El 24 de agosto de 1973, los vecinos de Albaladejo Daniel Lillo, Nemesio Campos, Jacinto Macías e Ignacio Macías se toparon con una serie de restos arqueológicos mientras realizaban labores de roturación en la finca de Justo Leal y comunicaron su hallazgo a la Comisión de Monumentos de Ciudad Real. Habían descubierto la villa romana de Puente de la Olmilla, una de las más lujosas del territorio meridional de Castilla-La Mancha, un palacio rural inserto en la naturaleza en pleno Campo de Montiel.
Ahora, 27 años después de su última intervención , retorna a la luz gracias a la constitución de un nuevo equipo científico dirigido por los arqueólogos Manuel Moreno (Universidad de Córdoba), José Luis Fuentes (Universidad de Granada), y Luis Benítez de Lugo (Universidad Autónoma de Madrid), con investigaciones promovidas por el Ayuntamiento de Albaladejo, que ha contado con el apoyo administrativo y económico del Gobierno de Castilla-La Mancha. La alcaldesa de Albaladejo, Elena Castillo, está trabajando junto a su equipo de Gobierno en la recuperación de uno de los elementos patrimoniales más importantes de la provincia de Ciudad Real. En este sentido, la regidora considera imprescindible la declaración del yacimiento como Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Zona Arqueológica, expediente que espera poder presentar en el primer trimestre de 2020.
En 2023 se cumplirán 40 años del descubrimiento de esta villa romana y el Ayuntamiento de Albaladejo ha fijado entre sus prioridades la recuperación del espacio a través de la continuidad de las investigaciones y la puesta de relieve y difusión del yacimiento mediante la restauración, cubrición, interpretación y exposición de las estructuras, en lo que constituye una apuesta decidida por la recuperación del patrimonio perdido de esta localidad del Campo de Montiel.
Campaña de 2019. Según explica a La Tribuna el arqueólogo José Luis Fuentes, el proyecto desarrollado este año, entre agosto y noviembre, ha afectado a «nuevas actividades de limpieza arqueológica, excavación de perfiles y testigos, documentación tridimensional y estudios de hidrogeología para determinar las posibles fuentes de abastecimiento del enclave, a cargo del Instituto geológico y Minero de España».
Unos estudios a los que se suman los de prospección geofísica GPR, que «mediante el escaneado del subsuelo posibilitan realizar un mapa de las estructuras presentes bajo el suelo, dentro de la villa y en torno a la misma, al objeto de poder realizar, en el futuro inmediato, nuevas excavaciones que determinen entre otros aspectos, la planta de la pars urbana de la villa, que está constituida principalmente por la residencia, las termas y los edificios auxiliares (basílica, templos y hortus).
Con anterioridad, en 2016, se iniciaron los trabajos previos de renovación del vallado perimetral bajo la dirección de Luis Benítez de Lugo, quien posteriormente sumó un nuevo proyecto codirigido con José Luis Fuentes y que contó con algo de financiación municipal y el apoyo de la línea de subvenciones de la Consejería de Cultura del Gobierno regional. Fuentes señala que este proyecto se centró en la limpieza superficial de la planta de la villa; el desarrollo de la documentación tridimensional y fotogramétrica, que «sirvió para valorar el avanzado estado de deterioro de las estructuras de la villa»; y la realización de un primer estudio de caracterización de la cerámica hallada en las excavaciones previas. También se efectuaron análisis arqueómetricos a 18 muestras de teselas recogidas en la villa.
Puente de la Olmilla era una lujosa villa dominical del ager mentesanus, que tiene una superficie excavada de 1.182 metros cuadrados, espacio en el que se distribuyen más de 45 estancias u ambientes diferenciados. Su planta ortogonal se desarrolla en torno a un amplio peristilo portado y obedece a un diseño que evolucionó desde el siglo I hasta el quinto, «fecha de su posible abandono». En esta residencia se hallaron in situ más de 238 metros cuadrados de mosaicos pavimentales polícromos, que adornaban algunas de las estancias de representación.
Tras la extracción de los pavimentos musivos en 1990, quedaron depositados en el Museo de Ciudad Real, que decidió restaurar y exponer tres paneles, mientras que otro fue instalado en la Casa de la Cultura de Albaladejo, uno más se prestó al museo local de Alhambra y el resto se encuentran sin restaurar o en la Escuela de Conservación de Bienes Muebles de Madrid.