Javier Hernández Simón es el responsable, como director de escena y adaptador, del montaje de Mariana Pineda, la obra de Lorca que el sábado se representa en el Paraninfo de la UCLM, a las 20.30 horas.
¿Por qué se fijó en Mariana Pineda?
Siempre he sido un enamorado de Federico García Lorca. También fue porque aunque Mariana Pineda es un personaje histórico, desprende unos valores y una serie de virtudes que era apropiado reivindicar. Además, es una obra que no se representaba desde hace mucho tiempo. Teníamos el reto de hacer un texto que no se ha representado como lo hacen habitualmente los textos de Lorca y, sobre todo, con un personaje femenino tan poderoso en una época en la que la mujer estaba tan constreñida.
¿Cómo es Mariana Pineda sobre el escenario?
Cualquier obra de Lorca es un lujo para cualquier director de escena. En este caso, además, es una obra que ha sido poco refrendada, que se ambienta en el siglo XIX y sin embargo tiene una poesía de fuerza, de reivindicación ideológica y política, que pone ahí muchas herramientas para a través de la puesta en escena plasmar lo más profundo. En este aspecto, es un gran reto desarrollarla en el escenario.
Montar una obra sobre otros momentos históricos, ¿requiere meter al espectador en el contexto?
Creo que los clásicos son clásicos porque transcienden la temporalidad. En realidad, Mariana Pineda es una obra histórica, que se sitúa en el siglo XIX, pero que nos habla de nuestro presente y de nuestro futuro. En ese aspecto, procuro actuar con un espacio escénico, con una estética poética que sea una metáfora de lo que en realidad estamos contando. En ese aspecto tenemos una escenografía muy conceptual y muy simbólica, que nos permite mostrar esa sociedad opresora en la que se movía Mariana Pineda y por otro lado todo ese mundo emocional que ella tiene y que también funciona como una cárcel con la que tiene que luchar.
¿Cómo se llegó a la formación del elenco, especialmente la actriz protagonista, Laia Marull?
Con esta obra necesitas a una grandísima actriz para enfrentar un personaje de estas características y además en una obra donde está en escena todo el tiempo, para eso necesitas una actriz con un talento extraordinario. Cuando estaba preparando el montaje quería contar con Laia. Para mí es una de las mejores actrices, con una gran capacidad de conmover y de transmitir ese desgarro y ese sufrir de este personaje. Verdaderamente es sorprendente el trabajo que hace, es un privilegio poder asistir a sus ensayos y ver como desarrolla este personaje. Para mí, poder juntar a estas dos grandes estrellas del teatro, Federico García Lorca y Laia Marull en esa obra es algo extraordinario.
La pandemia cortó su campaña en primavera. ¿Cómo ha sido el reencuentro con el público en otoño?
Tuvimos que parar en marzo, nos pilló también en Uruguay y tuvimos que volver. A partir de agosto retomamos las funciones. Hemos estado en Bilbao, en Avilés, en Getafe... Por un lado, está siendo extraño por las circunstancias especiales de reducción de aforo, la gente con mascarillas… Sin embargo, la comunión con el público es más íntima. Al final, el teatro es un arte que tiene que ver con la reunión, que está ligado a la posibilidad de reunirnos. Cuando celebramos un acto de este arte milenario que nos ha acompañado durante tantos cientos de años, se aprecia un agradecimiento por parte del público a los artistas y por parte de los artistas al público.