Son las voces al otro lado del hilo telefónico. Quienes tienden una mano invisible, hecha de palabras y silencios, para amortiguar la caída emocional. En unos días en los que todo parece derrumbarse alrededor, la salud mental es tan importante como la física. Colegios oficiales, organismos, ayuntamientos, asociaciones... se han apresurado a prestar ayuda psicológica telefónica gratuita para que la ciudadanía, independientemente de sus recursos, pueda recibir una primera bocanada de aire fresco. Elena Benito y Luz María Rincón son dos de esas psicólogas que siguen al pie del cañón en estas semanas grises.
Elena Benito es una de las psicólogas voluntarias del teléfono que puso en marcha el Colegio Oficial de la Psicología de Castilla-La Mancha (636039891 y 636039297) en los primeros días y que fue ampliando hasta turnos completos de lunes a domingo conforme se iban sumando profesionales voluntarios, hasta un total de 25. En sus dos primeras semanas de funcionamiento han atendido 200 llamadas y 70 correos electrónicos.
Benito tiene consulta privada en el Centro Calmar, de Tomelloso, y trabaja también en el centro de día de alzheimer San Rafael de esta localidad y en el Virgen de Peñarroya de Argamasilla de Alba. Aunque sigue haciendo seguimiento telefónico a sus pacientes, dedica unas horas a la semana (un turno completo de cuatro horas) para aportar su granito de arena.
La psicóloga Elena Benito, con clínica en Tomelloso«Sirve de toma de contacto, porque en esas circunstancias no se puede hacer terapia, pero sí derivar o aplazar, y lo que tiene mayor gravedad se le hace seguimiento», comenta Benito. Los ciudadanos «llaman para expresar todo lo que necesitan», «hay gente que necesita ese apoyo, hablar con alguien externo de sus preocupaciones», continúa , y añade que lo que encuentra es sintomatología anímica y ansiosa. También es frecuente prestar ayuda frente al duelo:«Sienten angustia por no poder acompañar ni hacer el ritual de despedida», señala. Asimismo, se acuerda de aquellos que tenían atención psicológica previa, con tratamiento, y precisan de algún tipo de asesoramiento. Baraja la posibilidad de ofrecer servicio online o telefónico para pacientes nuevos, si logra salvar las dificultades de accesibilidad y protección de datos. Ella también recibe:«Me aporta mucho, noto el alivio de la gente», afirma.
Luz María Rincón, por su parte, comenzó a colaborar con el Colegio Oficial de Castilla-La Mancha pero lo dejó de lado al ver que pedían turnos completos, lo que no casaba con su disponibilidad ni con su concepción del voluntariado. Vio que el coronavirus hacía necesaria esa atención psicológica urgente, esos primeros auxilios psicológicos para evitar que determinadas situaciones se enquisten: «Gente ingresada sin saber si volverá a ver a sus seres queridos, niveles de ansiedad muy altos, miedo a contagiarse, a perder a un ser querido, a perder el trabajo, a enfermar...», enumera. «A los que tenían ansiedad se les ha exacerbado y los que no tenían están empezando a tenerla», concluye. Ya en consulta, aumentan los trastornos de ansiedad y de sensaciones desagradables, agorafobia, ataques de pánico, duelos complicados, mayores tensiones en la convivencia y de pareja, etcétera.
Rincón continúa con consultas presenciales porque hay pacientes que así lo prefieren: «La sensación de empatía y comprensión es mayor», afirma. Aun así, la mayoría optan por videollamada o llamada, porque una consulta de este tipo sigue siendo muy necesaria:«Incluso he tenido videollamadas con pacientes ingresados». Está de acuerdo con la necesidad de estas líneas de teléfono gratuitas para los usuarios, «pero se debería pagar a los psicólogos y darles garantías», considera, «y tener en cuenta que no se pueden cortar de repente cuando la emergencia acabe».