El Instituto Geológico alumbra una nueva tesis sobre las motillas

Diego Farto / Ciudad Real
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La aplicación de nuevas técnicas permite establecer que son pozos con uso agrícola, astronómico, religioso y de enterramiento

El arqueólogo de la Universidad Autónoma de Madrid, Luis Benítez de Lugo, destacó ayer que lejos de las tesis que se manejaban en el pasado, las motillas de La Manchas no son estructuras defensivas, sino que tenían un uso agrícola, astronómico, religioso y de enterramiento, pero sobre todo fueron claves en la supervivencia de la población de la Edad del Bronce frente a un proceso de cambio climático y sequía en torno al año 2.000 a. C.

Benítez de Lugo hizo estas consideraciones en el acto de presentación del libro Arqueología, Hidrogeología y Medio Ambiente en la Edad del Bronce de La Mancha, la cultura de las motillas, que se desarrolló ayer en la Biblioteca Pública del Estado. Esta obras es un texto de carácter divulgativo fruto de la investigación multidisciplinar desarrollada por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME), el Instituto de Astrofísica de Canarias, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y las universidades Autónoma de Madrid, País Vasco, Granada y Cantabria. El trabajo se financió al 50 por ciento por el IGME y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

En el acto de presentación Benítez de Lugo estaba acompañado por el subdirector del instituto, Juan José Durán y el jefe del área de Hidrogeología Aplicada del IGME, Miguel Mejía. Durán recordó que en sus orígenes, en el siglo XIX, «el instituto tuvo la arqueología entre sus primeros objetivos».

El subdirector, que hizo un resumen de los logros del IGME en sus 167 años de historia señaló que esta investigación «se ha desarrollado con la Junta de Comunidades y con un amplio equipo de doce investigadores», y ha dado como resultado descubrir «la que sin duda es la primera cultura hidráulica de Europa».

Benítez de Lugo subrayó que en esta investigación en la que se han aplicado las modernas técnicas de georadar, sin necesidad de excavar a mano en los yacimientos, más de 30 motillas localizadas en su mayoría en la provincia de Ciudad Real, pero también en Albacete, Cuenca y Toledo. De esta forma, se han aplicado los conocimientos más recientes en materia de hidrogeología y paleoclimatología en materia arqueológica, lo que ha permitido «una estrategia de investigación distinta». Estas técnicas han permitido «perseguir la duda que había sobre las motillas, si eran pozos o no sin necesidad de excavar», precisó.

De esta forma se estableció la relación con «una sequía que está atestiguada a nivel mundial» que se produjo justo en el momento en que comienza el proceso de construcción de estas estructuras. Del mismo modo, descartó que las motillas fueran lugares habitados, aunque había poblados a su alrededor.

En otro momento de su intervención, el arqueólogo señaló que en esta investigación se ha descubierto la alineación de algunas motillas, como la de Azuer, con eventos astronómicos, mediante técnicas que hasta ahora sólo se habían empleado para el estudio de monumentos megalíticos.

Por su parte Mejía, comentó que el libro presentado ayer es «una obra de divulgación, científica, pero con un lenguaje asequible, sencillo». En su intervención señaló que la construcción de las motillas se realizaba en los cauces de los ríos secos, donde se recordaba el paso del agua. En estas zonas se excavaba un pozo hasta alcanzar el nivel freático. Del mismo modo señaló que estas estructuras estuvieron en uso durante un periodo de unos mil años divididos en cuatro etapas.