Desde las ocho aguardaba la patrona en la puerta de la Catedral a que llegaran los fieles que, vela en mano y elegantemente ataviados, se disponían a acompañarla en su anual travesía por la ciudad.
Aunque la más bella del lugar era ‘La Morena’, radiante en su trono totalmente restaurado y vestida con el manto del noveno centenario de tisú que Ciudad Real le regaló tiempo atrás como símbolo de su fidelidad. Atuendo más que adecuado para un día que, como bien ha definido el presidente de la Hermandad de la Virgen del Prado, Francisco Pajarón, es «importantísimo» y de una tradición devota «remontable a los tiempos de Alfonso X», de la que añadió que «he pasado por numerosas capitales y en ninguna de ellas he podido ver que una imagen concentre a su alrededor 13.000 personas, solo en Ciudad Real».
Y así lo ha hecho tras una larga espera, cuando flanqueada por las agrupaciones musicales Virgen del Prado y Santa Cecilia, llegados desde Calzada de Calatrava, autoridades policiales, clérigos, el Pandorgo, la Dulcinea y sus damas, y representantes de la hermandad que recoge su nombre, la grande de la Ciudad Real por fin ha saludo a sus fieles, entre los que algunos no han podido esconder su emoción.
De esta forma, un año más, el naranja tembloroso de las velas acompaña la Virgen del Prado por las calles de la ciudad.