El destino, caprichoso como él solo, ha querido que un 20 de abril el balonmano de la capital volviera a celebrar un título, justo once años despues de que el desaparecido BM Ciudad Real jugara el primer partido de la final que le dio su primer trofeo, la Recopa de Europa de 2002. En vez de en el Puerta de Santa María, como aquel día de la ‘batalla’ ante el Flensburg, ayer fue el Príncipe Felipe el que estalló de júbilo para disfrutar del éxito del Caserío Prado-Marianistas, desde ayer flamante campeón de Castilla-La Mancha.

Necesitaba un punto el conjunto amarillo, y sumó dos ante un Villafranca peleón (34-29), que no dio su brazo a torcer hasta el final. La tarde fue una fiesta en el recinto, con una afición entregada y unos jugadores que no pudieron desatar su alegría hasta el final. A partir de ahí, gritos, abrazos, manteos, champán... Felicidad a raudales de un justo y digno campeón que anoche lo celebró hasta altas horas, pero que a partir de mañana pensará en su próximo reto: el ascenso a Primera.    

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