¿Y ahora qué? Esa es la pregunta que cabe hacerse después del ataque de Irán a Israel. Y la respuesta es tan compleja como el problema. Puede que el gobierno de los ayatolas se conforme con el despliegue de fuerza que han hecho al demostrar que podían mandar sus drones a Israel o puede que estén preparando otra acción sorpresa. En cuanto a Israel, tampoco es fácil prever si se va a conformar con quedar en "tablas" con Irán o van a responder cuando los iraníes menos se lo esperen. Por lo pronto, desde Israel anuncian que "responderán". Si lo hacen los iraníes también lo harán. La cuestión es si unos y otros van a dar pasos irreversibles cuya consecuencia sea una guerra en la región. No hay que olvidar que esa parte del mundo es Oriente, donde la Ley del Talión es parte de su filosofía de vida.
Y si nos fijamos en la posición de nuestro Gobierno, y sobre todo de nuestro Presidente, me atrevo a decir que Pedro Sánchez no está muy ducho en la política de Oriente Medio. De lo contrario no diría las cosas que dice y no estaría llevando a cabo esa gira por las capitales europeas para presentarse como adalid del reconocimiento del Estado Palestino. Quizá la explicación es más simple: es una gira propagandística. Sánchez ignora deliberadamente que eso ya lo votaron en el Parlamento español por mayoría abrumadora de los diputados, en noviembre del 2014. Así que llega tarde.
Vaya por delante que no me cansaré de repetir que para que haya paz en Oriente Medio es imprescindible que los palestinos tengan su propio Estado. ¿Y cómo se puede lograr? Sin duda es necesario el concierto internacional, pero esa intermediación y presión solo la pueden hacer las grandes potencias, en primer lugar Estados Unidos. Pero lo más importante, son los palestinos a través de sus dirigentes quienes tienen que llegar a ese acuerdo, en primer lugar entre ellos y a continuación estar dispuestos a negociar directa o indirectamente con Israel. Porque tanto Israel como los palestinos son los dos actores principales y si uno de los dos no está en la mesa de negociación, no es posible la paz. Una negociación sin duda complicada porque tendrá que delimitar fronteras, capitalidad, seguridad, etc...
Y aquí viene la segunda parte ¿Quiénes representan a los palestinos, Hamás o Al Fatah? ¿O ambos? Por tanto, es imprescindible que ambas organizaciones se pongan de acuerdo para delimitar quiénes son los interlocutores en una negociación de ese calibre. Una negociación difícil y que no se puede improvisar y menos después de la terrible matanza llevada a cabo por Hamás el pasado mes de octubre y a la que Israel ha respondido arrasando Gaza con la consecuencia de miles de heridos y muertos.
Eso sí, alguien debería de decirle, no sé si el ministro Albares se atreverá, que el Presidente no es un interlocutor fiable en Oriente Medio. No lo es cuando le ha costado condenar el ataque iraní a Israel, siendo el último líder europeo en hacerlo y de manera tibia. Y no lo es cuando se presentó en Israel apenas perpetrada la matanza de Hamás contra los kibutzim y los jóvenes que asistían a un festival de música y, en vez de condenar sin paliativos la matanza, se dedicó a regañar a los israelíes a los que casi hace culpables de lo sucedido. Le faltó conocimiento de la situación que allí se vive, amén de sensibilidad, dotes diplomáticas y sobre todo se jugó el poder jugar un papel de intermediación entre israelíes y palestinos.
Sí, claro que los palestinos deben tener un Estado y que la diplomacia tiene mucho trabajo para hacer posible esa necesidad. Pero no será Sánchez, que no tiene ningún predicamento, sino Estados Unidos, y puede que la Unión Europea y Naciones Unidas, los que pueden sentar las bases para un principio de negociación. Los acuerdos de Camp David, los de Oslo, etc., etc, etc, fueron pasos adelante que luego se revirtieron.
Ahora hay que retomar el impulso para lograr desbrozar un nuevo camino hacia la paz. El problema es que Estados Unidos tiene que elegir Presidente, y que la moneda lo mismo puede caer en la casilla de Biden que de Trump. Pero, sea quien el Presidente a Pedro Sánchez deberían de decirle que él tiene poco que decir y mucho que escuchar, y que dentro de la Unión Europea podrá hacer oír su voz, pero que la suya no tiene la potencia de la Alemania o Francia,... y si, aunque Gran Bretaña no forme parte de la UE, es otro de los países que por su peso y su historia podrán desempeñar un papel destacado para una futura negociación.
Sánchez viene utilizando la tragedia de Oriente Medio para hacer izquierdismo propagandístico que no lleva a ninguna parte. Bueno, sí, a perder con más rapidez lo que le queda de credibilidad.
Ya digo que necesita unas cuantas lecciones de Historia y sobre todo de lo que concierne a Oriente Medio. Si se las aprende a lo mejor, aún está a tiempo de que España pueda jugar un papel en la búsqueda de la paz.