Junto a uno de los parterres de la Plaza del Altozano de Albacete, no muy lejos del cine Capitol, hay una pequeña escultura de piedra, de algo menos de un metro y medio de alto, tallada en piedra caliza. Es una figura femenina que sostiene un pequeño vaso y mira hacia el infinito, como si ofreciese la vasija y sus contenido a quien la contempla. Es una de las dos reproducciones de la Dama Oferente del Cerro de los Santos que se encuentran en Albacete, una de las cumbres de la escultura ibérica; junto a la Dama de Elche, la Dama de Baza y la Bicha de Balazote, de la que también hay una reproducción en el Altozano.
En cuanto a la otra reproducción de la Dama Oferente, ésta se encuentra en el Museo del Parque de Abelardo Sánchez. Y el original se puede ver, junto a miles otras piezas ibéricas procedentes de Albacete, en el Museo Arqueológico Nacional, en Madrid. Hasta ahora, se creía que las dos copias, la del Altozano y la del Museo del Parque de Abelardo Sánchez, eran reproducciones fieles del original. Ahora, se piensa que lo son en parte, porque un estudio publicado por el Ministerio de Cultura indica que la Dama Oferente estaba pintada. El trabajo se titula Metodología y estudios analíticos en la intervención de la Gran Dama Oferente del Santuario del Cerro de los Santos, Montealegre del Castillo (Albacete). Los autores son M. Blanco, M. A. García, J. Montero, M. del Egido, T. Antelo, M. Bueso, A. Anaya, L. Marco, E. García y M. A. Moreno.
La historia se remonta a la época en que Rubí Sanz dirigía el Museo Arqueológico Nacional. Durante el mandato de la arqueóloga albaceteña se desarrollaron buena parte de los trabajos de remodelación del Museo Arqueológico Nacional (MAN), que empezaron en 2008 y concluyeron en 2013. En paralelo, se restauraron varias de las piezas más preciadas del MAN. Entre ellas, la Dama Oferente.
análisis externo. Antes de proceder a la restauración, se hizo un estudio sobre su composición material, los agentes que la han afectado con el tiempo y su naturaleza, para así saber qué medidas adoptar. La imagen está datada en el siglo III antes de Cristo y, por su vestimenta y adornos, se cree que representa a una mujer de la clase privilegiada. Viste un pesado manto, sobre el que se disponen tres túnicas; su peinado es muy elaborado y luce cuatro collares, varios anillos y una fíbula, un antecesor de gran tamaño de los actuales imperdibles, que se usaba en la antigüedad para sujetar la ropa, ya que los modernos ojales y botones no aparecieron en Europa hasta la Edad Media.
La Dama se diseñó como una figura que se debía ver de frente, de forma que la parte delantera está muy trabajada, mientras que la posterior, la que no se veía o, incluso, podía estar apoyada contra un muro o pared, presenta un acabado muy basto, lo que permitió hacerse una idea sobre las herramientas y técnicas usadas para esculpirla.
Ahora se sabe que el escultor era diestro, a causa de la inclinación de los golpes, y que usó dos cinceles planos, de dos tamaños distintos y hechos de hierro. En el peinado, el autor de la Dama usó un puntero romo, ya que el requería un trabajo más delicado. El toque final antes de la decoración fue la limpieza y alisado de las superficies con alguna clase de sustancia abrasiva.
En el laboratorio.
Pero esto sólo era el principio, el análisis preliminar de la Dama. Había mucho más que ver y aprender, con la ayuda del Laboratorios del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE).
La Dama fue sometida a un estudio multiespectral consistente en fotografía visible de alta resolución, infrarroja y de fluorescencia inducida por radiación ultravioleta. Se tomaron imágenes laterales, frontales, posteriores y cenitales y cada imagen fue sometida a un proceso de digitalización. Tras ello, se usó una técnica conocida como espectrometría de fluorescencia de rayos X, con la que se determinó la composición elemental de los materiales presentes en determinados puntos de la superficie de la pieza.
Como paso final, se tomaron pequeñas muestras, que pasaron por procesos tales como microscopía óptica y electrónica, difracción de rayos X, espectrometría de infrarrojos y cromatografía de gases. Incluso se tomaron muestras biológicas de la superficie, para estudiar los microorganismos que estuviesen en la superficie de la piedra. A partir de ahí, empezó a ver la luz un retrato diferente de la escultura montealegrina.
La primera conclusión del estudio es que la Dama se esculpió en la propìa Montealegre, a partir de un bloque de biocalcarenita, esto es, de piedra caliza de origen biológico, como caparazones o conchas de antiguos animales marinos. Incluso se localizó el lugar exacto del cual procedía la piedra, comparando la composición de la piedra con un afloramiento del Mioceno detectado por el Instituto Geológico y Minero de España.
La segunda es que la Dama estaba pintada. Los restos de colores se detectaron en la frente, el cuello y uno de los collares. En los dos primeros, se apreciaron restos de color rosado; en el segundo, apareció un pigmento que se conoce como Azul Egipcio.
Los pigmentos se aplicaron directamente sobre la piedra, sin ningún tipo de aglutinante. Se cree que el Azul Egipcio fue el primero en aplicarse; se trata de un pigmento mineral, hecho de calciio y cobre, muy usado en el mundo mediterráneo, desde las riberas del Nilo hasta Roma, lo que confirma, una vez más, los contactos del mundo ibérico con las demás culturas antiguas.
Este pigmento, por cierto, también apareció en las otras dos damas de la cultura ibérica, la Dama de Elche y la Dama de Baza.
El color rosado es muy posterior. Contiene un tipo de blanco, hecho a partir de plmo (albayalde) que no se usaba en la época en la cual se talló la Dama (siglo III antes de Cristo), pero sí en época romana, importado desde Asia. Durante el proceso de limpieza, se apreció un pigmento verdoso en el tercer collar, pero no se pudo determinar si era de una capa de pintura o algún residuo dejado por una herramienta.
En buen estado.
De manera sorprendente, a pesar de tener más de 2.300 años de historia y de haber pasado por todo tipo de tratamientos y manipulacionestras su desenterramiento a finales del siglo XIX, los científicos concluyeron que el estado general de la Dama era muy bueno.
Por esta causa, a la hora de restaurar la imagen se optó por hacer un tratamiento muy sencillo, con medios mecánicos y productos elementales. En definitiva, sólo agua destilada, a veces tibia, a veces a temperatura ambiente, un poco de alcohol, bisturí e hisopos de algodón.
Y tras este tratamiento, la Dama ya está lista para lucirla y admirarla durante 2.300 años más, a ser posible.