Dentro de la evolución y el crecimiento que ha experimentado el mercado del vino a granel en la última década aún falta una meta por alcanzar: la de llegar al cliente final para reducir así el impacto de los intermediarios en las operaciones de compraventa. Ése es el reto que plantea para las bodegas y cooperativas españolas, y por ende las de la región y la provincia de Ciudad Real, Rafael del Rey, director del Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV), que fija el objetivo en generar «más y más seguras relaciones comerciales» para que, como sucede en la actualidad, cuando «nuestros clientes tradicionales tienen mucho vino, y menos apetito, no tengamos problemas de mercado».
Del Rey tomó parte en una de las mesas redondas desarrolladas en el marco de la décima edición de la World Bulk Wine Exhibition (WBWE), la feria mundial del vino a granel. Desde allí, reconoció a La Tribuna que la situación actual del mercado «se parece mucho a la que tuvimos en el año 2013, cuando tras un año de escasez nos encontramos con mucho vino», y apuntó a que, desde entonces, «hemos sacado algunas lecciones en claro que hemos aprendido y otras en las que quizá no hemos avanzado tanto».
En la primera, Del Rey recuerda que en aquella ocasión el sector buscó una destilación obligatoria por parte del Estado que no se puso en marcha, «porque es el sector el que se debe regular de manera interna». En ese camino van algunas de las propuestas que se han verbalizado en los últimos días desde Castilla-La Mancha, donde tanto Asaja como la Consejería de Agricultura apuntaban hacia el control de rendimientos a partir de canales de mercado o de una Interprofesional. «Hay dos maneras de hacerla, una es desde la vía del procedimiento legal, y otra desde la vía retributiva», dijo Del Rey, «porque si se paga lo suficientemente bien al agricultor que esté dispuesto a hacer menos kilos para un vino que podamos vender a un precio más alto, y si se perjudica a aquel que va en busca de kilos y no de calidad, el control de rendimientos se consigue». Esa responsabilidad recae en el sector, «en las empresas privadas y sobre todo en las cooperativas».
Dentro de las lecciones que faltan por superar está la de conseguir «más alianzas comerciales y más estables», y sobre todo «estar mucho más cerca del cliente final, porque eso nos va a permitir interpretar esos cambios y adaptar nuestra producción a ellos», aseguró Del Rey. «No hemos aprovechado lo suficiente para conseguir esas relaciones y por eso estamos en una situación en la que nuestros competidores tienen mucho vino, y menos apetito, por lo que nos movemos en un contexto de precios inferiores por la simple ley de la oferta y la demanda».
Hoy día, el mercado del vino «se está desplazando hacia Norteamérica y Asia, y son dos mercados en los que tenemos que estar, y hacerlo de manera estable», para dotar al sector de una estabilidad que aleje campañas «complicadas» en la comercialización como la que se desarrolla en la actualidad. Además, Del Rey otorgó un gran mérito a la WBWE, «que cumple diez ediciones, que no es fácil, y se ha convertido el gran punto de referencia del mercado del granel».