El obispo llama a la austeridad

Nieves Sánchez
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Antonio Algora preside la misa en honor a la Virgen del Prado en una catedral repleta de fieles

Cientos de personas acudieron ayer a la Catedral de Ciudad Real para seguir la misa por la festividad de Nuestra Señora del Prado, presidida por el obispo prior, Antonio Algora, en el día de la Asunción de la Virgen a los cielos. Los devotos, que no cesaron de acceder al templo durante los primeros veinte minutos de la eucaristía, llenaron los bancos y los laterales de pie para escuchar las palabras del prelado, quien instó a la sociedad a vivir «con mucha más austeridad» los tiempos que corren. En tanto, dijo, «hoy en día se consume por encima de lo que el ser humano necesita».

La solemne función religiosa fue seguida desde los primeros bancos por la alcaldesa de Ciudad Real, Pilar Zamora, y los tenientes de alcalde de Urbanismo y Fiestas Populares y Festejos, Alberto Lillo y Manuela Nieto, respectivamente, como representantes del equipo de Gobierno municipal. También estuvo presente el subdelegado del Gobierno, Fernando Rodrigo, y miembros de la oposición local como la portavoz del Grupo Popular, Rosa Romero, y el edil de Ciudadanos, Pedro Fernández.

El prelado, que llamó «a la perseverancia de las buenas obras», se refirió al misterio de la subida al cielo de la Virgen María, «que nos acerca a textos y a tiempos en los que los cristianos eran cuatro gatos» y en los que ya se creía en este milagro y «en el triunfo de María como mujer que llegó a la plenitud de su ser». Antonio Algora hizo también referencia a la última encíclica del Papa Francisco, en la que habla del «compadecimiento de María por el sufrimiento de los pobres como madre y reina de todo lo creado».

«Plenitud relativa». El también prior de las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa, habló durante su homilía de la aspiración actual de las personas por lograr «la realización humana», a través del «bienestar, la autoafirmación» y las aptitudes profesionales y de poder, hasta el punto, proclamó, que la sociedad admira a aquellas personas que han sabido realizarse. Sin embargo, añadió, esa plenitud «es relativa»: «Sus vidas están deshechas por las drogas y el alcohol. Debemos hacernos cargo de este mundo herido».

En este sentido, Antonio Algora instó a los presentes a llevar un programa de vida como el de María «para convencer a Dios», quien nos ama «no por nuestro poder o posición social sino por nosotros mismos». El obispo prior llamó la atención sobre los efectos y causas de vivir fuera del programa de vida que ofrece la iglesia: «Tenemos mucho fondo de armario y necesitamos más austeridad en nuestras casas y en nuestras vidas», subrayó. «Los efectos son el mundo esquizofrénico en el que vivimos y su causa una vida distinta al programa de vida de la Virgen, de la plenitud del ser. Hay mucho vivo que está muerto y no sabe dónde va», proclamó.

Monseñor Algora tuvo palabras, tanto durante su homilía como al final de la función religiosa, para aquellas personas que sufren, para los emigrantes que se juegan su vida y para los pobres.