sigue siendo el mismo, es decir, «la denegación del trasvase y la falta de aportes naturales».
Con unas 70 hectáreas encharcadas a mediados de enero y de no llegar las precipitaciones, ese agua tenderá a desaparecer a medida que vayan avanzando los meses, por lo que la situación es «preocupante», ya que Las Tablas, tomando como referencia lo establecido en el PRUG (Plan Rector de Uso y Gestión), «deberían estar siempre entre una horquilla entre 600 y 1.200 hectáreas inundadas», por debajo de esa horquilla, continuó diciendo, «no es la situación más adecuada para su conservación».
El trasvase de los 20 hectómetros cúbicos de agua se haría aprovechando la conducción de la tubería de abastecimiento a la Llanura manchega, que llega hasta el mismo parque nacional y que recibió el último trasvase de agua en enero de 2010, también desde el Acueducto Tajo-Segura. Entonces el motivo fue el de contribuir a apagar los fuegos latentes de turbas, surgidos por la sequía, que había en el parque desde agosto de 2009. En ese mismo año, en 2009, y dentro de las medidas de emergencia que el Ministerio puso encima de la mesa para extinguir los incendios de subsuelo se encontraba también la ejecución de una batería de sondeos de emergencia a través de la activación de pozos para aportar agua directamente al cauce del río Guadiana, por lo que con ello «trataríamos de garantizar la humedad de las turbas».
Pero para expertos internacional en el fuego como Guillermo Rein, catedrático de las Ciencias del Fuego del Imperial College London, señala que las alternativas para apagar estas turbas son «complicadas», sobre todo en un parque nacional, ya que la única forma es la inundación total, por lo que de no llegar las lluvias la solución pasa por un trasvase. Una derivación de agua que confía en que llegue, pues de lo contrario «el Gobierno se equivocaría».