Una brillante Celestina cargada de amor y codicia

M. L.
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La compañía andaluza Atalaya llevó al escenario de la plaza de Santo Domingo la obra de Fernando de Rojas, en la que brilló con luz propia Carmen Gallardo, en el papel principal

Representación de la Celestina en Almagro - Foto: /Festival

El amor y la codicia tomaron forma sobre el escenario de la plaza de Santo Domingo a través de la adaptación de la Celestina, la obra maestra de Fernando de Rojas, por parte de la compañía Atalaya, que la representó con brillantez para hacer llegar a los espectadores la historia de amor que se abre paso entre Calixto y Melibea y la avaricia de otros por los bienes materiales.

En la representación, la Celestina, una alcahueta experimentada en el arte del embrujo amoroso por medio de conjuras y hechizos, es la encargada de hacer brotar el amor de Melibea hacia Calixto mientras bien pone la mano para recibir las dádivas de éste último, dispuesto a las mayores locuras para lograr conquistar a su dama.

Tan honestos sentimientos de Calixto chocan con el de unos ambiciosos criados (Sempronio y Pármeno) que optan por dejar a un lado la moralidad en pro de un posible lucro. Una trama con la que Ricardo Iniesta, director de la compañía andaluza, extrae lo esencial del texto del escritor toledano, si bien lo presenta a través de una fórmula original, rápida y animada que envuelve al respetable y le hace vivir con intensidad el devenir de los acontecimientos.

La actriz Carmen Gallardo se mete en el cuerpo de la Celestina y lo representa de forma sublime. Su estética, sus risas, sus sollozos, sus gestos y hasta su forma de andar parecen ser los de aquella Celestina que venía a la mente al leer la emblemática obra de Fernando de Rojas. Tanto que, incluso, al final de la representación cuesta hacerse a la idea de que esa Celestina que se movía por el escenario no era aquella 'vieja' codiciosa y tierna sino una actriz que la encarnaba.

compañeros de reparto. Los compañeros de reparto le pusieron las cosas fáciles y así Raúl Vera (Calixto) reflejó su amor desgarrado por Melibea y ésta (Silvia Garzón) primero su desinterés y luego su ardiente pasión por aquél joven de clase alta que la cortejaba. Manuel Asensio dio vida a un agudo Sempronio y después a un fuerte y cómico Centurio, mientras que Jerónimo Arenal expresó su indecisión por el 'bien o el mal' y se dejó vencer por la lujuria y el dinero.

De los papeles de Elicia y de Lucrecia se encargó Lidia Mauduit, mientras que María Sanz lo hizo de la 'espabilada' Areusa y de Tristán.

De la representación también hay que destacar el erotismo y la sensualidad de unos personajes, que disfrutan del día a día conscientes de que el final, la muerte, llegará para todos por igual, sin distinción de clases ni de posición económica. (Más información en la edición impresa)