En busca de Fisterra

JONATAN LÓPEZ
-

Aumenta el número de peregrinos que utilizan el Camino de la Lana para alcanzar Compostela • El albergue de Villaconejos ofrece cobijo y hospitalidad a los viajeros

La casa del santero, junto a la ermita de la Inmaculada Concepción, acoge a los viajantes en su peregrinar. - Foto: Reyes Martínez

Si en uno de sus paseos por alguna localidad de la provincia, o por el campo divisa una flecha amarilla, debe saber que está ante un camino histórico que le llevará a Santiago de Compostela y a Fisterra. Esa es la señal que siguen los peregrinos para no perderse y continuar por la senda que les acerca a   su reto o simplemente les lleva a su destino. Aunque siempre hemos creído que el camino que discurría hasta la localidad compostelana era el tradicional, el denominado francés, lo cierto es que desde antaño se han cruzado las vías de la provincia desde el sureste, para ascender hasta Burgos. Es el caso del Camino de la Lana, recuperado altruistamente y desde hace unos pocos años por verdaderos peregrinos, que ofrecen toda su hospitalidad para ayudar a otros en su tránsito.

Desde la capital conquense, el viajero recorrerá cerca de 50 kilómetros para llegar a Villaconejos de Trabaque, pasando antes por Chillarón, Tondos, Bascuñana de San Pedro Torralba y Albalate de las Nogueras. La ermita de la Inmaculada Concepción, a la entrada del pueblo, acoge en uno de sus laterales la casa del santero, que hace unos años fue reconvertida en el albergue municipal de peregrinos.

Un espacio humilde pero coqueto, con los servicios básicos que necesita el caminante para pasar la noche, recibe a cuantos deciden embarcarse en la aventura. Mantas, una pequeña cocina o agua caliente para ducharse, esperan al viajero que llega cansado.

El Ayuntamiento se encarga de pagar los gastos que se generan, aunque la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Cuenca trata de recabar todos los recursos posibles y subvenciones, mantener la señalización de los trayectos y divulgar el itinerario.

Pepe Cava, o Pepe Villaconejos, como se le conoce en el mundo peregrino, -es el presidente de la Asociación Amigos del Camino de Santiago de Cuenca- recibe a cuantos deciden pasar la noche.

Desde hace cinco años, aproximadamente, los peregrinos se han dejado caer por estos caminos de Cuenca que cruzan por las provincias de Guadalajara y Soria y confluyen en la Catedral de Burgos, para encaminarse hacia Santiago de Compostela. Desde la localidad de la Alcarria hasta la puerta de la Catedral burgalesa se recorren más de 800 kilómetros.

peregrinos. El albergue de Villaconejos se hizo realidad en 2008, acogiendo a los primeros peregrinos en esta casa que anteriormente estaba ocupada por una monja, al servicio de la ermita. Desde ahí «el Camino de la Lana ha tenido cada año más peregrinos», dice Cava, que asegura que culpa de ello es que «son muchos los que no queremos caminos grandes, por que están masificados, y han cambiado su sentido religioso por el festivo».

El auge de este camino se ha notado especialmente en los últimos años. Concretamente, más de 200 personas, algunos caminando y otros en bicicleta, transitaron por el itinerario conquense a lo largo del pasado año.

Curiosamente, en los últimos años, ha crecido notablemente la visita de ciudadanos de nacionalidad extranjera. Franceses, italianos, británicos, alemanes, islandeses, holandeses, irlandeses, suizos, japoneses o chinos han pedido la hospitalidad del pueblo en este itinerario austero, pero cargado de experiencias y espiritualidad. «No hace falta saber idiomas», afirma el villaconejero, que cuenta que «un día vino un señor alemán, muy mayor. No entendía  lo que me decía, pero era un grande».

Nada tiene que ver la comodidad, entre comillas, del camino tradicional, con la que el peregrino encontrará en su deambular hasta la capital castellano-leonesa. «Es muy duro. Cargas con una mochila que puede pesar 10 kilos. Además, tienes que llevar agua», asegura.

El año, recién estrenado, traerá en estos días los primeros peregrinos, que en muchas ocasiones llaman antes al teléfono de Pepe para avisar de que llegarán de tarde.

Aún así, la Asociación de Amigos del Camino de Santiago se encarga, a través de varios cauces, de ofrecer información práctica para comodidad de los viajeros. Además, numerosas webs y blogs ofrecen todo lo necesario para tener asistencia a lo largo de las etapas.

hospitaleros de corazón. Cava asegura que los hospitaleros «de corazón, no cobramos». No sólo se ayuda al peregrino en todo lo que necesita, si no que además «tenemos la costumbre de invitar a los viajeros a cenar en la cueva, y así prueban el vino» -las más de 200 cuevas de la vega de Villaconejos son utilizadas para elaborar y guardar vino tradicionalmente-.

El resto de municipios por los que pasa el itinerario, aunque no dispongan de albergues, facilitan un cobijo para los viajantes. Centros Sociales, Ayuntamientos o dependencias municipales sirven de acomodo, al menos para pasar una noche y continuar bien de temprano con el reto.

Sobre la larga mesa del albergue hay un libro de visitas donde los peregrinos dedican unas palabras. En una de las páginas aparece dibujado el ojo de una mujer y una gran lágrima que contiene en su interior el ocaso de un sol. Es de Colin, un dibujante irlandés que quiso buscar su interior en este camino. «Muchas gracias por todo», firmó.