Las intensas lluvias de los últimos días provocaron ayer que entre diez y quince metros de cornisa de la Basílica Catedral del Prado se derrumbasen sobre las diez menos cuarto de la mañana, lo que obligó a cerrar el templo durante unas horas. En concreto, la parte desprendida corresponde a la zona superior de la fachada del edificio que da a los jardines y en el que se encuentran el archivo y el acceso a la sacristía; una infraestructura que data de finales del siglo XIX (1875) y que fue sometida a un proceso de restauración hace unos meses.
Según comentó a este diario el presidente del Cabildo de la Catedral, Miguel Esparza, dicho derrumbamiento no podía esperarse y le resultó «una sorpresa», al tiempo que afirmó que lo más positivo es que no hubo que lamentar daños personales y que desde el Cabildo solamente podían aguardar a los informes técnicos para conocer los motivos concretos que provocaron el suceso en un inmueble en aparentes buenas condiciones. En este sentido, y después de que los bomberos y los técnicos del Ayuntamiento de la capital comprobasen tanto la zona derruida como el interior de las dependencias catedralicias, el portavoz del equipo de Gobierno del Consistorio, Pedro Martín, avanzó que el motivo por el que se originó el desprendimiento fue una fisura entre las tejas que permitió que el agua fuese entrando entre las mismas. Algo que finalmente terminó propiciando el derrumbamiento de un importante número de piedras procedentes de la cornisa. En definitiva, algo relativamente habitual que suele darse en edificios residenciales cuando las precipitaciones son tan copiosas y que se agrava cuando estos cuentan con este tipo de cornisas ‘al aire’.
No obstante, una arquitecta y un aparejador del Ayuntamiento, así como el jefe del Parque de Bomberos, comprobaron in situ el estado del interior del edificio del archivo y dieron luz verde a la apertura del templo pese a la aparición del alguna grieta en el interior del archivo, ya que la parte afectada es independiente a la nave principal de la Catedral. Tanto es así que a la una de la tarde pudo celebrarse con total normalidad una boda en el interior de la misma. Obviamente, el percance obligó a suprimir la misa de las diez y media pero no causó problemas en la que se celebró a las nueve de la mañana.
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