Orgulloso de sus orígenes

Cándido de la Cruz
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El manzanareño Manuel Díaz-Pinés hará de embajador del equipo franjiblanco en Pasarón

Con 71 años a sus espaldas es normal que Manuel Díaz-Pinés (20-1-1944) no tenga dudas. Hace mucho tiempo que dejó atrás las vacilaciones, quizás en el aquel lejano 1961 cuando dejaba la casa familiar en Manzanares para labrarse un futuro lejos de casa. Ese camino le condujo a Pontevedra, una ciudad que lleva muy dentro hasta el punto de sentirse gallego. ‘Galmango’ le llaman por aquellas tierras, acrónimo resultante de la unión de gallego y manchego.  Cualquier otro hubiese temblado ante el dilema de elegir la cuna o quedarse con el hogar, pero Manuel Díaz-Pinés lo tiene muy claro: «Sería un orgullo que el Manzanares pasase la eliminatoria. Mi corazón está con ellos». Su mujer y sus hijos son gallegos, pero sobre este asunto no titubea.

El azar, o la providencia, ha querido que este manzanareño pueda vivir en primera persona el duelo que disputarán este sábado en Pasarón el Pontevedra y el conjunto franjiblanco (20 h.), partido de vuelta de la segunda ronda del play off de ascenso a Segunda B, al que se llega con ventaja manchega tras el 1-0 de la ida. Este partido supone para él un reencuentro con sus orígenes, con los que se tropezó tras comenzar a recopilar el trabajo de su padre, Melchor Díaz-Pinés Pinés, cronista de Manzanares entre las década de los 50 y los 70 y corresponsal de la agencia nacional CIFRA, entre otros medios con los que colaboraba.

Él, como ningún otro, hará de embajador de este Manzanares, al que advierte sobre todo de las sensaciones de Pasarón, «un estadio impresionante, es un Bernabéu pequeño». En el partido de la eliminatoria de campeones con el Mensajero, la afición vivió una auténtica pesadilla al caer en los penaltis, una «decepción tremenda para todos, que suspiraban con subir». Y eso sucedía «en un campo que estaba totalmente lleno», pero lo que Díaz-Pinés confía en que el Manzanares también sea capaz de superar este entorno, aunque le pide que «jueguen al fútbol y que no sea como el Mensajero, que fue una vergüenza con un equipo visitante perdiendo tiempo constantemente».

Está al corriente del Manzanares y de la ilusión que se ha generado en su localidad natal. Se ha aprendido el nombre del goleador de la ida ante el Pontevedra, Carlos Arroyo, y también sabe que Raúl Castillo tiene problemas para llegar. Sin un viaje organizado a Pontevedra, el Manzanares no estará solo en las gradas de Pasarón.